La policía que persigue el absentismo
Colau culmina la transformación de la Guardia Urbana con agentes de proximidad en todos los barrios
La policía de barrio ya patrulla por toda Barcelona. Son agentes de la Guardia Urbana, con el mismo uniforme e igual formación, pero con tareas distintas. Se trata de policías de proximidad, duchos en habilidades de prevención, capaces de dialogar con vecinos y comerciantes e incluso de perseguir a los menores que hacen campana y devolverles al instituto. El pasado marzo, todos los barrios de la ciudad disponían ya de un agente de referencia.
Con esta figura, el equipo de Ada Colau concluyó el mes pasado la transformación de la Guardia Urbana que había prometido en la campaña electoral del 2015. Por un lado, disolvió la unidad de antidisturbios y la convirtió en la Unidad de Refuerzo para las Emergencias y la Proximidad (UREP). Este dispositivo similar pero que, en lugar de disuadir manifestaciones o realizar cargas policiales, se ha especializado en la gestión de emergencias, la protección de espacios públicos, grandes concentraciones y la protección del medio ambiente.
El otro objetivo de Colau era la transformación de los urbanos en policías de proximidad. El distrito de Nou Barris fue, en mayo de 2017, el elegido para la prueba piloto de la nueva unidad. Un agente por cada uno de los 13 barrios que conforma el distrito se convertía en el urbano referente al que recurrían las asociaciones del barrio en sus inquietudes en materia de seguridad. Tras Nou Barris, siguieron Sant Andreu, Sant Martí, Ciutat Vella y Sants-Montjuïc. La nueva unidad terminó en marzo su despliegue en el Eixample y Sarrià-Sant Gervasi. Hoy, todos los barrios de la ciudad cuentan con el guardia urbano de barrio, unos 140 policías locales que conocen el punto débil de cada esquina.
Unos 140 efectivos conforman la llamada Policía de Barrio
La Policía del Barrio del distrito de Sant Martí está dirigida por la sargento Merche Carballo. “Es muy importante el análisis de la información. Nosotros disponemos de un equipo que recopila las quejas que recibimos dentro de IRIS [el programa municipal que recoge Incidencias, Reclamaciones y Sugerencias]”, aclara Carballo. Gracias a este programa han solucionado algunos conflictos. “Hace unas semanas se generó en las redes sociales una sensación de inseguridad entre los padres de las escuelas Grèvol y Montseny después de que un menor sufriera un hurto. El IRIS se saturó de quejas donde se solicitaba más presencia policial e incluso llegaron a anunciar que cortarían la Diagonal exigiendo soluciones. La Policía de Barrio nos reunimos con la dirección de las escuelas y las asociaciones de vecinos. Explicamos los dispositivos con los que trabajamos para detectar a menores que en horario escolar se escapan de las aulas y consumen sustancias. Alertamos a Mossos...”, comenta la sargento.
La detección de menores absentistas también es una obsesión de los policías de barrio. Aun así, no basan su persecución en el castigo a los menores que faltan a clase. De hecho, Carballo asegura que han llegado a mediar con la dirección de las escuelas para que no expulsen a los jóvenes. “Hay que darles alternativas”, sostiene.
La sargento y el agente encargado del barrio de Vila Olímpica, Javier de Francisco, también se reúnen con los líderes vecinales. Los policías confeccionaron una lista de grandes y pequeños problemas de la zona en el último Consejo de Barrio y se reúnen para discutirlos. “En este barrio suele haber problemas con las bicicletas sobre las aceras y con el incivismo de los dueños de los perros que no recogen lo que tienen que recoger”, adelanta el agente de Francisco.
Los guardias hacen tareas de mediación para prevenir conflictos
Jordi Giró, líder vecinal de la Vila Olímpica, llega acompañado por otros activistas y comienza el listado de peticiones. Los agentes aciertan: “En la calle Ramón Trias Fargas con Salvador Espriu las bicicletas circulan por el carril bici pero en contra dirección”, apunta. La reunión prosigue con los problemas de estacionamiento de autocares que dejan el motor en funcionamiento, las terrazas sin autorización o un macro albergue turístico. “Tenemos vecinos, de los que llamamos antena, que nos explican cómo está afectando el hostel en el vecindario”, confiesa De Francisco. Vecinos y policías acuerdan estudiar la posibilidad de eliminar bancos de la vía pública para evitar concentraciones de gente ante el albergue.
Carballo y De Francisco apuntan también que en muchas ocasiones realizan las funciones de mediadores vecinales para evitar conflictos venideros. “De esta manera intentamos actuar antes de que el problema ya solo sea la intervención policial”, destaca la sargento.
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