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El ecosistema digital de la ‘Grande Île’ se prepara para el futuro

Madagascar es uno de los países con menos penetración de Internet, pero con una activa blogosfera. Las TIC pueden ser clave para impulsar el desarrollo económico del país

Carlos Bajo Erro

La Grande Île intenta emerger de nuevo. Geográficamente, Madagascar está desconectado del continente africano y culturalmente se encuentra en un limbo entre la herencia africana y la índica. Esta ambigüedad es una característica asumida y aceptada por la sociedad malgache. Sin embargo, la última gran crisis política que ha vivido el país, desde el controvertido ascenso al poder de Andry Rajoelina en 2009, le ha condenado al ostracismo internacional, como si le hubiese sumergido en el océano durante más cinco años. Prácticamente un año han tenido que esperar los malgaches desde las últimas elecciones de 2013, para que la comunidad internacional comience a reconocer el Gobierno de Hery Rajaonarimampianina que salió de las urnas y reactive ayudas e inversiones. En este intento por volver a aflorar a la superficie, el panorama digital prepara el terreno para la inmersión.

Sólo dos de cada cien malgaches son usuarios de internet. Los últimos datos de 2013 señalan al país como el sexto del continente africano con una menor penetración de la red de redes. Y, sin embargo, su ecosistema digital está viviendo un momento de efervescencia, aunque parezca contradictorio. Entre luces y sombras, entre proyectos ambiciosos y obstáculos legales, los propios internautas malgaches están construyendo un futuro 2.0 que se ya se está desplegando día a día.

Harinjaka Andriankoto Ratozamanana, delante de la sede del tech hub Habaka, en Antananarivo.
Harinjaka Andriankoto Ratozamanana, delante de la sede del tech hub Habaka, en Antananarivo.

Habaka es uno de los destellos más brillantes de este panorama. En una comunidad con poco más de medio millón de usuarios de internet puede parecer una locura intentar poner en marcha uno de esos tech hub (centro de innovación tecnológica) que proliferan en otros lugares del continente en los que parece que el uso de las herramientas digitales está más implantado. Sin embargo, en 2011 Harinjaka Andriankoto Ratozamanana lideró una iniciativa, junto a otros apasionados del mundo 2.0, que se materializó en Malgasy iHub y que un año después se convirtió en Habaka.

A fuerza de actividad, este tech hub se ha erigido como uno de los puntos neurálgicos de este ecosistema. Habaka desarrolla eventos internacionales y ha puesto en marcha programas de formación que pueden parecer descabellados (como el CoderDojo Madagascar destinado a niños a los que se les enseña a desenvolverse en internet e incluso a crear páginas web), es un punto de encuentro clave para las iniciativas en la red y, sobre todo, es el pilar sólido sobre el que se apoya la incipiente comunidad digital malgache.

Un segundo resplandor del creciente ecosistema 2.0 de la Grande île es su propia blogosfera. De nuevo, el número, la implicación y la actividad de las bitácoras malgaches, parecen no tener relación con las posibilidades de acceso a internet del país. Con una historia reciente jalonada de graves crisis políticas, los blogueros se han ido erigiendo poco a poco como los depositarios de la independencia de la información y como los encargados de transmitir a todo el mundo la acción ciudadana de los malgaches. Finalmente, los incidentes ocurridos en 2009, los convirtieron en una pieza a la par fundamental y discreta de la sociedad civil del país.

La blogosfera de Madagascar está llena de comentaristas políticos sin pretensiones, de testigos denunciadores de los atropellos de los políticos en el poder o de custodios de la voluntad popular, que no son menos valiosos por no haber podido garantizar la estabilidad del país. En un país considerablemente aislado, los blogs también se han convertido en una manera de transmitir los avatares de la vida cotidiana. Además de los temas, una de las riquezas de la diversidad de esta blogosfera es también la lengua, ya que el panorama se compone de bitácoras en francés, en inglés y en malgache.

El último de los resplandores se puede ver desde lejos y se proyecta hacia el futuro. El incipiente ecosistema digital malgache tiene ya experiencias, aunque sean recientes, de ciberactivismo y, más concretamente, de uso de las redes sociales como herramienta de participación. En las últimas elecciones de 2013, que se celebraban en un clima de extrema tensión, surgieron varias experiencias encaminadas a monitorizar y vigilar los comicios utilizando las TIC. ZahaVato era una de las organizaciones de la sociedad civil implicadas en la iniciativa Mahitsy Fijery para la supervisión de las elecciones y, concretamente, la encargada de desplegar la estrategia virtual. Por otro lado, Andrimaso es una segunda organización nacida "para restaurar la confianza de los ciudadanos en el proceso democrático y conjurar el riesgo de disturbios poselectorales, por ello Andrimaso pretende implicar a la sociedad civil en la vigilancia del proceso electoral", según sus propios objetivos. Para conseguir esta finalidad Andrimaso también puso en marcha herramientas digitales.

Lo cierto es que tanto ZahaVato como Andrimaso no tuvieron un seguimiento masivo, como era de suponer en un entorno con una penetración de internet tan limitada. Sin embargo, Thierry Ratsizehena, experto en social media y uno de los actores de la construcción de esta comunidad virtual, señala que estas iniciativas "tienen el mérito de haber existido" y que se pueden considerar "test o pruebas para otras experiencias futuras, ya sean elecciones que se deban vigilar o desastres naturales ante los que haya que reaccionar".

En todo caso, en la construcción de esta comunidad no todo es de color de rosa. La principal sombra que se cierne sobre este proceso es la escasa penetración de internet. Con poco más de medio millón de internautas, este ecosistema tiene dificultades para hacerse oír y conseguir un impacto y un reconocimiento oficial. Ratsizehena se queja, precisamente, de que los poderes malgaches se resisten a reconocer el papel de esta comunidad, mientras que ese reconocimiento sí que les llega desde organizaciones internacionales.

Ficha técnica

País: Madagascar

Número de miembros: Tres fundadores

Año de creación: 2011

Objetivo: Reunir a la comunidad tecnológica malgache, impulsar las nuevas tecnologías, formar e incubar 'start-up' y difundir la cultura web en el país.

Logros: Establecer un local de trabajo colaborativo en Antananarivo, organizar reuniones y eventos tecnológicos, formar en programación de forma gratuita a jóvenes locales.

La insuficiencia de infraestructuras casi endémica en el país y que se hace evidente desde los transportes hasta la educación, repercute también en la estructura técnica que necesita el ecosistema digital, a través de los problemas con el fluido eléctrico y, en menor medida, de la red de telefonía. La implantación de las TIC en la educación tampoco se ha generalizado. "Los estudiantes no se familiarizan con las TIC en el sistema escolar hasta que no llegan al instituto, pero tienen oportunidades de hacerlo fuera del colegio, por su cuenta. Sobre todo, a través de los teléfonos móviles, el acceso a las TIC está empezando a democratizarse, poco a poco", señala este experto en social media.

La legislación es otro de los espacios de oscuridad. En este mismo momento, un buen número de blogueros y algunas organizaciones de la sociedad civil se han levantado contra la Ley n°2014-006 llamada "sobre la lucha contra la cibercriminalidad". Estos actores consideran que la ley aprobada por la asamblea nacional el pasado 19 de junio y de la que no han tenido noticias hasta que no ha sido una realidad es un intento del Gobierno para controlar a los medios de comunicación y, más concretamente, a los blogueros y ciberactivistas. En el artículo 20, la ley contempla penas de prisión de dos a cinco años y multas de entre dos y cien millones de Ariary para aquellas personas que "injurien o difamen" a una larga lista de personas con mandatos públicos que va desde el ejército, hasta cualquier funcionario, pasando por los miembros de la asamblea, de los tribunales o del gobierno. Lo que se ha entendido como un intento de amordazar la información independiente, en realidad, ha desencadenado un movimiento de reacción.

El creciente ecosistema digital malgache aparece encabezado por una activa blogosfera y auspiciado por un incipiente tech lab, para superar los obstáculos y conseguir poner a Madagascar en el mapa de las sociedades africanas 2.0.

Habaka: Semilla y pilar

Harinjaka Andriankoto Ratozamanana bromea sobre la ubicación de Habaka en Tsimbazaza, justo en frente del zoológico de Antananarivo, la capital malgache: "El parque zoológico y el parque tecnológico, van a ser las dos características más conocidas de Madagascar". Harinjaka es el alma mater de Habaka, el tech lab de la Grande Île, un incansable tecnooptimista que a pesar de liderar la comunidad de uno de los países menos tecnológicos del continente es miembro del consejo de administración de AfriLabs. Ha sido considerado como uno de los líderes africanos del mañana por el Institut Choiseul. Pero, sobre todo, es apasionado de las TIC, uno de los pioneros de la blogosfera malgache y, sin duda, uno de los pilares de la comunidad digital del país, gracias a su impulso para crear Habaka.

El proyecto surgió como un espacio en el que los apasionados de las TIC podían encontrarse y podían compartir y complementar sus conocimientos y sus inquietudes, según explica Thierry Ratsizehena, otro de los pioneros de las bitácoras malgaches y uno de los más cercanos colaboradores de Ratozamanana. La actividad de Habaka tiene cuatro ejes: el espacio de coworking, en el que se fomenta el trabajo colaborativo de los profesionales independientes de las TIC; la organización de actividades, para animar los contactos entre la comunidad digital; el papel de incubadora de empresas innovadoras; y la formación, con la que se intenta acercar la tecnología a diferentes sectores sociales. El ámbito formativo genera algunas actividades sorprendentes como las sesiones de codificación y diseño web para niños.

Así Habaka intenta compatibilizar dos dimensiones diferentes de las TIC, la de sector económico y la de instrumento de transformación social. En este último sentido, Ratsizehena confiesa que los impulsores de Habaka aportan "sus conocimientos en todo lo que se refiere a las TIC para que la sociedad civil pueda desarrollar sus iniciativas". "Internet puede cambiar las cosas", asegura Ratsizehena, "y por eso nosotros intervenimos como estructura sólida, para aportar los conocimientos técnicos a todos aquellos que quieren cambiar las cosas". De hecho, para este experto en social media, las dos dimensiones se confunden: "En Habaka hay una parte de ecosistema y economía digital, de desarrollo de ideas de los emprendedores, de empleo para los jóvenes… y también hay una parte de promoción de las TIC más allá de los expertos y de democratización de su uso". "Nuestro papel es reforzar las competencias de los actores, poner en marcha un entorno que sea favorable y multiplicar esos actores para que sea un ecosistema viable", explica Ratsizehena en relación al desarrollo de la economía digital.

"Estamos convencidos de que el desarrollo de un país como Madagascar se hará obligatoriamente con las TIC. Durante la crisis que ha habido desde 2009, todos los sectores de la actividad económica se han visto afectados, pero el de las TIC ha seguido creciendo. Por otro lado, se pueden utilizar las TIC para mejorar la vida cotidiana de los ciudadanos. Hay experiencias de vigilancia de las elecciones, pero también hay proyectos, por ejemplo, para mejorar el contacto de los ganaderos rurales con los veterinarios a través de los teléfonos móviles, o aplicaciones que dan información sobre los autobuses en Antananarivo. Hay muchísimas iniciativas de este tipo que merecen ser mencionadas y recibir atención", añade.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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