Jorge Volpi, rabioso y magistral
Los seis cuentos largos del narrador mexicano abordan en tono humorístico las diferentes caras de la ira que se ha instalado en la realidad, ya sea digital o analógica
A la vieja usanza de las vanguardias, el mexicano Jorge Volpi apareció en 1996 amparado por un grupo, un manifiesto y, lo que importa, una obra. En el grupo del Crack lo acompañaban su amigo Ignacio Padilla, Eloy Urroz, Pedro Ángel Palou y Ricardo Chávez Castañeda y tod...
A la vieja usanza de las vanguardias, el mexicano Jorge Volpi apareció en 1996 amparado por un grupo, un manifiesto y, lo que importa, una obra. En el grupo del Crack lo acompañaban su amigo Ignacio Padilla, Eloy Urroz, Pedro Ángel Palou y Ricardo Chávez Castañeda y todos publicaron aquel año una novela (la de Volpi, El temperamento melancólico) que ilustraba los postulados en el manifiesto: en síntesis, la recusación del adocenamiento estético y un retorno a la gran literatura de los sesenta, que había sido a su vez una asimilación de la modernidad literaria más audaz y exploratoria. En 2016, meses antes de que Padilla perdiera la vida en un accidente de tráfico, publicaron un posmanifiesto espléndido en el que cada uno de ellos revisaba aquellos propósitos. Volpi lo tuvo claro: seguía apostando por la complejidad, por la profundidad y la polifonía, por la escritura perdurable capaz de cambiar la vida aunque solo sea a un lector. Y esa es la poética que subyace a estos cuentos largos o relatos de media distancia —como gusta de llamarlos el autor— que están unificados por el asunto común de la rabia o iracundia que parece haberse instalado en nuestra realidad, la rabia analógica y, con mayor impunidad, la virtual.
La compenetración de la técnica narrativa, diversa en cada una de las piezas, con el prisma satírico que ofrecen es impecable
De los seis relatos, cuatro son inéditos y, lo digo ya, magníficos. De los otros dos, ‘Poética’ procede de 1999 pero ha sido tan reelaborado que puede añadirse a los anteriores, también en su excelencia. El otro, ‘Atonalidad’, es en realidad un cuento nodriza formado por cuatro microrrelatos monotemáticos que fueron publicados en 1992 y que, aun siendo incisivos retratos del rapto o paroxismo musical, no alcanza la segura maestría del resto. Y es que la compenetración de la técnica narrativa, diversa en cada una de las piezas, con el prisma satírico que ofrecen es impecable. Así, en ‘Irreversibilidad’, la dificultosa redacción del obituario de un célebre científico por parte de un discípulo se cuenta desde el monólogo interior de este, de modo que a un tiempo conocemos a uno y a otro, al discípulo damnificado y al académico explotador desdoblado en furioso hater en Twitter (el “Pajarraco Azul”) donde escupe su odio ecuménico.
No es menos ingenioso ‘Fatalidad’ (que tiene que ver con el fatum de la tragedia griega), donde el mito de Antígona sirve de cañamazo para contar, en forma teatral, el desencuentro entre dos hermanos (Eteocles y Polinices) en una familia mexicana (con su Edipo, su Yocasta, su Ismene y, claro, su Antígona). En ‘Sustentabilidad’ el juego formal consiste en jibarizar una estructura de novela y casi diría que una teleserie de política nórdica sin sacrificar las turbias relaciones de celos, rencor, poder, sexo y traición entre los personajes. Y ‘Transparencia’ es un tour de force en el que el narrador se disuelve en el guirigay de un hilo de Twitter donde incontables voces discordes logran contar una desaparición para hablar, de hecho, sobre la opacidad y control de las redes.
La consciencia constructiva de estos relatos se revela también en el contraste ejemplar entre el asunto (el odio, la crispación, la rabia permanentes) y el tono humorístico, como si se propusiera la perspectiva irónica y satírica sobre nuestras furias cotidianas como una vía de purgación. En este sentido, ‘Poética’ es un cuento redondo, donde la autorrepresentación desenfadada le permite a Volpi, a través de su trasunto Santiago Contreras, bromear con sus amigos del Crack (con los personajes autónomos de Eloy Urroz, por ejemplo), rendir un homenaje a Ignacio Padilla (aquí Juan J. Dietrich) mediante una trama detectivesca y, en fin, mofarse de las bajas pasiones que pueden (o suelen) acompañar la carrera literaria. Una delicia, la verdad.
Enrabiados
Páginas de Espuma, 2023
192 páginas. 18 euros
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