Alejandro Tabilo, la nueva estrella que eligió jugar por Chile
Nacido en Canadá, no hablaba español pero bailaba cueca, conoció La Moneda a los 18 años y tuvo que ganarse la doble nacionalidad en una cancha. Hoy, a los 26 años y después de superar un severo sobrepeso, asombra al circuito
Alejandro Tabilo (Canadá, 26 años), el tenista que sube explosivamente en el ranking ATP, obligó a Djokovic a aprenderse el tradicional grito del Ceacheí que baja de las tribunas para alentar a los deportistas chilenos. El serbio fue arrasado en una hora y siete minutos por Tabilo en el Abierto de Roma, tiempo suficiente para calibrar la categoría de su adversario –”es un monstruo”, describió- y para aprenderse el pegajoso grito de la barra rival.
La historia de Jano es atípica. Nació en Canadá, pero su vínculo con Chile fue preferentemente musical. Su padre, Ricardo, pertenecía a un grupo folclórico que ensayaba en su casa, por lo que el niño creció entre cuecas y tonadas. Antofagastino y entusiasta, su progenitor emigró en 1988 y se casó con María, una filipina que también apoyó el sueño deportivo de su hijo, que creció cuando lo llevaron al torneo en Toronto donde el tenista chileno Fernando González llegó a semifinales. Alejandro estaba en la barra chilena, donde aprendió, por primera vez, el significado del Ceacheí. Su gran ídolo, era, sin embargo, Rafael Nadal, de quien imitaba vestuario y movimientos.
Cuando comenzó a jugar, destacó de tal manera que defendió a Canadá en la Copa Davis Junior, se integró a la Academia de Nick Bollettieri y ganó sus primeros títulos como canadiense, llegando a ser número uno en su categoría. Pero, sorpresivamente, le dijo a su padre que su deseo era representar a Chile. El vínculo era, esta vez, de índole deportiva. La casa en que se reunía la colonia era la de los Tabilo, donde se veían los partidos de fútbol de la Generación Dorada encabezada por Marcelo Bielsa y luego los títulos de Copa América frente a Argentina. Ricardo, el progenitor, le puso una condición: ganarle a Nicolás Jarry, el juvenil más promisorio y nieto de Jaime Fillol, una leyenda del tenis chileno.
Tabilo no sólo lo logró, sino que abrazó firmemente el deseo de competir por sus nuevos colores. Tras obtener la doble nacionalidad, viajó por primera vez a Santiago a competir, aprovechando para conocer, ya con 18 años, el Palacio de La Moneda y el Cerro Santa Lucía, en el centro de la ciudad. Sin hablar español, decidió trasladarse por un año al país, siendo adoptado por Julio Rueda y Patricia Farías, matrimonio que se hace cargo de su acercamiento con la cultura chilena. Rueda, un aficionado al tenis que trabajó por años en prevención de riesgos, fue uno de los que lo aplaudió desde la tribuna del Foro Itálico cuando derrotó a Nole, al ruso Karen Khachanov y al chino Zhizhen Zhang.
La principal dificultad de Tabilo para llegar a la elite del tenis fue, sin embargo, su físico. Con 1,88 metros de estatura llegó a pesar 100 kilos, lo que dificultaba sus movimientos y lo tuvo a punto de desertar. Sometido a un riguroso plan, la balanza se fue al otro extremo. Con 60 kilos los especialistas temieron por una descompensación severa. Finalmente, con el apoyo de su preparador Guillermo Gómez, logró cambiar grasa por masa muscular, estabilizarse en los 75 kilos y su primera convocatoria al equipo chileno de Copa Davis.
Con varios challengers ganados, Tabilo pudo proyectar firmemente su carrera, rivalizando con Cristián Garín primero y luego con su némesis, Nicolás Jarry, por el número uno del ranking nacional. Los triunfos se siguen acumulando. Ya habla español fluido, sueña con la Copa Davis y está entre los 30 mejores jugadores del mundo. La elección de Tabilo, tomada en Toronto, a 8.613 kilómetros de un país que no conocía, es la esperanza del tenis chileno, que logró consolidar un equipo tras una década añorando a Massú y González.
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