Kae Tempest: “El lenguaje nos ayuda a desmantelar el patriarcado”
Figura clave del ‘spoken word’, se define como persona no binaria y reivindica el arte como pegamento social en su último libro, ‘Conexión’. En mayo ofrecerá un recital poético en Madrid
El pasado verano, Kate Tempest (Brockley, Reino Unido, 35 años), la poeta y rapera, figura clave del spoken word mundial, dejó de llamarse Kate. Decidió, cansada de que todo “doliese demasiado”, dar un paso “hacia algún lugar”, un lugar que la alejase para siempre del binarismo, adoptando el pronombre they (ellos) y definiéndose como algo al margen de lo masculino y lo femenino. Se deshizo de su icónica melena rizada y ...
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El pasado verano, Kate Tempest (Brockley, Reino Unido, 35 años), la poeta y rapera, figura clave del spoken word mundial, dejó de llamarse Kate. Decidió, cansada de que todo “doliese demasiado”, dar un paso “hacia algún lugar”, un lugar que la alejase para siempre del binarismo, adoptando el pronombre they (ellos) y definiéndose como algo al margen de lo masculino y lo femenino. Se deshizo de su icónica melena rizada y pasó a llamarse Kae. Luego publicó un libro, Conexión (editado por Sexto Piso en castellano y Més Llibres en catalán), en el que, amparándose en el espíritu del visionario William Blake, poeta, pintor y artista total que elevó la realidad a experiencia mental, reivindica el papel del arte como brújula capaz de encontrarnos, de conectarnos con nosotros mismos en un momento en el que el yo “se ha vuelto vaporoso en mitad de tanta distracción”.
¿Más vaporoso que nunca? “No, yo no creo que estos tiempos nos alejen más de la realidad, o del presente, que otros. Antes de internet teníamos la televisión, y antes, los periódicos y las revistas, y en general todo lo que te evita pensar en ti. Siempre ha sido difícil vivir el presente. No podemos evitar pensar en el futuro y en el pasado. Religiones como el budismo a veces no hacen más que insistir en resituarnos en el ahora. En el fondo siempre estamos huyendo de aquello que no nos gusta del presente, pero el arte lo detiene todo. Nos iguala. Porque se dirige a una parte de nosotros que no está consciente. Que no tiene nada que ver con esa especie de juego en el que consiste estar vivo. Se dirige a nuestra parte secreta, el inconsciente. Por eso cuando recitas un poema se produce una especie de comunión”, contesta.
Es un mediodía de abril, Tempest está en su casa, en Londres. ¿Es lo que ocurrió cuando Amanda Gorman recitó aquel poema durante la toma de posesión de Joe Biden? “Sí. No importa de dónde vengas ni lo que sea por lo que estés pasando en el momento en el que escuchas un poema. Está hablando con una parte de ti que es, de alguna forma, idéntica en todos”, asegura. Así, el arte es una suerte de pegamento social. Aquello que demuestra que “es más lo que nos une que lo que nos separa”, dice. “¿Y no será que si hemos evolucionado como especie es porque hemos cooperado y no porque hayamos salido a cazar queriendo volver cada uno con la mejor pieza?”, se pregunta. Entonces, ¿por qué hemos creado un sistema que nos enfrenta? “Lo que temo de esta época es que la conciencia parece estar siendo dirigida”, responde.
En el centro de Conexión hay un encuentro en un parque con un tipo que vive en la calle y va a todas partes con un libro de poemas de Derek Walcott. El parque estaba en Sídney. Tempest emborronaba versos en una libreta mientras hacía tiempo para dar una charla en una librería. “Acostumbro a salir a la calle y tratar de hablar con alguien cuando estoy de gira. Cuando tu vida consiste en subir a un escenario, uno puede llegar a sentirse muy solo. Y nada me gusta más que la gente. Salí y hablé con ese hombre. Le dije que era poeta. Y él me habló del poemario de Walcott. Me dijo que había sido un regalo de su madre y que era lo único que poseía. Me pareció hermoso. Cuando volví a la librería me encontré con un ejemplar de El libro rojo, de Carl Jung, abierto por la página en la que hablaba sobre el espíritu de los tiempos y el espíritu de la profundidad. Lo tenía”, recuerda.
¿Qué tenía? “Fue como una señal. Iba a tratar de escribir sobre cómo conectar una cosa y otra”, contesta. Evidentemente, y volviendo a Blake, poeta que, dice, “ha iluminado” cada uno de los pasos que ha dado, el arte es el intermediario. “El arte es una forma de pertenecer. El artista es un animal herido. Sin esa herida, no crearía. Mi herida tenía que ver con la disforia. El estar en un cuerpo que no era el correcto. Estaba lejos de todo. Me avergonzaba ser lo que era. La música me salvó. Me dio un lugar al que pertenecer. Yo era como toda esa gente que amaba la música como yo. Los artistas somos gente solitaria que lo único que quiere es dejar de estar sola. Por eso nos fijamos tanto en los demás. Nos pasamos la vida contemplando a los otros. ¿Cómo lo hacen?, nos preguntamos. Cuando empiezas a crear, todo cambia. Te sientes parte de algo”, dice.
¿Se siente mejor ahora, que ya no es ni ella ni tampoco él? “Oh, sí. Siento más comodidad, incluso en las entrevistas. Odiaba la manera en que los demás me concebían. Me siento mejor. Soy más yo. Ya no duele tanto. Y quiero decirles a todos los que estén iniciando un proceso trans o se encuentren en cualquier punto del espectro no binario que estoy con ellos; gente, os quiero, estoy ahí, con vosotros, no estáis solos. Durante mucho tiempo pensé que era la única persona que se sentía así. Gracias a Dios por internet, que a la vez que nos aleja nos permite encontrarnos”. Conexión está escrito con lenguaje inclusivo. Cree que no hay mejor arma para luchar contra el binarismo que el lenguaje. “Lo que nos ha separado puede volver a unirnos”, dice.
“El lenguaje puede ayudarnos a desmantelar el patriarcado. Para quienes hemos nacido fuera de lo binario, y que nos ha dolido cada vez que nos han llamado él o ella, el lenguaje inclusivo es fundamental. Te dices: ‘Joder, por fin”, expone. Dice que ha tenido suerte: fue adolescente en una época (los noventa) en la que las redes no existían y no tenías que fingir más de la cuenta. Recuerda tener un póster de John Coltrane en la habitación con 13 años. Y sentir fascinación por Michael Jackson, Diana Ross, Neil Young. Luego llegó el hip hop y se encontró fuera de lugar “en ese mundo macho”, pero a la vez cada vez más cerca de aquello que parecía darle un sentido a todo. “No creo que los estímulos de hoy dificulten la creación. Es más fácil crear ahora de lo que lo ha sido nunca”, dice. ¿Por qué? “Hay menos barreras. No importa dónde naces”, añade.
El 8 de mayo dará un recital de poesía en el Centro Conde Duque de Madrid. Las entradas se pusieron a la venta esta semana y se agotaron en unas horas. “La forma en que hemos decidido vivir en este planeta se me hace siniestra y extraña”, escribe en Conexión, y parece que es el espíritu de Blake el que habla. “El ahora es el resultado de millones de momentos pasados. Le prestemos o no atención, el trauma del contexto histórico está ahí. Podemos fingir ignorarlo, pero nos afecta de todas formas. Mi papel como artista es crear un espacio en el que seamos conscientes de eso. En el que nos elevemos y, por un momento, formemos parte de un todo que admita cómo de dura y a la vez maravillosa es la vida”. No, Blake no pasará nunca de moda, dice. “Porque habla de lo eterno que hay en nosotros”.
‘Conexión’ / ‘Connectar’. Kae Tempest. Traducción de Esther Villardón (castellano) y Martí Sales (catalán). Sexto Piso y Més Llibres, 2021. 120 / 112 páginas. 12,95 euros.
Recital poético en el Centro Conde Duque de Madrid el 8 de mayo.
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