El verano se complica
La pandemia no estará estabilizada antes del verano, ni siquiera con la vacunación a tope
No son solo los hosteleros quienes sueñan con un verano luminoso y renacido. Somos todos. Escapar de la rutina está en nuestra naturaleza, y si el tedio ha durado un año y medio nuestro instinto de fuga se hace imperioso, voraz, zoológico. La realidad es tozuda, sin embargo, y parece empeñada en empañarnos las perspectivas. No se trata ya del optimismo encantador de los economistas, que llevan todo al año haciendo unos cálculos técnicamente correctos, pero apoyados en unos cimientos endebles, para salvar la campaña del verano. Se trata de que los científicos empiezan a dudar de que el umbral m...
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No son solo los hosteleros quienes sueñan con un verano luminoso y renacido. Somos todos. Escapar de la rutina está en nuestra naturaleza, y si el tedio ha durado un año y medio nuestro instinto de fuga se hace imperioso, voraz, zoológico. La realidad es tozuda, sin embargo, y parece empeñada en empañarnos las perspectivas. No se trata ya del optimismo encantador de los economistas, que llevan todo al año haciendo unos cálculos técnicamente correctos, pero apoyados en unos cimientos endebles, para salvar la campaña del verano. Se trata de que los científicos empiezan a dudar de que el umbral mágico del 70% de la población inmunizada, sumando los vacunados y los infectados de forma natural, sea un objetivo realista. La inmunidad de rebaño no está garantizada ni con la vacunación funcionando a toda velocidad, ni antes ni después del verano.
La mayoría de los reguladores maneja un 60%-70% como umbral de rebaño, pero hay varias fuerzas concurrentes que lo están empujando al alza, como informa Christie Aschwanden para ‘Nature’. En primer lugar, sigue sin estar claro que las vacunas en uso sirvan para frenar la propagación del coronavirus. Hay pruebas aplastantes de que evitan la covid grave y la muerte, incluso en residencias de ancianos, pero no de que detengan el contagio. Esto no reduce la importancia de la vacuna, puesto que evita muertes, pero afecta mucho a la estimación del umbral de rebaño, como parece de sentido común. Que este tema se haya resuelto antes del verano es una cuestión de fe.
Sigue sin estar claro que las vacunas en uso sirvan para frenar la propagación del coronavirus
Luego está la pan de pandemia, la razón por la que se llama así: es un virus que se ha propagado por todo el planeta, y que por tanto no admite soluciones locales. Tomemos el ejemplo de Israel, el líder mundial de la vacunación anticovid, que de hecho ya está rozando el umbral mágico del 60%-70%. Eso es admirable, pero Israel está rodeado por países ―Palestina, Egipto, Siria, Jordania y Líbano— que no han vacunado ni al 1% de su población. El prodigio israelí no lo será tanto si le llega un testarudo goteo de nuevos brotes de sus vecinos. Es solo un ejemplo, pero revela otra fuerza que pugna por elevar el umbral de rebaño. Los rebaños son muy grandes en nuestro tiempo, y rara vez respetan fronteras.
Más problemas. Como hasta ahora no hay vacunas para niños, el umbral de rebaño para los adultos no es en realidad del 70%, sino más bien cercano al 100%, para compensar por los niños no vacunados. Luego está la cuestión de los mutantes. Algunas variantes del virus se propagan más que la estándar, o reducen su reconocimiento por los anticuerpos, y esto vuelve a elevar el umbral de rebaño. Y otra cuestión más que solemos olvidar: el umbral del 70% asume medidas de restricción social. Si las medidas se relajan, hay que subirlo. No podemos tomarnos el umbral de la inmunidad de rebaño como una religión. Es una estimación que depende de lo que ocurra a partir de ahora.
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