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El baile circular del arte y la artesanía

Una muestra invierte la jerarquía entre ambas partiendo de una obra del escultor Alberto para el Pabellón de la República

Anidar en el gesto expo
Vista de la exposición 'Anidar en el gesto' en la Fundación Cerezales (León), que se adentra en las obras del escultor Alberto Sánchez para el Pabellón de la República Española.

Juan Negrín leía la carta-informe del comisario del Pabellón de la República mientras se desataba la sangrienta batalla de Brunete. “Place a los doctos y a los indoctos”, escribía José Gaos sobre la escultura El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, de Alberto Sánchez, ubicada en la entrada del pabellón en la Exposición Internacional de París de 1937. La obra del escultor Alberto, como lo llamaban sus contemporáneos, desapareció físicamente, pero no del imaginario del arte nacional, como atestigua la réplica de la escultura erigida frente al Museo Reina Sofía en Madrid.

En aquel mítico pabellón hubo otro trabajo de Alberto del que no queda, casi, ni memoria: una estantería. En la sección de artes populares, el artista creó un fantasioso mueble sobre el que se posaron una veintena de botijos. Digo casi porque la exposición Anidar en el gesto: unas estanterías de Alberto, apta para doctos e indoctos, recupera esa obra como nudo central e invierte las jerarquías clásicas formulando una pregunta clave: ¿qué ocurre si la obra de arte es la peana y lo que la sostiene es la artesanía? Y de esa cuestión parten las ocho respuestas que se pueden ver en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (León).

El pensamiento de John Berger abriga todas las conclusiones de la muestra, como la de la depredación industrial de lo artesano

La relación entre arte y artesanía, desde que las manos creadoras se pusieran a la obra, ha sido siempre un baile circular. En Paisanaje y paisaje (2022), Xavier Arenós, artista que formó parte de este proyecto comisariado por Ángel Calvo desde su etapa de conceptualización, concibe un grupo de faldas de trajes típicos de España que giran impulsadas por tornos de alfarería, que aparecen y desaparecen según la mecánica de la coreografía. Una desvergonzada cita a Unamuno y a la generación del 98, quienes hicieron danzar a lo folclórico y a lo tradicional desde la literatura. Las dos fotografías de Oriol Vilanova, Detesto el folklore oficial y organizado (2013), siguen la senda de partida, pero esta vez parafraseando a Buñuel, quien fundiera en un mismo fotograma lo surreal y lo popular. Un antojadizo encuadre de las bases de unas copas de cristal sobre una mesa. Son piezas de vidrio soplado realizadas en los talleres del Poble Español de Barcelona, y su sostén, una mesa diseñada por Mies van der Rohe. De nuevo, la inversión de roles entre objeto artístico y artesanal.

Entramos en una fase que se hace bola. Xavier Arenós repite presencia con la bíblica Los bienaventurados (2022), una estantería albertiana sobre la que reposan fotografías de artesanos de oficios perdidos. La estructura deviene una “foto de pie”, siendo el pie de foto la cartela, una homilía en la que se cruza a Zambrano con Lévi-Strauss centrada en la idea de los bienaventurados que son felices “con lo que es y con lo que hay”. Más inteligible, O libro das mans (2007), del etnólogo Emilio Araúxo, es una colección de fotos de manos de trabajadores del campo gallego. Pieles arrugadas sobre el blanco papel terso, imágenes que llegaron a emocionar a John Berger, quien se carteaba con Araúxo y que le llegó a escribir que no lograba ver sus imágenes porque cada vez que abría el libro sus ojos se colmaban de lágrimas. El pensamiento de Berger abriga del frío todas las conclusiones que puede generar esta exposición, como la de la depredación industrial de la artesanía.

Con mucho sentido del humor, Andrea Büttner (la producción en cadena de la labor monasterial) y Gareth Kennedy (la desikeaización de una lámpara de ratán) ahondan en el saqueo comercial de la manufactura individual. Por su parte, Teresa Lanceta y Claudia Fernández reivindican respectivamente la belleza de lo útil en los tejidos marroquíes y en los huaraches mexicanos. Leer una escombrera (2018-2022) resuelve un misterio local, el de piedras esparcidas por escombreras leonesas. Nader Koochaki lo desvela: los hizo Salvador Robles, operario de buldócer que se había dedicado, tras el desmantelamiento de la actividad minera, a generar refugios para animales. Nidos y gestos en una muestra muy bien hilvanada.

‘Anidar en el gesto: unas estanterías de Alberto’. Fundación Cerezales Antonino y Cinia. Cerezales del Condado (León). Hasta el 2 de abril.

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