La Generalitat cumple el objetivo de déficit tras rebajarlo al 0,38%

La Generalitat cumplió el ejercicio pasado, por segundo año consecutivo, el objetivo de déficit marcado por el Ministerio de Hacienda. Sus cuentas se situaron dentro del 0,4% de margen fijado, al situarse en el 0,38%, según los datos provisionales hechos públicos ayer por la Intervención General de la Generalitat. Para poder alcanzar ese hito, el Gobierno catalán emprendió ya en verano pasado medidas para limitar el gasto, que fueron reforzadas en octubre al conjunto de las consejerías, con la única excepción de los departamentos con fuerte carga asistencial como sanidad y educación.

Los ingresos son básicos para entender la reducción del saldo negativo. Su mejora se explica por la influencia de la mejora de la economía y sus repercusiones a efectos de liquidación del modelo de financiación autonómica. Los anticipos del actual sistema generaron, por ejemplo, 685 millones del incremento total. La buena marcha del sector inmobiliario ha disparado un 3,6% el impuesto de transmisiones patrimoniales y un 7,5% el de actos jurídicos documentados. Por su parte, la nueva tasa sobre bebidas azucaradas, que grava refrescos como la Coca-Cola en función de su contenido de azúcares, permitió recaudar 42 millones de euros, un 82% más. Y la tasa turística mejoró un 16% en recaudación, hasta 61 millones.

En el fiel de los gastos, el mayor incremento de cargas se produjo en el capítulo 1 del Presupuesto, el que trata los salarios: creció un 4,2% fruto de los incrementos que se han practicado en los últimos meses entre los funcionarios y la ampliación de las plantillas de Enseñanza y del Instituto Catalán de la Salud. La sanidad también está detrás de un mayor dispendio por el repunte de los gastos generados por los conciertos sanitarios, encarecidos en un 1,2%, y la farmacia.

Gracias a los cumplimientos de los objetivos de déficit, de deuda y de gasto la Generalitat consiguió a finales del año pasado librarse del férreo control del Ministerio de Hacienda, al abandonar el Fondo de Liquidez Autonómico. Desde entonces, su liquidez llega de la mano del Fondo de Facilidad Financiera, que supone menos fiscalización del gasto por parte del Gobierno central.