‘Todo lo que aprendimos de las películas’, historias perturbadoras de hijas y madres ausentes
María José Navia desarrolla en unos relatos que perturban y acongojan profundamente experiencias y situaciones que derivan en el desafecto, la soledad e incluso el rencor
En Todo lo que aprendimos de las películas, María José Navia reúne un conjunto de relatos que comparten el tema de la espinosa y conflictiva relación entre hijas y madres. Las distintas piezas mantienen entre sí una cohesión interna, que no solo atañe a la factura de los textos y su estilo, sino que se refuerza también a partir de la reaparición de personajes, episodios y leitmotivs, lo cual redunda en un creciente interés del lector, que comprueba cómo estas piezas forman parte de un tapiz más amplio y envolvente, produciendo así la impresión de estar ante una obra unitaria y dinámica, gracias a la presencia sucesiva de algunos de estos elementos comunes, que operan al modo de ampliación e intensificación.
Casi todos, narrados en primera persona y desde el punto de vista de las hijas —niñas, adolescentes o adultas—, cuentan o evocan experiencias en las que la madre es una figura ausente o distanciada, de la que no se recibe atención, cuidados ni amor, como sí sucede, en cambio, con los padres cuando estos comparecen: Mauricio, quien siempre acompaña a su pequeño hijo durante el severo y largo tratamiento de una afección ocular; el tío Alberto, desviviéndose por su hija adoptada, e incluso uno de los muchos exnovios de una madre en ‘Bond’, título referido no al héroe cinematográfico, sino al sentido de esta palabra inglesa: vínculo, lazo. En contrapartida, dos relatos tratan de la frustración y el sufrimiento de dos mujeres que no ven cumplido su anhelo de ser madres, por haber padecido de joven una infección que derivó en el vaciado de los órganos reproductores (‘Escenas borrosas’) o pese a someterse a rigurosos tratamientos de fertilidad (‘Dependencias’).
No hay en estos cuentos maniqueísmo de ningún tipo, gracias al enfoque y también al empleo de un lenguaje implacable
Y, aunque no lo parezca, no hay en estos cuentos maniqueísmo de ningún tipo, gracias al enfoque y también al empleo de un lenguaje implacable, a menudo articulado a partir de motivos e imágenes de sugestiva filiación onírica.
Me ha gustado especialmente la variedad e imaginación con que María José Navia narra estas experiencias y situaciones que derivan en el desafecto, la soledad e incluso el rencor. También en la perplejidad y la extrañeza de algunas de estas niñas al hacerse mayores. Así, ‘Sacar la lengua’ ofrece una divertida tipología de unas madres ocupadas en dietas, aceites y perendengues —las monstruas, las regias o las estupendas—, secundadas por unas hijas que aspiran a protagonizar un videoclip actuando de sirenas, episodio que retorna brevemente en el relato homónimo. ‘Fan’ narra la venganza de una hija hacia una madre que fue afamada escritora cuando a ella acude un periodista en busca de datos para escribir la biografía-apología de aquella mujer adorable. ‘Gretel’ es un robot al que inicialmente se confía el cuidado de unas niñas durante el reciente confinamiento debido a la pandemia, pero cuya presencia —órdenes, prohibiciones— se hará permanente.
Escritos con las cualidades del diamante —dureza, brillantez—, los relatos de Todo lo que aprendimos de las películas nos perturban y acongojan profundamente.
Todo lo que aprendimos de las películas
Autora: María José Navia.
Editorial: Páginas de Espuma, 2023.
Formato: tapa blanda (160 páginas, 17 euros) y e-book (6,99 euros).
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