Tener hijos no es ningún juego
Estudiantes adolescentes de Guatemala reciben bebés electrónicos para concienciar sobre el embarazo
Un llanto inconsolable de bebé interrumpe la clase. La madre, una joven de 16 años, deja de atender al profesor y trata de calmar al niño dándole el biberón, aunque el berrinche no cesa. Lo acuna un rato y le cambia el pañal, momento en el que el pequeño cesa de llorar y emite un pequeño gemido de alegría. Esta aula de la Escuela de Educación Física de Mixco, en Guatemala, es especial. Cada uno de los 30 estudiantes, todos ellos menores de edad, ya saben cómo es ser padre o madre y ser interrumpidos a cada rato por lloros. No obstante, esta experiencia durará como máximo dos o tres días, después de los cuales devolverán a los niños para que otros adolescentes del país centroamericano puedan cuidar de ellos.
No es que sean unos irresponsables o que ya no los quieran, sino que los críos no son de carne y hueso. Se trata de bebés electrónicos que la organización Aprofam alquila en colegios e institutos. El objetivo final es prevenir los embarazos entre los jóvenes de este país centroamericano. Solo entre enero y julio de este año, Guatemala ha registrado 1.103 partos de niñas de entre 10 y 14 años y 37.655 de adolescentes de entre 15 y 19 años, según el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (OSAR). El pasado año hubo 86.629 embarazos en estas franjas de edad. Un estudio elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas desvela que durante este año al menos 67.000 niñas y adolescentes se quedarán embarazadas en el país. Y eso, pese a que la legislación guatemalteca equipara el mantener relaciones sexuales con menores de 14 años con la violación.
Es difícil revertir esta situación en un país donde apenas se habla de sexualidad en el seno familiar y en el que las presiones de la Conferencia Episcopal y la Alianza Evangélica han logrado paralizar la aprobación de la Ley Nacional de la Juventud en el Congreso. El proyecto contemplaba el acceso a métodos anticonceptivos modernos y el derecho a una educación sexual integral para los jóvenes.
En este contexto conservador, la coordinadora de Programas Educativos de Aprofam, Bryseida Zúñiga, destaca que la entidad lleva 14 años desarrollando diferentes iniciativas al respecto. Más allá de concienciar a los menores sobre el uso de métodos anticonceptivos en sus relaciones sexuales, Aprofam pretende trasladarles una experiencia vivencial de lo que significaría convertirse en padres y madres.
Porque serán bebés electrónicos, pero las exigencias son las mismas que si fueran reales: los jóvenes tutores tienen que darles de comer, cambiarles de pañal, sacarles el aire después de comer, acunarlos y darles amor. Aprofam recorre los centros educativos de todo el país centroamericano ofreciendo la posibilidad de que los adolescentes, a partir de los 12 años, puedan adoptar un bebé electrónico durante dos o tres días por 150 quetzales (19 euros) y 175 quetzales (22 euros), respectivamente.
Simulador de embarazo
Desde hace ocho años, la organización también ofrece un programa de simuladores de embarazo, que dan la oportunidad a hombres y mujeres de vivir esta experiencia durante un día gracias a un chaleco, mediante el cual se puede sufrir 26 síntomas de una mujer embarazada en el último trimestre, como náuseas, mareo, antojos, cansancio y problemas para respirar, sentarse y dormir. El simulador tiene en su interior una bolsa de arena, con un líquido especial y una pelota de acero, que se mueve al caminar, al igual que si un bebé estuviera en el interior de la tripa de la madre. En lo que va de año, 181 personas, entre ellas 20 hombres, han usado este simulador en Guatemala, tras abonar 75 quetzales (9 euros). No solo va destinado a adolescentes, sino también a parejas de todas las edades que quieran comprobar lo que supondría un embarazo y la presión social que ello comporta.
Zúñiga recalca que estos bebés, fabricados en Estados Unidos, adoptan 94 formas diferentes de comportamiento que se activan al azar. Pesan y miden como un recién nacido de hasta 45 días y al igual que estos, “lloran, piden comida, cambio de pañal, hay que mecerlo y se puede enfermar, desnucar e incluso morir”, según la responsable de Aprofam.
Para ello, el muñeco cuenta con sensores distribuidos por todo el cuerpo y reconoce cuando se está cerca o lejos de él, así como las caricias, los sonidos y la iluminación. “Detecta si se le deja solo por mucho tiempo y puede llegar a tener una muerte súbita o de cuna si no se le cubren las necesidades en el tiempo que él lo requiere”, destaca. El bebé electrónico también puede programarse como enfermo, lo que supone que llorará muchas más horas, o como intolerante a la lactosa, por lo que nunca aceptará el biberón. Gracia a un sensor de alimentación en la boca, el niño robótico hace el ruido de succionar y de reír cuando está satisfecho. También cuenta con un sensor para identificar cuándo se le cambia el pañal.
Aceptar al bebé tal y como es
Es el momento de entregar los niños a sus padres. En la clase se genera una algarabía que retrasa unos minutos el proceso. “Yo quiero que sea chica porque solo he traído ropa de niña”, gritan algunos, mientras otros expresan su preferencia por una raza determinada. Sin embargo, los bebés se entregan en cajas, por lo que los alumnos no pueden elegir sexo ni raza. Se trata, según apunta Zúñiga, de sensibilizarles de que deben aceptar a su bebé con independencia del color o el sexo que tenga, al igual que sucede en la vida real.
Solo entre enero y julio de este año, se han entregado ya en Guatemala un total de 1.927 bebés electrónicos en colegios, institutos y empresas, dado que esta iniciativa también se promueve entre las personas jóvenes que ya están trabajando, muchas de ellas todavía adolescentes. Israel Flores, de 16 años, es uno de los jóvenes que ha probado la experiencia, tras la cual admite que se ha dado cuenta de lo que cuesta traer a un bebé al mundo, darle de comer, cambiarle y cuidarle. Por ello, afirma que se preparará psicológicamente antes de convertirse en padre y asegura que no quiere tener un hijo a su edad.
Erick Orlando Mejicano, también de 16 acuna a su bebé electrónico sentado bajo un árbol y ante la atenta y orgullosa mirada de su propia madre. “Siento que no estoy preparado para tener un hijo”, reconoce mientras coloca bien la cabeza de su hijo para evitar que llore. Por eso considera bueno "usar protección" en las relaciones sexuales. La abuela del pequeño señala que le da pena devolverlo, ya que le ha cogido un “cariño muy especial”.
El programa va acompañado de una charla previa en los centros educativos en los que se conciencia a los menores sobre la responsabilidad que supone ser padres o madres a tan corta edad y se les sensibiliza sobre el uso responsable de su vida sexual para reducir los elevados índices de embarazo en Guatemala. El objetivo, según destaca Zúñiga, es que los jóvenes tomen decisiones “voluntarias, libres e informadas” sobre su sexualidad.
Posteriormente, se les explica cómo deben cuidar a los niños. “Las únicas diferencias con un bebé de carne y hueso son que no va al pediatra ni se le puede bañar, y que no ingiere alimentos reales ni hace sus necesidades”, apunta. Pero los menores incluso le deben elegir un nombre y registrarlo en un papel que se les entrega, así como llevarlo a un centro médico para medirlo y pesarlo.
Una vez transcurridos los dos o tres días de prueba, una responsable de Aprofam acude al centro educativo para evaluar si han sido o no buenos padres y madres. A través de un aparato, el muñeco transmite si le han cuidado bien, si ha sido golpeado, si le han dado de comer cuando lo necesitaba, si le han cambiado el pañal cuando él lo pedía y cuántas veces ha sido feliz. En caso de que haya sido maltratado o no hayan satisfecho sus necesidades, el bebé incluso puede fallecer apagándose completamente.
En este mismo sentido, días después de vivir esta experiencia, los adolescentes reciben una charla educativa de tres horas sobre paternidad y maternidad responsable, así como sobre un plan de vida. En este taller confeccionan un presupuesto sobre el gasto que hubiera supuesto tener al bebé durante esos días para que vean que es inviable convertirse en padres a esa edad, dado que necesitarían la ayuda económica de sus familiares. También se aprovecha para informar sobre los diferentes métodos anticonceptivos y explicar a los adolescentes que pueden adquirir condones y pastillas de manera gratuita en la sede de Aprofam, siempre y cuando se sometan a una charla de concienciación durante 25 minutos.
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