‘Manspreading’
Los hombres y las mujeres se sienten igual de vulnerados cuando les toca sentarse al lado de un tipo que abre demasiado las piernas
He recurrido a la estrategia más interesante para entender si en España, en concreto en Madrid, la decisión del Ayuntamiento de poner pegatinas en los autobuses contra el manspreading o el despatarre masculino es una cuestión machista/feminista o de educación. O las dos cosas. He escrito la misma pregunta en varios de mis chats de WhatsApp y esto es lo que he aprendido:
- Los hombres y las mujeres se sienten igual de vulnerados cuando les toca sentarse al lado de un tipo que abre demasiado las piernas hasta ocupar su espacio.
- Una mayoría de amigas coincide, con la connivencia de más de un amigo, en que existe un machismo estructural en esta actitud. Viene de lejos, es una cuestión de educación, me dicen. O como explica June Fernández de la revista Pikara: “Es resultado de una socialización en la que desde la infancia a los hombres se les permite ocupar más espacio que a las mujeres”.
- En el debate aparecen muchos otros ejemplos que se suceden en el transporte público: cruces de piernas imposibles, bolsos ocupando espacio, falta de aseo personal… Lo que me da a entender de que en el fondo hay cierto cuórum en que esto también va de civismo. Aunque sean los hombres los que más practiquen el despatarre, como me muestra una amiga en tiempo real: “Mientras te escribo, en el vagón todos los tíos menos un asiático y un africano lo están haciendo. Ninguna tía”.
La parte triste de este experimento es cuando me confirman que al hablar de este tema el término feminazi es recurrente. De vuelta a la casilla de salida.
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