La batalla por Boca Juniors entre Macri y Riquelme encalla en los tribunales
Las elecciones que el expresidente y el exfutbolista debían disputar este domingo quedan suspendidas por una supuesta irregularidad en el padrón
Un tribunal de la Ciudad de Buenos Aires ha suspendido este martes las elecciones presidenciales en Boca Juniors, uno de los clubes deportivos más populares de Argentina. Unas 100.000 personas estaban llamadas a las urnas para elegir al nuevo presidente del club entre Juan Román Riquelme, actual vicepresidente y uno de los exfutbolistas más queridos por los fanáticos, y Andrés Ibarra, un economista aupado por el expresidente de Argentina y antiguo dirigente boquense, Mauricio Macri, que ha entrado en la carrera como candidato a vicepresidente. La jueza ha suspendido los comicios tras aceptar una denuncia de Ibarra sobre supuestas irregularidades en la inscripción de al menos 13.000 socios votantes durante la actual gestión. Así, la segunda batalla política más agria del año ha encallado en los tribunales sin nueva fecha para llevarse a cabo.
Tras la victoria del ultraderechista Javier Milei en las presidenciales del pasado 19 de noviembre, los ojos de Argentina se posaron en las elecciones de Boca Juniors. El morbo que generaba presenciar un enfrentamiento entre el futbolista que más alegrías le ha dado a los fanáticos en las últimas décadas y el antiguo dirigente político que buscó deshacerse de él por desafiar su autoridad, era solo parte del atractivo. La batalla por Boca también había entrado en la campaña electoral.
Milei, que había recibido un espaldarazo de Macri para vencer al peronismo gobernante en las elecciones nacionales, encaró la última fase de su campaña con los equipos del fútbol argentino haciendo campaña en su contra por la propuesta de convertir los clubes sociales que manejan el fútbol profesional en sociedades anónimas abiertas al capital privado. Más de 100 equipos profesionales rechazaron la propuesta del presidente electo, y entre los grandes, el Boca Juniors liderado por su actual presidente, Jorge Ameal, y su vice, Juan Román Riquelme, fue especialmente crítico. “Fiel a sus orígenes, respetuoso de los claros principios defendidos durante casi 120 años, Boca Juniors ratifica su carácter de asociación civil sin fines de lucro y la premisa de que nuestro club es de su gente, socios y socias que lo vuelven cada día más grande”, publicó Boca en un comunicado. Milei venció en las presidenciales incluso con los equipos de fútbol en su contra, y Macri decidió redoblar su apuesta e ir por la revancha en el club que había catapultado su carrera política.
La denuncia del candidato macrista aceptada por un juzgado civil ha horadado en uno de los problemas más grandes del club. Boca Juniors tiene 315.879 socios, según datos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), de los cuales casi 175.000 figuran como “socios adherentes”, es decir, pagan una mensualidad menor a la de un socio pleno y no gozan de los mismos derechos, como el de poder ingresar al estadio durante los partidos o el de votar en las elecciones. La Bombonera, el estadio de Boca, tiene capacidad para unas 57.200 personas, y todos los socios adherentes pagan unos 10 dólares al mes con la esperanza de avanzar en la fila que los convierta en socios plenos.
Según la resolución judicial que ha inhabilitado las elecciones, unos 13.000 socios adherentes cambiaron de categoría entre agosto y noviembre de 2021 saltándose la fila, cuando lo habitual es que la cifra mensual no supere el centenar. El candidato Andrés Ibarra denunció que el “crecimiento desmedido” escondía una intencionalidad política: para votar, los socios plenos deben tener cumplidos los 18 años de edad y tener al menos 24 meses de antigüedad.
El conflicto se destapó el pasado 22 de noviembre, después de un allanamiento judicial que buscaba cifras sobre los socios. Entonces, Boca difundió en sus redes sociales la versión oficial: según la actual dirigencia, el club tiene hoy menos socios que en diciembre 2019, cuando recibió el traspaso del macrista Daniel Angelici. También afirmaron que durante esa gestión, entre 2012 y 2019, la cantidad de socios activos se había doblado hasta alcanzar los 114.665. “El inoportuno momento elegido (...) a diez días de los comicios para elegir las autoridades del club, demuestra una vez más que el señor Andrés Ibarra, candidato del frente de la oposición, solo pretende dañar a la institución y el proceso eleccionario”, decía el comunicado.
No fue el primer allanamiento a la gestión riquelmista. En agosto, tras otro operativo, el hermano del vicepresidente, Cristian Riquelme, fue imputado por defraudación y asociación ilícita por una supuesta reventa de entradas. Debe presentar su declaración indagatoria ante la Justicia este miércoles.
Riquelme lleva meses denunciando una “campaña sucia” del macrismo en el que la Justicia y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires han tenido un rol activo. Entre las causas judiciales y las constantes suspensiones al estadio por “sobrepasar su capacidad”, Riquelme ha logrado sostener la narrativa de que Macri usa su poder político para embarrarle la cancha. Sospechas no le faltan: Mauricio Macri es el hombre más poderoso de Buenos Aires desde que en 2007 dejó la dirigencia de Boca para convertirse en alcalde de la capital argentina. Lo fue durante ocho años, hasta que en 2015 escaló a la presidencia, pero su partido no ha dejado de gobernar la ciudad. Su último delfín al frente del Gobierno porteño es nada menos que su primo, Jorge Macri, que logró presentarse a las elecciones del pasado octubre tras una pirueta de un tribunal que lo habilitó a pesar de que no cumplía el requisito primordial: estar domiciliado en la ciudad.
“Román, corré a esos 13.000 socios y votemos el domingo”, pidió Macri en una entrevista televisiva el martes por latarde. En una conferencia de prensa desde el club, Riquelme respondió: “Hay una jueza en el medio... Macri pasa por encima de una jueza”. “Estamos ante las elecciones más claras de la historia de nuestro club. Estos señores quieren volver, privatizar y desde ahí no se votará nunca más”, denunció el vicepresidente, que lideraba las encuestas para las elecciones suspendidas.
El antiguo ídolo, el último capitán boquense en levantar la siempre anhelada Copa Libertadores, tiene a su favor haber reforzado algunas estructuras del club: el equipo profesional femenino es el campeón local y un gran competidor sudamericano, el baloncesto ha vuelto a la élite argentina, y el fútbol profesional masculino se ha llenado de talentos criados en casa. En su contra, Riquelme no pudo encargarse de los dos elefantes blancos: la ampliación del estadio y conseguir otra vez la Copa Libertadores que el equipo ganó por última vez en 2007. Ibarra y Macri han propuesto sus soluciones. El expresidente afirma contar con los fondos para encarar la reforma de La Bombonera, y tiene la medalla de haber sido el presidente que llevó a Boca a la cúspide mundial a principios de este siglo. Su promesa incluye volver a echar del club al jugador que lo ayudó entonces en el campo y que, como pocos, no teme levantarle la voz.
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