Muere Frans de Waal, el primatólogo que conectó las esencias de humanos y simios
El naturalista holandés, una las figuras mundiales de la biología evolutiva, se hizo muy popular explicando la inteligencia y la empatía de los animales sin perder rigor científico
Cuando el naturalista holandés Frans de Waal empezó a investigar en los años setenta el comportamiento de los chimpancés, vio que su formación académica no le servía para abordarlo y acabó estudiando Ciencias Políticas y Sociales. Le parecía la única forma de entender la lucha por el poder, estrategias y alianzas que observó en una colonia al aire libre de estos primates en el zoo Burgers, ubicado en Arnhem, al este de Países Bajos. Concluyó que no es ...
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Cuando el naturalista holandés Frans de Waal empezó a investigar en los años setenta el comportamiento de los chimpancés, vio que su formación académica no le servía para abordarlo y acabó estudiando Ciencias Políticas y Sociales. Le parecía la única forma de entender la lucha por el poder, estrategias y alianzas que observó en una colonia al aire libre de estos primates en el zoo Burgers, ubicado en Arnhem, al este de Países Bajos. Concluyó que no es la fuerza bruta y el ejercicio directo del poder, sino la mediación en los conflictos, gestión de las coaliciones y flexibilidad, lo que marca la vida de líder simio.
La publicación en 1982 de su libro La política de los chimpancés (Alianza Editorial, 1993) le hizo famoso, y supo combinar la divulgación con el rigor científico en el resto de sus trabajos. Fallecido este jueves en Atlanta (Estados Unidos) a los 75 años, su familia confirmó el óbito el sábado al rotativo holandés NRC explicando que la causa de la muerte fue un cáncer de estómago.
El éxito de su labor redujo la distancia entre los seres humanos y los simios, y sus observaciones incluían ejemplos que perduraban en la memoria. Como la muerte de la chimpancé Mamá, en el mismo parque zoológico Burgers. Ocurrió en 2016, tenía 59 años y, según indicó el primatólogo, “su personalidad era excepcionalmente fuerte y dominante, de modo que ningún macho que aspirase al poder podía evitarla”. Mamá consolaba a su vez a sus congéneres y mediaba en caso de conflicto. En otras ocasiones, De Waal retaba al lector y al espectador —porque sus apariciones en los medios eran frecuentes— a preguntarse qué somos. Su respuesta, después de haber dedicado unas 10.000 horas a observar a chimpancés, bonobos o monos capuchinos, es que “ellos son más parecidos a los humanos, y viceversa, de lo que creemos”, según escribió en las páginas del mismo diario. O como añadió después: “He subido un poco a los monos y he bajado un poco a las personas”.
En otro de sus libros, titulado El mono que llevamos dentro (Tusquets Editores, 2007), De Waal interpela sobre el lugar que ocupa el ser humano como especie en la naturaleza. Su teoría es que no solo compartimos con los grandes simios el ansia de poder, la territorialidad, la manipulación o la lucha por tener sexo. Le parece que la generosidad, altruismo y solidaridad que caracterizan a la naturaleza humana las hemos heredado de nuestros parientes más cercanos. ¿Cómo lo defiende? Sugiriendo que los bonobos pueden mostrar un proceder amable y con empatía, paciencia y sensibilidad. Debido a ello, son también un buen modelo para analizar la moralidad humana.
En la obra ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? (Tusquets Editores, 2016), hay múltiples ejemplos de cooperación y empatía animal. Una vez más, replantea la inteligencia de humanos y animales. Y en Diferentes (Tusquets Editores, 2022) examina asuntos como la identidad de género, la sexualidad, la violencia de género y la amistad. Aquí, sostiene que la evolución biológica contribuye a un entendimiento más matizado culturalmente del género.
Francisco Bernardo María de Waal, nació en la localidad holandesa de Bolduque en una familia de seis hijos. De pequeño criaba animales en el jardín de su casa y estudió Biología en las universidades de Nimega y Groningen. Se doctoró en la de Utrecht en 1977, y entre 1975 y 1981 investigó en el zoo Burgers. Casado con Catherine Marin, no tuvieron hijos y era profesor de Psicología en la universidad estadounidense de Emory, Atlanta (Georgia), y director de un centro de investigaciones de los grandes simios. Muy prolífico, publicó libros sobre la existencia humana, las emociones, la inteligencia o la religión. También en revistas científicas como Nature y Science.
En 2007 fue incluido por la revista Time entre las 100 personas que dan forma a nuestro mundo, y puso siempre mucho empeño en subrayar que el comportamiento es más que una serie de tendencias consideradas básicas: que los hombres sean más competitivos y las mujeres presten más atención a las relaciones sociales. Sostenía que hay conductas naturales que van más allá de su utilidad evolutiva. En una entrevista con NRC explicó esta postura recordando que si la gente empuja a una ballena varada en la arena de regreso la mar, lo hace por empatía: “No hemos evolucionado para salvar mamíferos marinos”. Después de residir más de cuatro décadas en Estados Unidos, adoptó esa nacionalidad junto con su esposa. En 2014 fue profesor en las universidades holandesas de Utrecht y Maastricht y apuntó que la biología debía trabajar mano a mano con otras disciplinas, como la psicología o la neurociencia.
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