Los bomberos chilenos no quieren que les paguen
Los protagonistas en el combate de los incendios forestales que afectaron a la zona centro-sur de Chile prefieren seguir como voluntarios, pero reclaman más fondos al Gobierno
Bomberos de Chile es una institución que, como en pocos países del mundo, tiene un cuerpo completamente voluntario. Los casi mil hombres y mujeres que ayudaron estos días a extinguir el mega incendio que acabó con 131 vidas en la región de Valparaíso no van a recibir ni un centavo. Es más, ellos pagan por servir. Cada miembro abona una cuota mensual establecida por su compañía. El grueso tiene entre 20 y 39 años y son profesionales que se dedican a otra cosa. Cuando el deber llama, cierran los ordenadores y acuden raudos a asistir a la comunidad. Por ley, no los pueden despedir de sus empleos por ofrecer sus servicios en una emergencia. El presidente de la institución, Juan Carlos Field, asegura que el 98% de los bomberos “no quiere ser remunerado”. ¿Se ha discutido o votado alguna vez el tema en el directorio? “Nunca”, responde a través de una grabación de audio.
El 83% de los chilenos quiere que la institución mejor valorada del país abandone el sistema de voluntariado y el Estado financie los salarios de sus 56.670 miembros (78% hombres; 22% mujeres), según la encuestadora Cadem, la única que ha preguntado sobre el pago, en 2017. “No es tan fácil”, apunta Field. “El país no tiene dinero para financiar tal cantidad de bomberos. Y, segundo, se los agradecemos, pero definitivamente no queremos”, añade. Lo que sí quieren, remarca, es que se los compense con fondos para proyectos regionales, construcciones de cuarteles, carros bomba o equipamiento para atacar los incendios.
El sistema de la institución de bomberos más antigua de América Latina ha sido el mismo desde su creación. En 1851, un grupo de vecinos de Valparaíso, a unos 120 kilómetros de Santiago, decidió organizarse para combatir los incendios luego de que las llamas consumieran una cigarrería en el puerto: unos convocaron voluntarios y otros consiguieron financiamiento para formar las primeras compañías. La exitosa fórmula se replicó en otras localidades. La solvencia económica de sus aristocráticos miembros fue clave para subsistir durante los primeros 100 años. A mediados del siglo XX, sin embargo, se multiplicaron los cuerpos de bomberos a lo largo de Chile, sumando en sus filas a hombres de clase media que no podían desembolsar grandes montantes. Desde entonces, dependen cada vez más de aportes externos.
Cifras de los voluntarios activos en terreno en base a los datos de Bomberos de Chile. Otros miles cumplen diversas funciones.
Bomberos de Chile recibe fondos del fisco establecidos en la Ley de Presupuesto. Para este año, el Gobierno de Gabriel Boric presentó una rebaja del 6%, pero finalmente acordaron mantener el montante: 57.000 millones de pesos (59.000 dólares), lo que representa un 60% del financiamiento de la institución. El porcentaje restante proviene principalmente de fondos municipales, y recursos de los propios cuerpos de bomberos o donaciones de empresas y personas naturales. No es extraño ver en ciertas fechas a los voluntarios paseando entre los coches en la calle con una alcancía recolectando dinero u organizando rifas.
El superintendente de Bomberos de Valparaíso, Juan Paredes, estima que los costes del mega incendio en la región rondan los 4,8 millones de dólares. “El año pasado hicimos un estudio, basado en un simulacro de emergencia como la que vivimos esta semana, y en un día gastamos 1,4 millones de dólares en movilizar todo el sistema y personal. El Estado jamás ha evaluado el aporte económico que le hacemos a Chile”, plantea por teléfono. “El combustible se nos cobra al igual que cualquier chileno. Hay cuerpos de bomberos mas pequeños donde no pueden salir porque no tienen combustible. Eso no puede ser”, agrega.
El presidente Gabriel Boric promulgó el año pasado una ley para que las acreencias bancarias –depósitos a plazos o dinero en las cuentas– no reclamadas por herederos se traspasen a Bomberos de Chile durante los próximos nueve años y no al fisco, como solía ser. Esto va a significar, según Paredes, un aporte de alrededor de 60 millones de pesos (61.800 dólares) a cada uno de los 360 cuerpos de bomberos que existen en el país. El montante puede variar en los próximos años.
Apagar las llamas de los vecinos
Patricio Brito, de 59 años, comandante del cuerpo de Bomberos de Viña del Mar, relata que de chico vivía junto a una compañía. Un día, el tío bombero de un amigo llevó a su grupo y los apuntó en una brigada juvenil. Tenían 12 años y hasta los 17 estuvieron formándose, pero sin salir a terreno. “Me costó decirle a mis papás, pero como era desordenado, les gustó que me exigieran un promedio de notas y un buen comportamiento”, comenta EL PAÍS. Cuando cumplieron 17 años, dos jóvenes del grupo se inscribieron para formar parte de la institución. Uno de ellos fue Brito.
Para los voraces incendios de la tarde del viernes 2 de febrero, Brito salió de su casa y no volvió hasta las tres de la madrugada del domingo. Mientras atendía la emergencia, junto a cientos de sus compañeros, se enteró que a su hijo se le había quemado la casa y el coche. Otros bomberos recibían noticias similares o sobre su propio inmueble destruido por las llamas. “Pero teníamos que seguir luchando para controlar la emergencia”, asegura con humildad.
Brito tuvo que ir el lunes después de la catástrofe a su trabajo de técnico en prevención de riesgos. Lo dejaron salir a las 16.00 horas. El bombero no quiere que le paguen un salario. Lo ha conversado con sus compañeros y piensan igual. Lo hacen por amor, dice. Lo que sí se ha discutido y ha tenido mejor llegada es recibir una jubilación complementaria, ya que muchos tienen un ahorro provisional bajo. “Lo que necesitamos son más recursos del Gobierno para que no tengamos que salir a vender rifas para subsistir”, agrega.
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