El BlackLab es “el lugar perfecto para empezar la noche y conocer compañeros emprendedores y startups”. Así presentaba Drink Entrepeneurs el encuentro para tomar unas cervezas que organizó este martes en este local de la Barceloneta. La edad media de los asistentes superaba a duras penas los 30 años. Sorprende cuando aparece un hombre de pelo blanco, grande como un oso, con camisa de manga corta, que dice ser de Gales. Saca el móvil, pasa el código QR de registro por una tableta de la recepción y pregunta si hay cerveza. La cerveza se ha acabado. ¿Y hay comida? Quizá queda algo, responde la organización.
Drink Entrepeneurs es una asociación nacida en París. Se encuentra en 24 ciudades de todo el mundo. El objetivo es poner en contacto a emprendedores. En Barcelona las reuniones son mensuales y para el Mobile World Congress (MWC) han atraído a patrocinadores. Uno de ellos es Yugo, sociedad fundada por un grupo de jóvenes franceses que el año pasado abandonaron sus empleos en Alemania para basarse en Barcelona. Tim Ougeot es de Lyon y trabajaba en BMW; en septiembre de 2015 se instaló en la ciudad para lanzar su compañía, Yugo: un servicio de alquiler de scooters eléctricos que funciona de manera parecida al Bicing. Ougeot asegura que en este mundo de la tecnología, “para conectar es mejor hacerlo con una cerveza en la mano y sin corbata. En este negocio se sale mucho, es más libre de manera de ser”.
Sergi Tarragona es director del espacio Cloud Coworking, desde donde opera Yugo. Tarragona me ofrece algunas pinceladas de la clasificación de las fiestas del MWC dedicadas a los emprendedores: se anuncian según el volumen de asistentes, +200, +400 ó +500. Drink Entrepeneurs lleva el número +200. Tarragona también me informa acerca de las fiestas que no debería perderme hoy: la que organiza en el Hotel W la empresa de pago online Stripe –“está creciendo la tira”, dice Tarragona– y la fiesta de cierre de Four Years From Now (4YFN), en la sala Apolo.
Las grandes empresas reservan locales exclusivos para el goce de sus empleados y clientes. En la Marina Port Vell, American On Line (AOL) y el banco Goldman Sachs han ocupado el club de lujo One Ocean Club. Unos metros más allá hay un yate alquilado para los ejecutivos de la multinacional de seguridad digital Norton. Jake Ward, presidente de la asociación Application Developers Alliance (ADA), confirma que las fiestas que ellos organizan, quieren ser más accesibles que las de Goldman Sachs o AOL. La ADA está formada por 185 empresas y 5.000 desarrolladores de servicios tecnológicos. La ADA está establecida en Washington y en Bruselas para hacer lobby. También preparan acontecimientos como el que celebraron ayer en el Hotel W. Cientos de jóvenes se amontonan en una gran sala. Hay futbolines, yoyos, máquinas de fotomatón, dispensadores de nubes de caramelo, piezas de ropa para disfrazarse y música electrónica: es una extraña combinación entre jardín infantil y zona de ocio de la sede de Google. Rodeado de postadolescentes adictos a la tecnología, es inevitable pensar en la película La red Social.
La sala principal está patrocinada por gigantes como Amazon, Ericsson o Intel. En la sala VIP hay un 10% de los asistentes; van mejor vestidos y son de mayor edad –es decir, que pasan de los 30 años. El objetivo es poner en contacto empresas e inversores para que apadrinen a los futuros Zuckerberg. La fiesta de ADA acababa oficialmente a la una de la mañana, aunque Ward ya daba por hecho que seguirían con la música en otra parte. Todo por el negocio.