‘Hubo un jardín’: Calculada máquina de palabras

Los cuentos de la argentina Valeria Correa Fiz son un ejercicio puro de ficcionalización de algunos males de nuestro tiempo. O de todos los tiempos

La escritora argentina Valeria Correa Fiz.Isabel Wagemann

El nuevo libro de relatos de la cuentista y poetisa Valeria Correa Fiz (Rosario, Argentina) se titula Hubo un jardín. La primera sensación a la que me remiten estas piezas es a la fuerte impresión que me dejaron los 12 cuentos de su primer libro, La condición animal (2016). No sé dónde leí a propósito de ese libro que todo en él sabía a cálculo en su estética. Puedo garantizar que es muy exacto d...

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El nuevo libro de relatos de la cuentista y poetisa Valeria Correa Fiz (Rosario, Argentina) se titula Hubo un jardín. La primera sensación a la que me remiten estas piezas es a la fuerte impresión que me dejaron los 12 cuentos de su primer libro, La condición animal (2016). No sé dónde leí a propósito de ese libro que todo en él sabía a cálculo en su estética. Puedo garantizar que es muy exacto dicho aserto. Terminé de leer Hubo un jardín y lo que me dejó fue la experiencia de lo calculado hasta el mínimo detalle. Todo lo exasperante, desesperado y doloroso de su primer libro se vuelve ahora en éste más cerebral, más calculado en su desarrollo formal y argumental. La misma poesía, sólo que más contenida o diluida, el paso de lo ­real a lo abismal o ignoto se vuelve ahora menos hiriente, aunque no menos inquietante.

La idea de cálculo la defiendo en toda la producción narrativa de Valeria Correa Fiz como una operación de control de la misma materia narrativa y emocional con la que trabaja. Algo así como “saber mantener las formas”. Estos cuentos sorprenden, inquietan, hacen pensar en aspectos del ser humano inconcebibles aunque siempre verosímiles, pero también de la naturaleza física, la animal, mineral o floral que nos rodea.

Abro el libro y busco el cuento que también sirva para titular el volumen de siete historias. No hay tal cuento. Es el típico procedimiento que nos sirve de guía para calibrar su tono, su atmósfera. Ambos conceptos se distribuyen por todos los cuentos. Todos están calculados para que ninguno supedite al resto con su espíritu directriz. Todas las voces narradoras, femeninas, tienen su espacio asignado a lo que relatan o sufren. No obstante, si tuviera que elegir uno o dos como título general, sería ‘Hotel Edén’ o ‘El invernadero de Eiffel’. Dos piezas maestras. El primero, una historia entre gótica y de viaje al pasado más siniestro de Europa, donde lo que sucede no es precisamente lo que uno imagina que debe suceder en un edén. El segundo es un viaje por el paisaje de una burguesía rural, con personajes que son conscientes de su condición, social y humana. Con un resabio de la literatura que me sabe a Silvina Ocampo, donde los objetos son símbolos, metáforas. En resumen, todo funciona como una máquina de palabras, las dichas y las no dichas, un ejercicio puro de ficcionalización de algunos males de nuestro tiempo. O de todos los tiempos.

Hubo un jardín 

Autora: Valeria Correa Fiz.


Editorial: Páginas de espuma, 2022.


Formato: tapa blanda (152 páginas, 15 euros) y e-book (5,99 euros).

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