‘Espía de la primera persona’, de Sam Shepard: narrar hermosamente la propia muerte
En esta novela corta, el autor estadounidense se desdobla en observador y observado para contar el fin de su vida con un poderoso ejercicio de transversalidad
Sam Shepard (1942-2017) es un artista polifacético: guionista, dramaturgo, narrador, actor en películas como Elegidos para la gloria, Magnolias de acero y Días del cielo; también París, Texas, basada en su libro Crónicas de motel, película de la que fue coguionista; cronista y amigo de Bob Dylan (Rolling Thunder: con Bob Dylan en la carretera). Obtuvo del premio Pulitzer por su obra teatral El niño enterrado y fue nominado al mismo en otras dos ocasiones, tres veces premio Obie de teatro, miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras. Pertenece a esa clase de escritores americanos que desempeñaron diversos oficios antes de dedicarse a la escritura, para llegar a la cual fue decisiva su lectura de Esperando a Godot, de Samuel Beckett. Pareja durante 30 años de la gran actriz Jessica Lange…
Esta novela corta extraordinaria que comentamos hoy fue escrita entre los dos últimos años de su intensa y agitada vida. Comenzó con ella en el año 2016, severamente afectado por la enfermedad de ELA y falleció en 2017. Es una novela escrita primero a mano y, cuando no pudo ya escribir, transcribiendo sus palabras en una cinta con ayuda de sus hijos y de su gran amiga Patti Smith. No es un mero ejercicio de autoficción, sino una pieza literaria de primer orden que me ha hecho recordar otra obra extraordinaria: Una pena en observación, del gran medievalista y escritor inglés C. S. Lewis, donde este relataba el seguimiento de la decadencia y muerte de su querida esposa. Espía de la primera persona es un seguimiento de la propia muerte inevitable apoyándose en una maravillosa argucia expresiva: desdoblarse en observador y observado para contarla con un poderoso ejercicio de transversalidad.
Alguien observa a alguien sentado en una mecedora. El hombre sentado se encuentra seriamente dañado en su movilidad; el observador está quieto, mirando al otro con sus prismáticos. A partir de aquí se produce el milagro de la escritura con ayuda de la memoria y, claro está, de la imaginación. La memoria “flota como una mariposa, pica como una abeja”. La memoria dudosa, la vaguedad de los recuerdos, las imágenes reales y ciertas se entreveran, pero ambos, observador y observado tienen dificultades para situarlas cronológicamente. El texto se construye con sensaciones, animales, colores, objetos, sonidos y personas concernientes a la memoria y también al momento presente del hombre impedido y del que mira.
Dividido en capítulos breves o muy breves, el texto está construido con frases cortas que lo conforman de modo parecido al de la técnica puntillista en pintura. No hay argumento en su acepción tradicional: solo el hilo que lleva a la muerte; pero el modo de recordar y sentir es tan vital que sorprende y emociona a partes iguales en su capacidad de recoger lo vivido y lo poco que ya quedaba para desaparecer consumido por la terrible enfermedad. La argucia expresiva a la que me referí antes la deja plasmada el observador en el capítulo 11: “No puedo evitar percibir cierta similitud entre él y yo. No sé muy bien de qué se trata. A veces parece que seamos la misma persona. Un gemelo perdido. Las cejas. El mentón. Una oreja retorcida. Las manos en los bolsillos. El modo en que los ojos parecen al mismo tiempo seguros y perdidos”. Más adelante, el capítulo 27 es el redundante y decisivo. Después la desintegración llega, pero la vida aún resiste hasta el final, es una lucha contra la extinción hasta el último momento, le apoya su memoria, lo último que pierde como ser humano.
No es un libro triste, es demasiado hermoso para serlo. Refiriéndose al pasado, la voz narradora dice que este no aparece por completo, que siempre reaparece por partes: “De hecho (el pasado) se desmenuza, se presenta como si se hubiera vivido de forma fragmentaria”. Esta es la justificación estilística del texto. No me resisto a utilizar el comentario que el escritor Michael Ondaatje hizo del libro: “Una íntima obra maestra”.
Espía de la primera persona
Traducción de Mauricio Bach
Anagrama, 2023
104 páginas, 17,90 euros
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