Entre lo grotesco y lo divertido

Hace cinco años, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC) expuso al público un complejo ejercicio de asimilación artística. Tracey Emin, una de las artistas británicas más famosas e influyentes de nuestros días, además de una figura fundamental de la generación de los Young British Artists (YBAs), repasaba sus dos décadas de carrera con una retrospectiva que no dejó indiferente a nadie. De una forma autobiográfica exhibía capítulos de una juventud marcada por el sexo, las drogas, la fama, la depresión… asuntos que materializó en obras como The bed, una instalación consistente en una cama —la suya— de sábanas revueltas, manchada de fluidos vaginales y rodeada de ropa interior usada, botellas y detritus. El impacto fue total, como su arrolladora presencia en el CAC, propia de una diva airada y caprichosa.

Salvando las distancias, sobre todo en cuanto a la temática y al comportamiento, es otra artista, la alemana Kati Heck (Düsseldorf, 1979), la que toma el relevo en cuanto a lo sorprendente de su obra, creaciones que se mueven entre lo grotesco y lo divertido en una especie de aquelarre artístico que no dejará indiferente al espectador que se acerque al CAC Málaga hasta el próximo 16 de marzo.

En Kopf=Kopfnuss, algo así como “no utilices la cabeza”, la joven artista alemana reúne 41 obras realizadas entre 2009 y la actualidad, muchas de ellas creadas para la ocasión, incluyendo pinturas (algunas de gran formato), instalaciones escultóricas, dibujos, fotografías y vídeo. En la que es su primera exposición en un museo español, Heck despliega un mundo de ensueño, donde se reflejan aspectos de la cultura y tradiciones alemanas —las salchichas, las patatas, los pepinillo o la cerveza (Unrasiert und fern der Heimat - Ein Randgruppenstammtisch, 2009)—, personas pertenecientes a su círculo íntimo y criaturas fantásticas sacadas de sus sueños o, más bien, de pesadillas infantiles (Neue Freunde, 2013).

La artista alemana reúne 41 obras realizadas entre 2009 y la actualidad

En su trabajo, la puesta en escena es casi teatral. Disfraza a sus modelos y se inventa poses para representar escenas. Algunas retratan momentos cotidianos en las que aparece ella con sus amigos como un personaje más (Danke, das wär dann alles, 2013) y otras surgen de su imaginación (Piece, 2013). En otras obras refleja su estudio y el ambiente en el que desarrolla su trabajo, dando pinceladas de su propia vida en estas escenas. Muchas de sus pinturas son retratos no convencionales. Ella misma es la protagonista de muchas de su obras (Der herrliche Selbstbetrug, 2012). En sus cuadros, algunos elementos están pintados de una forma muy precisa frente a otras partes que deja deliberadamente inacabadas. “Pinto lo que veo y lo que me gustaría ver… Es mi mundo ideal, aunque a veces ocurren cosas brutales en el cuadro”, afirma Heck, quien asegura sentir la “necesidad de contar historias” en sus obras.

“Algo que llama la atención de su trabajo es la capacidad de mutar que tienen sus personajes: aparecen alegres, de repente se tornan en melancólicos, tristes, enfadados, con miradas divertidas, es una mezcla de sensaciones, pero dibujado con la maestría y técnica heredada de la escuela expresionista alemana. La artista juega con la capacidad de interpretar de sus figuras y lo transmite en la pintura, dándole un sentido, a veces dramático, a veces irónico, a todo aquello que hace", explica el comisario de la muestra, Fernando Francés. "De repente deforma el pie o los dedos de la mano de sus figuras como una forma de llamar la atención sobre el espectador, que ve una escena tan real como soñada. Y que no sabe nunca donde están los límites. Un juego peligroso, un juego provocador en el que siempre es fácil caer y no tan fácil salir de él. Precisamente es esa capacidad de sorprender lo que atrapa y capta en un primer momento la atención de los que ven su obra”, agrega.