Berlusconi cumple 80 años sin ganas de fiestas
El ex primer ministro italiano asegura que después de que fuera intervenido por un problema en el corazón empezó a plantearse otro modo de vida
Quién le ha visto y quién le ve. Silvio Berlusconi cumple 80 años y no celebrará "ninguna fiesta". El ex primer ministro italiano, cuyas bunga bunga parties con prostitutas y menores de edad en su mansión de Cerdeña fueron un escándalo mundial, ya no está para festejos. Ahora, en una decadencia irremediable de sus imperios políticos, futbolísticos y empresariales, el ex Cavaliere renuncia a los excesos del pasado y se muestra preocupado por el futuro y centrado en su familia.
"Ninguna fiesta. Haré solo una cena con mis cinco hijos. Les he pedido a todos que no me hagan ningún regalo. Si realmente quieren, que hagan donaciones caritativas", ha dicho Berlusconi en una larga entrevista publicada en la revista Chi, de su propiedad.
El momento en el que el político italiano se dio cuenta de que era un octogenario fue cuando tuvo que ser operado a corazón abierto hace tres meses. "En mi vida nunca he pensado en la edad. Al contrario, siempre he vivido como si tuviera 40 años, porque así me sentía: lleno de curiosidad, de ganas de vivir. Después, de manera inesperada, llegó la enfermedad. Y con la operación que me realizaron llegó la fuerte consciencia de que soy un hombre de 80 años".
Un incidente que le hizo tener miedo y plantearse la vida de otro modo. "Estoy todavía mirando de un modo incierto lo que podrá ser mi futuro. De lo que me he dado cuenta, seguramente lo más importante, es de que pasaré más tiempo con mis hijos y mis nietos. Dedicaré más tiempo a las personas a las que quiero. Al igual que he hecho este verano. Es lo correcto: tengo cinco hijos y 10 nietos que hacen de mí un patriarca, y así es como me siento". Y así es también cómo se ha querido mostrar en las páginas de la revista.
La larga entrevista incluye un reportaje fotográfico en el que aparecen sus hijos y nietos, y son seis de los más pequeños, todos chicos, con quienes aparece en la imagen de la portada, donde se ve un Berlusconi sonriente y orgulloso, que dice saber que son ellos quienes representan su futuro y el de su familia.
Berlusconi tiene dos hijos de su primer matrimonio con Carla Dall'Oglio -Marina y Pier Silvio- y tres de su segundo, con Veronica Lario -Barbara, Eleonora y Luigi-, y otra de sus preocupaciones diarias es compaginar los problemas de familia, especialmente con su exmujer Veronica Lario. Aunque no aparece en las imágenes, también dedica unas palabras a su novia desde 2012, la antigua bailarina de televisión Francesca Pascale, medio siglo más joven que él y con la que asegura que no hay "ninguna crisis". A sus 80 años, Berlusconi se define como "un romántico incurable" aunque asegura que, a lo largo de su vida, el amor ha quedado en desventaja respecto al trabajo.
A pesar de haber sido tres veces jefe del Gobierno italiano, dice que la política nunca ha sido su pasión. "La política nunca me ha apasionado. Me ha hecho gastar mucho tiempo y energías. Solo salí al campo para impedir el ascenso de los comunistas al poder", dice. Haciendo balance, cuenta que no tiene "verdaderos amigos" en política pero se muestra satisfecho de su trabajo hasta presumir de su carrera: "Solo sé que tanto en política exterior como en política interior, nunca he cometido ningún error".
Evasor fiscal, millonario, estratega y líder político, Berlusconi llega a los 80 pendiente todavía de resolver problemas judiciales y después de haber vendido este verano el Milan, el equipo "de su corazón" que presidió durante más de 30 años y que vendió cansado de sus malos resultados. "Si en los últimos años el Milan no ha sido como era antes es solo porque no he tenido el tiempo de ocuparme de él personalmente. Es muy fácil hablar: durante años, he trabajado al menos tres tardes a la semana con mis abogados para preparar las 3.600 audiencias de los 73 procesos políticos que he tenido que sufrir. De todos modos, soy el presidente del club que ha ganado más en la historia del fútbol", asiente orgulloso Berlusconi, todavía reacio a admitir un fracaso.
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