Grabar y vivir fuera de la ciudad
Guille Mostaza, cantante de Ellos, y la fotógrafa y cocinera Aitana Luis montan ‘Álamo Shock’, un estudio de grabación con alojamiento y restaurante
Hasta hace poco, Guille Mostaza, cantante del grupo de pop Ellos y productor, era una presencia fija en los bares, conciertos y saraos indies madrileños. En los últimos tiempos está desaparecido, y la razón es que se ha ido con la música a otra parte, concretamente a El Álamo, a 42 kilómetros al suroeste de la capital, donde ha montado junto a Aitana Luis un estudio de grabación “con equipo vintage” que además es “alojamiento rural con piscina y restaurante privado”, según reza en la tarjeta de visita.
“Queríamos sacarle el máximo provecho y ofrecer la experiencia completa”, dice Aitana, pareja y socia de Mostaza, fotógrafa y cocinera en Álamo Shock. “Grabas a gusto, comes bien y duermes tranquilo”, añade Mostaza. “Las primeras mañanas alucinábamos”, continúa ella, con asombro de urbanita: “Estábamos en la cama con el reflejo de la piscina entrando por la ventana y sin un solo ruido. Parecía que había habido una invasión zombi y se habían cargado a todo el mundo”.
“Quiero trabajar poco, ganar poco
y estar tranquilo”, dice el vocalista
Pero esa tranquilidad era una de las cosas que buscaban con el traslado, además de unos precios más moderados que los de la capital. “Hemos venido huyendo de la gran estafa que es Madrid”, afirma Mostaza, que a continuación recuerda una infravivienda con el suelo en pendiente en la que vivió en el centro de la ciudad (“la Casa Magnética la llamaban mis amigos”) y cuyo alquiler superaba al que pagan en El Álamo, un pueblo con cierto pedigrí musical: aquí se grababa el programa televisivo de Miguel Bosé El séptimo de caballería y a menos de 200 metros de Álamo Shock está la casa donde se rodó el videoclip del improbable himno pro-legalización de El Fary La mandanga.
El nombre para la aventura, cuentan, se les ocurrió el mismo día en que se mudaron, en octubre de 2013, “porque fue un shock encontrar esto”. “Esto” es una sencilla casa de los años 70 en una zona de viviendas bajas de este pueblo de 9.000 habitantes, con una bonita piscina, un jardín con barbacoa y una enorme y añosa palmera. Antes, habían buscado muchas casas por toda la región, con el requisito fundamental de que estuvieran a menos de 40 minutos de la ciudad.
“Echo de menos salir de noche de vez en cuando”, añade a continuación
Luis, Mostaza y el padre de éste trabajaron duro para arreglar la casa, vacía en los últimos años(aunque aún permanecían en el sotanillo algunas lámparas para los cultivos clandestinos de un inquilino anterior). El estudio es pequeño pero acogedor, atestado con el equipamiento analógico que se promete en la tarjeta: guitarras, bajos, unos 20 sintetizadores, un órgano Hammond (en la cocina) y una mesa de mezclas de 1985 que es la misma con la que Guille Mostaza estudió para ser técnico de sonido: “Se cierra el círculo”, bromea.
“Después de grabar en muchos sitios en los que no he estado cómodo, porque parecían museos tecnológicos en los que no se podía tocar nada o estabas agobiado porque cada hora costaba una pasta, este es el estudio en el que yo me sentiría a gusto”, explica Mostaza, un productor y técnico que no cobra por horas, como es norma, sino por canciones terminadas. Por ahora han pasado a grabar las suyas artistas del indie —y no tan indie— como Joe Crepúsculo acompañado del trío flamenco Las Negris, Daniel Marco (vocalista de Despistaos), El Último Vecino y, en unos días, la chilena Javiera Mena. También, por supuesto, su grupo, Ellos, que ha trabajado allí su quinto álbum, a la venta en octubre y de título Pop cabrón.
Se trata de una sencilla casa
Todos han disfrutado también de la cocina de Aitana Luis, una fotógrafa con experiencia en hostelería (para demostrarlo, de la puerta de la nevera cuelga su certificado de manipulación de alimentos): “Todo el mundo cocina en mi familia”, señala: “Yo viví una temporada en El Salvador y allí monté un restaurante. Al volver a Madrid, me di cuenta de que no tenía dinero para poner nada propio y no me apetecía trabajar para otros, pero sigo teniendo el gusanillo de la cocina”. Salmorejo, tarta de queso brie, dorada al horno o un sushi elaborado con atún recién traído de Huelva (donde nació Mostaza hace 37 años) son algunos de los platos que lucen en el Facebook de Álamo Shock.
El lugar es pequeño y acogedor, atestado con el equipamiento analógico
Abundan en estos años-basura de la crisis las historias de parejas y familias que han dejado la ciudad por el campo. Lo de Guille Mostaza y Aitana Luis no es exactamente eso, pero sí tiene algo de reajuste a una actitud vital diferente: “Haz cosas que te gusten para gente que las aprecie, aunque sea poca”, resume Mostaza, que también lo formula de otra manera: “Quiero trabajar poco, ganar poco, tener pocas necesidades y estar tranquilo”. ¿Alguna nostalgia de la ciudad? “Echo de menos salir de noche de vez en cuando”, responde el músico, “pero no echo de menos la resaca”.
Ellos actúan el 12 de septiembre de Contraclub (Bailén, 16). Las entradas cuestan 12,10 euros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.