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Gobierno de Colombia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Si Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos…

Solo una unión de los expresidentes Uribe y Santos puede producir una candidatura fuerte para llegar con buenos augurios a la segunda vuelta presidencial de 2026

Alvaro Uribe y Juan Manuel Santos
Juan Manuel Santos, entonces ministro de Defensa, escucha a Álvaro Uribe, presidente, en 2006.FERNANDO VERGARA (AP)

Si Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos no hacen las paces, nos jodemos los colombianos, porque esa es la única manera de sacar la política del pantano movedizo en que nos encontramos después de que el presidente Gustavo Petro resolvió dedicarse a fortalecer su Pacto Histórico para la continuación de su movimiento político en el poder, en lugar de gobernar. Eso quiere decir, en pocas palabras, que el petrismo está organizado para dar la pelea del 26 y el antipetrismo no.

Hay un montón de candidatos, y es muy probable que se repita la situación de 2022 en la primera vuelta: el petrismo con un solo candidato y el antipetrismo con más de cinco, y terminó ganando el menos apropiado para enfrentar al más fuerte. Solo una unión de los expresidentes Uribe y Santos puede producir una candidatura fuerte para llegar con buenos augurios a la segunda vuelta presidencial. Seguir con el cuento del Acuerdo Nacional, un propósito deseable, pero igualmente chafado, es una pérdida de tiempo.

Los momentos que vivimos son en extremo preocupantes. Según el partido de los economistas ―por boca de uno de sus alfiles más destacados, la economista Cecilia López Montaño―, los motores del crecimiento están en negativo, la industria en -5,9%, la minería en -1,5%, las actividades financieras en -3% y el comercio -0,8%. La construcción crece muy lentamente en 0,7%. López Montaño sostiene que la brecha social inmensa ―que con razón el presidente quiere cerrar― demanda a estas alturas de su administración acciones que, a su vez, son imposibles con una economía postrada. La forma de empezar a reducir de manera sostenible la pobreza y la desigualdad exige no solo recursos fiscales para financiar agresivas estrategias sociales, en educación, salud, seguridad social y muchas más, sino, además, una demanda de empleo que debe provenir de una mayor dinámica en la producción de bienes y servicios.

Llama mucho la atención la preponderancia que se han ganado las mujeres en medio de una política desacreditada y aburrida, tanto como para que haya un consenso para que la sucesión presidencial sea con una mujer. Claudia López y María Fernanda Cabal ya se lanzaron al agua. Algunas de ellas ya tienen eslógan. Vicky Dávila: “10-10-10″, la fórmula tributaria para la reactivación de la economía con la homologación de las tarifas al impuesto sobre la renta para empresas, personas y valor agregado. Laura Sarabia: “El Gobierno es con el pueblo”. Aunque sabemos que hay muchos retos para resolver, también sabemos que gobernar con el pueblo es el camino indicado. Falta María José Pizarro, quien para muchos sería la candidata del Pacto Histórico.

Por lo pronto, rezar para recuperar el orden público en el Cauca, en el Valle y en Nariño, porque las Fuerzas Armadas no han podido con ese ataque criminal de la guerrilla en el país “potencia de la vida”. La destitución del comandante del Ejército, general Luis Mauricio Ospina, aunque tardía, era necesaria. En esta columna habíamos pedido desde septiembre del año pasado su renuncia por los hechos bochornosos, escandalosos, del municipio de Tierralta (Córdoba), en los que la tropa disfrazada de criminales atropelló a la población. El nombramiento del general retirado Luis Emilio Cardozo es una prueba de que los cambios en la cúpula militar de 2022 fueron equivocados, pero crean la ilusión de que la estrategia militar mejore.

Todas estas graves preocupaciones ameritan un entendimiento de los expresidentes Uribe y Santos, quienes han dado prueba de su capacidad de servicio a Colombia.

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