¡Ganar, ganar, ganar!
Ganar, ganar, ganar" fue lo que dijo el corro español en el vestuario antes de saltar al campo para disputar el partido más importante de sus vidas. Decir estas palabras antes de un partido es sencillo, pero tener el convencimiento total, basado en la confianza del trabajo bien hecho y en haber superado todos los escollos y zancadillas que han puesto los enemigos en el camino, es lo que te da la personalidad para no dudar ni un segundo de que cuando el árbitro pite el final vas a salir del campo con el orgullo intacto y el triunfo en el bolsillo.
El nuevo y justísimo campeón del mundo de fútbol es España porque además de querer ganar, ha sabido siempre como tenía que desenvolverse en cada momento de esta final, salvando cada obstáculo que la ex naranja mecánica ha puesto en su camino durante los 120 minutos de juego.
Para empezar, una defensa adelantada, a unos 20 metros de su propia área, para tratar de facilitar la presión del centro del campo, arriesgando en dejar a Villa en fuera de juego. Por delante, un centro del campo pobladísimo, trabajando muy juntos y sin escatimar esfuerzos para robar el balón... y dando patadas cuando esto no era posible, con Van Bommel de líder (tanto él como De Jong debieron irse a la ducha antes de la media hora de juego). ¿Y Van Persie? Pues marcando a Piqué... porque sacar un contragolpe era misión imposible para los holandeses y la primera vez que dieron tres pases fue en el minuto 12.
España, en ataque, opuso el plan previsto de toque (es increíble lo fácil que parece jugar sin prácticamente espacios viendo a los nuestros), movilidad (Pedro comenzó el partido de manera maravillosa) y rapidez cerca del área contraria. A la hora de defender, nuestra selección trató de recuperar rápido tras la pérdida del balón y si no era posible, Busquets se movía cerca de Sneijder y entre Xabi Alonso e Iniesta ayudaban a Capdevila para hacer un dos contra uno si recibía Robben.
Holanda igualó un poco el juego sacudiendo a todo español que cruzaba el medio campo (¿había arbitro?) y se sacudió el dominio español hacia el minuto 25 pero solamente dio señales de vida en un par de córners y faltas. Los nervios del descanso venían dados porque tras el dominio del partido no fuimos capaces de hacer un gol.
En la segunda parte, España empezó asustando y Holanda tratando de sorprender cambiando a Robben de banda y atacando más por la banda derecha a través de Van der Wiel. El partido se equilibró y España ya no visitaba tanto el área holandesa. Holanda utilizó el último recurso que le quedaba para ganar y convirtió el partido en una guerra con Webb desaparecido. España picó y empezó a entrar en un estado de nervios continuo por la pasividad arbitral ante la violencia holandesa...y Robben nos perdonó... o mejor dicho, se empequeñeció ante el mejor portero del mundo.
Solo 5 minutos tardó España en calmar el nerviosismo para volver a tomar las riendas del partido y saber jugar con la ansiedad que supone el verte cerca del mayor hito en la historia del fútbol español, fue la respuesta de un grupo con una mentalidad superior a la del resto. Se adueñaron otra vez del balón y Holanda tuvo que recular, pero curiosamente, Casillas volvió a darnos una alegría ante Robben.
Llegó la prorroga... espectacular, un toma y daca continuo. Ni Cesc, ni Iniesta, ni Navas acertaron y toda España pensó en lo peor. Y el mejor jugador de la final decidió dejar de hacernos sufrir. Toda España fue un grito unánime. Se ha terminado un campeonato en el que lo peor ha sido el nivel arbitral. Un campeonato que en las dos primeras jornadas de cada grupo, estuvo bajo la sospecha de un posible triunfo del fútbol cínico, aburrido y sin chispa que practicaron demasiados equipos pero que, cuando llegó la hora de la verdad, dejó paso a partidos emocionantes en su mayoría, a destellos más ó menos grandes de buen fútbol y hoy podemos decir sin dudas y ni miedo que no solo somos campeones del mundo, sino que además, somos el equipo que mejor juega al fútbol en este planeta.
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