Cuatro formas de celebrar San Valentín sin ser rematadamente cursi
Porque no hay nada peor que montar una ópera cuando lo que de verdad os hará felices es algo mucho más sencillo
Flores en la mesa, ropa elegante, un violín de fondo, copas de champán francés... Cenar o comer fuera el día de San Valentín puede ser un experiencia de alto riesgo si no somos demasiado tolerantes a lo empalagoso. ¿Es que acaso estamos obligados a celebrarlo como si estuviéramos en una película de Jennifer López? La respuesta es no. En realidad hay múltiples formas de hacer de este día (este año cae en domingo, así que nadie se podrá escapar de hacer planes) una gran jornada en pareja mientras se manda al cuerno los cánones del romanticismo. Como esos cánones son especialmente plastas con las comidas y las cenas, ahí es donde hemos decidido atacar. A continuación, cuatro formas de pasar un San Valentín sin cursilerías.
El cachopo, un manjar retro directo a vuestras arterias
El cachopo está de moda, es así. Rutas del cachopo, concursos del mejor cachopo, un grupo mod llamado los Cachopers... ¡La fiebre del cachopo! ¿Pero qué es exactamente este plato? Aunque puede variar depende de dónde lo degustes, esta comida típica asturiana consiste en dos filetes de ternera puestos uno encima del otro y, en su interior, jamón serrano y queso fundido. Todo ello rebozado y frito. Puro #foodporn. Quizás estés empachándote sólo con leerlo pero, si lo pruebas, llegarás a la conclusión de que es un manjar de los dioses. Los mejores locales para probar el cachopo son los asturianos así que una visita a Oviedo bien valdría la pena para ir a locales como el Restaurante Nalon que además de con carne lo elabora con merluza. También en la misma ciudad, el restaurante RDoble lo sirve al estilo tradicional con queso de cabra y tomate confitado napado con salsa de boletus. Muy cerca, pero en medio del campo asturiano, la Casona de Cerdeño lo prepara con cecina y queso de cabra.
Si estáis en Madrid, acudir a un local asturiano como Oviedo Antonio Lopez, Casa Baltasar u Oviedo casa de las Yeserías puede ser una gran idea. Un San Valentín con ternera y queso fundido es mejor San Valentín.
El cocido, tres vuelcos para celebrar vuestro amor
Un domingo puede ser un día perfecto para degustar un buen cocido. Más que nada porque después de ingerir tanta comida lo mejor es que tanto tú como tu pareja luego no tengáis nada que hacer (y la digestión es un afrodisíaco para muchos). El típico plato madrileño nunca ha dejado de ser un fetiche para foodies, incluso antes de que se inventase esa palabra, y despierta pasiones. Hay asociaciones que llevan años haciendo rankings de los mejores cocidos, su elaboración y el respeto a su receta puede llegar a provocar agrias discusiones entre los más entendidos y los locales más míticos que lo sirven pueden llegar a tener semanas de espera para reservar. Corren rumores de que hasta redacciones de revistas de moda reservan en ellos para sus celebraciones de Navidad. ¿Quién dijo que lo más exclusivo era ir a un restaurante de autor?
En Madrid, por supuesto, es donde podréis visitar los mejores templos del cocido y en los que se os servirá como la tradición manda, con tres vuelcos: sopa, garbanzos con verdura y, por último, viandas de carne. Entre otros, puedes reservar en La Catedral de Zamora donde te lo servirán al estilo castellano, en el Restaurante Taberna de la Daniela Cuchilleros, uno de los lugares más míticos de Madrid, o en El Rincón de Goya que además cuenta con una interesante carta de vinos. En pleno barrio de Chueca tienes el Bagatella y en Las Letras el restaurante, de maravilloso nombre, Viva Madrid.
Calçots o cómo ver a tu pareja con babero
Comer calçots es toda una experiencia culinaria, pero también puede ser una de las situaciones más humillantes del mundo. Si se hace bien, se deben comer con babero y, después de mojarlos en la salsa romesco, hay que introducirlos en la boca de manera vertical llevando la cabeza hacia atrás. ¿Se te ocurre mejor manera de romper cualquier tabú y compostura con tu pareja? (Sí, hay otras, pero no se pueden hacer en público.) Aunque lo mejor es que vayáis a la calçotada en grupo, en Barcelona tienes numerosos locales en los que degustar estas cebollas blancas dulces que, realmente, proceden del interior de Cataluña.
Uno de los más míticos es el restaurante Can Xurrades, especialista además en carne de buey, mientras que el de mejores vistas es el Jardí de l'Àpat ubicado en una antigua torre del siglo XIX muy cerca del Park Güell. El Balmes Rosselló, en pleno Eixample, es además especialista en productos a la brasa y el Quinabarra, en el tecnológico distrito 22@, tiene su propio menú de calçotada en el que, por cierto, el postre es otro mito: crema catalana. Si buscas algo distinto, en La Cueva del Tío Jesús podrás comer los calçots en una recreación de una cueva cavernícola y en Flor de Maig fusionados con comida oriental.
Como la comida no sabe de política, Madrid también tiene sus especialistas del calçot. Uno de los más tradicionales es el Restaurante Calsot (su nombre ya indica mucho), situado en plena sierra madrileña e ideal para perderos un fin de semana. El restaurante Paradís, uno de los templos de la comida catalana en la capital, también lo ofrece y el restaurante Gobu le da una vuelta de tuerca propia del siglo XXI: la hamburguesa de calçots.
El día de San Ballantines
Si lo piensas, beber es algo que seguramente ha estado muy presente en vuestra relación. Es posible que, como el 99% de la población española, vuestro primer beso, vuestra primera vez e, incluso, el momento en el que os distéis cuenta de que estabais enamorados contó con la ayuda de algún tipo de alcohol. ¿Así que por qué no dejar las comidas para otro día y cocéis vuestro amor entre copas? En Madrid podéis visitar, entre otros, coctelerías míticas como el Dry Bar (uno de los responsables del auge del gintonic), el Bar Cock o el Del Diego y otras más nuevas como el Broker Pub Garden, versión modernizada del antiguo O'Clock . Si estáis en Barcelona, contáis con dos locales clásicos de la mano del barman Javier de las Muelas que no podéis dejar de visitar: Dry Martini y el Gimlet. Si buscáis propuestas más innovadoras, lo vuestro es el Mutis, un restaurante y pub con espíritu de club privado que lleva años siendo el más in de la ciudad condal.
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