Los superclásicos argentinos entre River Plate y Boca Juniors son cada vez más colombianos

Miguel Borja, autor del único gol del partido más popular, se suma a una lista iniciada por Cardona, Quintero, Borré y Villa e ininterrumpida desde 2017

El colombiano Miguel Borja celebra el gol del triunfo de River Plate ante Boca Juniors en el superclásico jugado en el Monumental, el 7 de mayo de 2023.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)

En 2017, Boca abrió su triunfo en el Monumental con un tiro libre prodigioso de Edwin Cardona. En 2018, en la final de la Copa Libertadores jugada en Madrid, un zurdazo de Juan Fernando Quintero rubricó en mármol el gol de todos los tiempos del superclásico argentino. En 2019, por la semifinal del máximo torneo continental, Rafael Borré abrió el siguiente éxito de River. El 2 de enero de 2021 –un partido que debía jugarse ...

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En 2017, Boca abrió su triunfo en el Monumental con un tiro libre prodigioso de Edwin Cardona. En 2018, en la final de la Copa Libertadores jugada en Madrid, un zurdazo de Juan Fernando Quintero rubricó en mármol el gol de todos los tiempos del superclásico argentino. En 2019, por la semifinal del máximo torneo continental, Rafael Borré abrió el siguiente éxito de River. El 2 de enero de 2021 –un partido que debía jugarse el año anterior pero fue reprogramado y postergado por el coronavirus-, el propio Borré y Sebastián Villa anotaron en la Bombonera los últimos dos goles de un 2 a 2 taquicárdico. Dos meses más tarde, en marzo de 2021, otra vez Villa volvió a marcar en un nuevo empate en La Boca. En 2022, Villa llevó su racha al Monumental y convirtió el gol del triunfo 1 a 0 de Boca. Y ya en 2023, el domingo pasado, Miguel Borja definió el clásico más agónico de la historia: en el minuto 92, rubricó el 1 a 0 de River.

A falta de blanco, los colores de la bandera de Colombia también le calzan a la perfección al superclásico argentino: azul y amarilla por Boca y roja por River. Los colombianos –de Medellín como Cardona y Quintero, de la periferia de la capital antioqueña como Villa, de Barranquilla como Borré, y de la región Caribe como Borja- llevan siete años seguidos cumpliendo un rol fundamental en un partido que siempre canonizó a goleadores extranjeros, en especial uruguayos, paraguayos y brasileños, pero nunca con una presencia tan continua y de un mismo país como en la actualidad: son los sucesores de una semilla iniciada en el cambio de siglo por Juan Pablo Ángel y Jorge Bermúdez y continuada en los años 2000 por Radamel Falcao.

El Boca-River o River-Boca forma parte del sistema gravitatorio argentino, pero desde su origen intentó alimentarse de goles de otros países. En su primer enfrentamiento oficial, en 1913, cuando el duelo todavía era un clásico zonal del barrio de La Boca y no había trasladado su trascendencia al resto del país, River presentó el debut de un centrodelantero inglés, Arthur Herbert Thompson, que había llegado a Argentina en 1911 para trabajar en el British Bank of South America. Su paso por el club sería mínimo –jugaría un par de partidos más y a los pocos años se alistaría como voluntario para su país en la Primera Guerra Mundial, en la que moriría en 1916- pero simbólico: River confiaba en jugadores extranjeros para convertirle goles a Boca. Y viceversa.

El máximo goleador de Boca en los superclásicos oficiales, de hecho, es un brasileño, Paulo Valentim, que en siete partidos entre 1960 y 1964 le marcó 10 tantos a River, uno más que el héroe moderno, Martín Palermo. Aunque Ángel Labruna, porteño y símbolo de River, es el máximo goleador del enfrentamiento más antagónico (16, en 35 partidos entre 1939 y 1959), el carioca de Boca tiene el mejor promedio: 1,42.

Ese protagonismo extranjero en las redes del duelo más esperado había nacido antes, cuando el fútbol argentino se profesionalizó en la década del treinta y el paraguayo Delfín Benítez Cáceres, de Boca, se convirtió en el primer gran goleador: llamó la atención en 1932 por marcarle por triplicado a River en la Reserva y fue ascendido a Primera. A fines de ese año le convirtió por duplicado al máximo rival e inició lo que sería su sello personal: totalizaría seis goles contra River, una cifra que lo mantiene como el sexto máximo goleador de Boca en el clásico.

En la década siguiente, el uruguayo Severino Varela, que de lunes a viernes vivía en Montevideo y los fines de semana viajaba a Buenos Aires para jugar en Boca, le anotó cinco goles a River entre 1943 y 1945, los mismos que sumaría Diego Maradona entre los ochenta y noventa. Uno convertido de cabeza -recubierta con la boina blanca con la que jugaba- sirvió para que Boca le arrebatara el título a la delantera más famosa de River, La Máquina, pero a los pocos años los Millonarios contratarían a otro montevideano, Walter Gómez, que también se especializaría en convertirle goles al gran rival: entre 1950 y 1955, hizo cinco.

Ya entre los ochenta y noventa, otro uruguayo, Enzo Francescoli, también llegó a esos cinco goles oficiales contra Boca, la máxima cantidad de un extranjero de River en el superclásico. Fueron épocas, hasta los primeros años de este siglo, en la que uruguayos y paraguayos de los dos equipos –Antonio Alzamendi, Rubén Da Silva, Sergio Martínez, Nelson Cuevas, Gabriel Cedrés, Celso Ayala y Ricardo Rojas- convirtieron goles que le cambiaron el humor a millones de argentinos, una lista a la que ocasionalmente se agregaron un chileno -Marcelo Salas, para River-, otro brasileño –Iarley- y un camerunés -Alphonse Tchami, los últimos dos para Boca-.

Una nueva tradición argentina

El colombiano Sebastián Villa, de Boca Juniors, disputa una pelota con Milton Casco durante el clásico contra River Plata jugado el 7 de mayo de 2023.AGUSTIN MARCARIAN (REUTERS)

Hasta el cambio de siglo, la única participación colombiana había sido la opuesta: tratar de evitar goles. Con 20 presencias en Boca de 1988 a 1996, el exarquero Carlos Navarro Montoya es el único extranjero entre los 20 futbolistas con más superclásicos jugados, pero en los últimos 25 años llegó el cambio de paradigma: los colombianos primero aparecieron en festejos esporádicos y luego se instalaron como un grito habitual. En mayo de 1999, Bermúdez –compañero de Mauricio Serna y Óscar Córdoba en el Boca más ganador de la historia- marcó el gol del 2 a 1 de su equipo en la Bombonera, de la misma manera que en octubre de ese año Ángel marcaría el 2 a 0 de River en el Monumental –y repetiría en el superclásico de la Libertadores 2000-. Ya en 2007, Falcao continuaría ese legado con el primer gol para un 2 a 0 a favor de River.

Aunque cada tanto hay festejos de otros países, los goles continuados de Cardona, Quintero, Borré, Villa y Borja son la confirmación de un nueva tradición argentina: los superclásicos se definen con goles colombianos.

La dirigencia de Boca, de hecho –en la que Bermúdez y Serna secundan al encargado del fútbol, Juan Román Riquelme-, sostienen a Villa como una parte fundamental del equipo a pesar del juicio que enfrenta por violencia de género. El 18 de abril pasado, el delantero colombiano de Boca se presentó en Tribunales durante el día y jugó por la noche ante Pereira, por la Copa Libertadores. Este domingo, después de gritar el gol de Borja –el continuador de Quintero y Borré-, los hinchas de River despidieron a su último verdugo al grito de “Villa se va preso”.

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