La otra pugna de las elecciones en Chile: ¿la ultraderecha superará a la derecha tradicional?

La oposición a Gabriel Boric libra su propia batalla por la hegemonía: el bloque Chile Vamos, liderado por una nueva generación, se enfrenta al Partido Republicano, con posiciones extremas y conservadoras, ligadas a Vox

Una manifestación de extrema derecha fernte al Palacio de La Moneda en Santiago, el 2 de diciembre de 2022.Lucas Aguayo Araos (Getty Images)

Los resultados de las elecciones del consejo constitucional que se celebran este domingo en Chile despejarán varias incógnitas pero, probablemente, la principal no está en el oficialismo del presidente Gabriel Boric y en la izquierda, sino en la oposición: ¿logrará la extrema derecha del Partido Republicano, liderada por José Antonio Kast, sobrepasar a la derecha histórica que sustentó los dos Gobiernos de Sebasti...

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Los resultados de las elecciones del consejo constitucional que se celebran este domingo en Chile despejarán varias incógnitas pero, probablemente, la principal no está en el oficialismo del presidente Gabriel Boric y en la izquierda, sino en la oposición: ¿logrará la extrema derecha del Partido Republicano, liderada por José Antonio Kast, sobrepasar a la derecha histórica que sustentó los dos Gobiernos de Sebastián Piñera? Es la principal guerra interna de unos comicios marcados por la apatía ciudadana, aunque, por el voto obligatorio, con probabilidad de altos niveles de participación. Algunos analistas, como Pepe Auth, han incluso vaticinado que la formación ultraconservadora podría convertirse, según esta elección, en la primera fuerza política de la escena chilena. Justamente a 50 años del golpe de Estado de Augusto Pinochet, una figura con la que este partido de la derecha extrema no ha cortado y, por el contrario, reivindica.

La derecha tradicional agrupa a tres partidos del sector: la UDI, RN y Evópoli. Estas formaciones están actualmente lideradas por nuevas generaciones políticas, diferentes a las que protagonizaron la transición a la democracia y con lazos demasiado frescos con la dictadura. Luego del fracaso del proceso constitucional anterior –en septiembre pasado un 62% de los electores rechazó la propuesta de una convención–, la derecha histórica cumplió su compromiso previo de facilitar un nuevo camino para cambiar la Carta Fundamental. “La derecha chilena tiene un compromiso con la continuidad del proceso constituyente”, explicaba en septiembre el presidente de la UDI, Javier Macaya.

El Partido Republicano, ligado a la formación española Vox, no lo hizo: se mantiene en la posición original de no querer cambiar la Constitución redactada en la dictadura, en 1980, aunque sometida a una decena de reformas en democracia. La formación de derecha extrema, cuyo líder obtuvo la primera mayoría en la primera vuelta presidencial contra Boric en 2021, ha logrado robustecerse gracias al desangramiento por la derecha de los partidos tradicionales. Los pronósticos indican que la principal perjudicada sería la UDI, el partido más ideológico de la derecha chilena.

“La UDI será el partido más castigado, porque es evidente que muchos de sus seguidores, en esta ocasión, están votando por candidatos republicanos. No pocos también están votando por el Partido de la Gente [de carácter populista]”, escribió en la semana el histórico dirigente UDI, Pablo Longueira, en una carta a su militancia. Para Longueira, “Republicanos capturará el efecto de la inseguridad [el impacto por los asesinatos de carabineros y el creciente problema de la inmigración]. En esta elección será el partido más votado. Podría incluso superar, al igual que en la primera vuelta presidencial, a Chile Vamos [el bloque de la derecha tradicional]. De ser así, en esta ocasión tendrá un impacto muy fuerte al interior de la UDI, RN y Evópoli”, aseguró uno de los principales rostros de esta fuerza política, donde alguna vez militó Kast, antes de tomar un camino propio en 2016.

Kast se hace una selfi con candidatos al consejo constituyente, en una imagen publicada en sus redes sociales el 2 de mayo desde Arica. joseantoniokast (Twitter)

Los líderes históricos de la derecha han hecho evidente la preocupación por la amenaza que representa el Partido Republicano. El expresidente Piñera se reunió esta semana con los dirigentes del sector para analizar los distintos pronósticos. Incluso, se habló de la posibilidad de que el partido de Kast, en solitario, superara en porcentaje de votos y en número de consejeros a todo el bloque de la derecha tradicional. Lo que parece altamente probable, sin embargo, apunta a que tanto la derecha tradicional como la extrema podrían alcanzar en conjunto los 30 representantes en el consejo –el quórum de tres quintos–, justamente lo necesario para aprobar las normas del órgano constitucional. Lo que no parece evidente serán los acuerdos entre ambas derechas, porque el Partido Republicano ha estado históricamente a favor de mantener la Carta Magna. Para La Moneda, un diálogo fructífero entre ambos sectores configuraría un escenario complejo.

Un acercamiento suicida

“Es probable que la ultraderecha [Kast y el Partido Republicano] obtenga un resultado relativamente bueno que sea cercano al 20% del electorado, ya que la situación política actual favorece la agenda de mano dura. Kast es una figura conocida que ha hecho campaña por su lista a lo largo del territorio y el apoyo gubernamental no pasa por un buen momento”, analiza Cristóbal Rovira, doctor en Ciencia Política de la Universidad Humboldt de Berlín, líder de la investigación Apoyo y rechazo a la ultraderecha en Chile.De ser así, no deberíamos extrañarnos si una parte de la derecha convencional se juegue por cambiar de estrategia. En vez de seguir el discurso de diferenciación (Macaya ha sido importante en esto), se apueste por un acercamiento e incluso simbiosis con la ultraderecha (la estrategia preferida por el alcalde Rodolfo Carter)”, dice el académico de la Universidad Diego Portales, UDP.

Para Rovira, la realidad de otros países demuestra que esta apuesta es muy arriesgada y probablemente suicida: “Un acercamiento entre la derecha convencional y ultraderecha favorece sobre todo a esta última, ya que termina por legitimarse como actor y, por tanto, sus ideas ganan mayor espacio. De ser así, más temprano que tarde la ultraderecha se transformaría en el guionista de la película y la derecha convencional quedaría subordinada a una posición de actor secundario (basta pensar en la situación actual del Partido Republicano en los EE.UU., en donde la facción moderada prácticamente no existe y los radicales son quienes tienen el control)”, analiza el académico.

El investigador apunta a un hecho clave, el temido por la izquierda, el oficialismo y el propio Gobierno de Boric: los efectos de un endurecimiento de las posturas de la derecha convencional, que, a su juicio, dificultaría el funcionamiento del órgano a cargo de redactar una nueva Constitución. “Terminaría siendo muy complejo lograr acuerdos transversales y producir, por tanto, un texto que represente la diversidad del país. Visto así, una de las consecuencias no esperadas de una potencial simbiosis entre ultraderecha y derecha convencional sería la deslegimitación del proceso constitucional, a tal punto que el producto final podría terminar siendo rechazado en el plebiscito de diciembre de este año”. Es una de las pesadillas en La Moneda: que el actual proceso constituyente llegue a un texto igual o peor que el vigente, pero legitimado por la ciudadanía en el plebiscito de salida de diciembre próximo. Que, finalmente, se trate de una propuesta que no convoque a las grandes mayorías y partisana en favor de la derecha (a diferencia del proceso anterior, que estuvo fuertemente inclinado a la izquierda).

Este domingo en Chile se podría comenzar a configurar el tipo de derecha que tendrá el país sudamericano. El partido de Kast, que ha recorrido Chile entero en esta campaña, logró 15 diputados y dos senadores en 2021 y un buen resultado de los republicanos este domingo podría dejarlos en una situación expectante con miras a las elecciones que se celebrarán en 2024 (de gobernadores y municipales) y 2025 (parlamentarias y presidenciales). En la derecha tradicional están en alerta. “De no mediar un resultado que favorezca la cooperación y el acuerdo, se daría el caso que describió Nicanor Parra: que la (extrema) izquierda y la (extrema) derecha unidas, jamás serán vencidas”, según recordó recientemente en EL PAÍS uno de los líderes jóvenes de la UDI, Jaime Bellolio.

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