Transportistas cortan rutas por la falta de combustibles en Bolivia
Los sindicatos del transporte pesado mantienen un “bloqueo indefinido de caminos”. Arce sugiere que la protesta se vincula con Evo Morales
Las principales carreteras de Bolivia han sido cortadas por las protestas del transporte pesado en contra del Gobierno de Luis Arce. El sector ha declarado un “bloqueo indefinido de caminos” por la escasez de diésel en el país, que se ha hecho aguda en las últimas tres semanas. Otros sindicatos de transportistas están parando intermitentemente en diferentes ciudades bolivianas. Arce ha creado un comité interministerial para resolver el problema, que atribuye a causas transitorias. Al mismo tiempo, el precio del dólar se ha ido a las nubes, provocando que los comerciantes se manifiesten en las calles.
Enormes camiones están cruzados sobre las rutas que salen de Bolivia a Chile y las que comunican a Santa Cruz, la región agroindustrial boliviana, con el occidente del país. Además de diésel, los transportistas internacionales exigen que Arce despida a su ministro de Obras Públicas. Y advierten que, de no ser escuchados, demandarán el adelantamiento de las elecciones presidenciales de 2025. El Gobierno ha estado negociando con ellos desde hace semanas y logró que sus medidas se postergaran, pero en estos días la falta de diésel se ha hecho tan aguda que le fue imposible seguir conteniéndolos. Arce ha sugerido que se trata de un movimiento con vínculos con su más enconado opositor, el expresidente Evo Morales, que por eso apunta a acortar su mandato.
El Ejecutivo ha logrado apaciguar a algunos sectores del transporte que, al menos en las ciudades —tras 24 horas de bloqueos en las vías públicas—, han acordado volver a reunirse el 8 de agosto para abordar la escasez de diésel y dólares, entre otros asuntos. El ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, ha afirmado que a partir del lunes la distribución de combustible se regularizará, ya que, desde el sábado, estarían ingresando los vehículos de transporte con el diésel que se encuentra en puertos chilenos.
Las autoridades reconocen que solo se está proveyendo el 78% del diésel que se necesita. Primero lo atribuyeron a las “altas marejadas” en el puerto chileno de Arica, que impiden que cuatro barcos petroleros, dos de ellos rusos, descarguen los cargamentos de diésel y gasolina comprados por Bolivia. Luego se supo que el terminal petrolero que Bolivia posee en Arica no cuenta con permiso de la autoridad portuaria para operar, a causa de su mal funcionamiento. Arce llamó a su homólogo chileno, Gabriel Boric, para pedirle ayuda para acelerar la descarga del combustible.
Las autoridades también explicaron que el bajo nivel de las aguas de la hidrovía Paraguay-Paraná, que comunica a la mediterránea Bolivia con la cuenca del Plata, contribuye a la carestía de diésel. En cambio, el suministro de gasolina, que llega por tierra de Paraguay y Argentina, fue normal hasta que los cortes de ruta provocaron el pánico de los consumidores. Ahora, largas filas de vehículos privados y públicos esperan ante las estaciones de servicio de todo el país. El presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Armin Dorgathen, pidió al público que no cargue sin necesidad, porque en este momento hay una “sobredemanda del 120%” respecto a la compra normal.
Pese a las explicaciones del Gobierno, la mayor parte de la gente interpreta la falta de combustibles como un resultado de la crisis cambiaria en la que está sumido el país desde febrero de 2023. En esa fecha, las reservas de divisas prácticamente se agotaron y los bancos comenzaron un “semi-corralito” de los depósitos nominados en dólares que continúa hasta el presente. Cada depositante solo puede retirar entre 200 y 500 dólares por semana. Los bancos también aprobaron restricciones a las tarjetas que se usen en el extranjero y a los giros en otras monedas. El Gobierno decidió no devaluar el boliviano, pero apareció un mercado paralelo en el que esta moneda se deprecia continuamente. En este momento, el dólar cuesta 12,5 bolivianos, mientras el cambio oficial es de 6,96 bolivianos por dólar, lo que implica una devaluación de la moneda nacional del 80%. Los importadores formales y los informales están sufriendo por esta razón. Estos últimos, que son conocidos en Bolivia como “gremiales”, han comenzado a marchar en las ciudades para expresar su malestar.
La carestía de dólares se origina en la debacle de la industria petrolera del país, que también explica la creciente necesidad de importar combustibles del país. La producción de gas y líquidos asociados ha caído a la mitad de lo que era en 2014. Los ingresos nacionales han disminuido en esta misma proporción. Al mismo tiempo, Bolivia debe importar el 56% de la gasolina y el 86% del diésel que consume. Y vende al público directamente lo que compra, sin casi guardar reservas para situaciones anómalas como la de ahora.
El gobierno responsabiliza de esta situación a los gobiernos de Evo Morales que lo antecedieron, por no haber hecho más inversiones en exploración de hidrocarburos. Arce fue el ministro de Economía de estos gobiernos. El 16 de julio, anunció que YPFB había descubierto aproximadamente 1,7 trillones de pies cúbicos de gas en el campo de Mayaya, en el norte de La Paz. La buena noticia quedó matizada por el hecho de que se necesita al menos tres años para poder explotar comercialmente esta riqueza. Mientras tanto, las crisis económica y energética del país continúan.
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