Elena Herrero-Beaumont, directora del Observatorio de Medios: “Hay que señalar a los falsos periodistas”
Abogada y periodista, pasó de cubrir noticias sobre los dueños de los medios de comunicación a aconsejarles cómo gobernar sus periódicos, televisiones y radios para salvaguardar la independencia
En tiempos de polarización, Elena Herrero-Beaumont (Madrid, 45 años) es capaz de sentar en una misma mesa a los dueños del panorama mediático español. No para de hablar de cuentas de resultados, salvo para reflexionar sobre la credibilidad, “su principal problema”. La codirectora del Observatorio de Medios busca así el consenso entre diferentes. Quizás por la impronta de la historia de sus abuelos. Él, un periodista “muy rojo”. Ella, “muy facha”. Juntos abandonaron la España de Franco para que él ejerciera el periodismo libre en Latinoamérica. Con voz dulce, pero firme, Herrero-Beaumont aconseja a los jefes de la industria sobre ética, transparencia y buen gobierno frente a la avalancha de bulos y pseudomedios.
Pregunta. ¿Qué debe tener un medio de comunicación para ser considerado como tal?
Respuesta. Transparencia en torno a quiénes son sus propietarios, quiénes lo gobiernan, cómo se financia, qué tipo de estándares existen para crear y divulgar contenidos, cómo se cumplen estas políticas y qué impacto editorial tienen. Nosotros no nos metemos en los contenidos, eso nos parece peligroso.
P. ¿Y qué hay que hacer con los periodistas que también son activistas?
R. Hay que reflexionar sobre cuáles deberían ser las credenciales y la colegiación. Y reforzar la importancia de las asociaciones de prensa para que señalen a los falsos periodistas —los que no cumplen con los estándares— y les expulsen. En un entorno de desinformación digital, acreditar la figura del periodista tiene sentido.
La máquina del fango es la información falsa que se utiliza para hacer daño a la gente”
P. Los directivos de la industria le hablan sin tapujos.
R. Creo que me ven como a una mosca cojonera y que en el fondo piensan: “¡Qué pesada!” [ríe]. Trabajé como redactora cubriendo el sector de los medios de comunicación y en esa época los conocí a todos.
P. Pasó de publicar información sobre ellos a aconsejarles cómo gobernar mejor sus negocios.
R. Sí, pero el liderazgo no es tanto personal. Las cosas fueron cayendo como fruta madura. Con la avalancha de la desinformación, se abrió la oportunidad de diferenciar a los medios creíbles de la máquina del fango. En ese momento, se dieron cuenta de que la mosca cojonera tenía razón de alguna forma.
P. ¿Qué es la máquina del fango?
R. No sé qué quiere decir Pedro Sánchez, pero se puede definir como la información falsa que se utiliza para hacer daño a la gente. Y a cualquier organización o individuo que lo haga se le puede considerar parte de esa máquina del fango.
P. ¿Qué cosas les preocupan a los dueños de los medios?
R. Primero, la cuestión económica. La principal señal de independencia es una cuenta de resultados saneada. Y también, que los sistemas de medición de audiencias sean transparentes, cómo retener talento periodístico o cómo tejer relaciones con las plataformas tecnológicas.
P. ¿Y la influencia del poder político?
R. El principal problema hoy es la credibilidad. Es decir, los medios se perciben como correas de transmisión, pero la respuesta que dan los editores es que eso no ocurre en sus redacciones [Hace una pausa]. Sí, todos lo niegan, pero luego llega David Jiménez, publica El director (Libros del KO, 2019) y recibe palos por ello.
P. Dice Martin Baron, exdirector de The Washington Post, que los buenos reporteros no son siempre buenos gestores.
R. Depende, varía muchísimo. No te podría decir qué perfil funciona mejor, pero creo que es imprescindible que tengan sensibilidad por la profesión.
P. ¿Le da rabia que casi todos los altos ejecutivos sigan siendo hombres?
R. Sí, qué se le va a hacer. Yo soy mamá y no podría hacer ese trabajo. Ahora, por ejemplo, estamos haciendo la entrevista y estoy sufriendo por dentro al no estar con mis hijos. Entiendo que no haya más mujeres gestionando empresas de medios porque exige estar 24 horas durante los siete días de la semana. Es un ámbito muy poco compatible con la familia. O la sacrificas o es muy complicado.
Entiendo que no haya más mujeres gestionando empresas periodísticas. O sacrificas la familia o es muy complicado”
P. ¿Cómo valora el plan de acción democrática que ha presentado el Gobierno?
R. El consejo que doy a los que quieran profundizar en este tema es que se lean la ley europea de libertad de medios, porque parece que lo que está haciendo Pedro Sánchez es básicamente implementarla; es decir, hacer lo que exige Europa.
P. ¿Y el polémico registro de medios de comunicación?
R. El reglamento europeo pide que exista un mecanismo de supervisión, un órgano regulador, pero si va a depender de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia tenemos que asegurar su independencia. Siempre hay riesgo de injerencia.
P. Por otra parte, la mayoría de los bulos surgen hoy y se difunden mediante las redes sociales.
R. Se está empezando a exigir la retirada de contenidos ilícitos de las plataformas, pero hay bastante arbitrariedad y estamos en los albores. La revolución tecnológica ahora mismo es la ley de la selva y estamos pagando las consecuencias. Es terrorífico.
P. Pasó por la Universidad de Columbia, en EE UU, que tiene una de las escuelas de comunicación más prestigiosas del mundo. ¿Qué aprendió allí?
R. Sobre todo, una manera de hacer periodismo centrada en los hechos. Siempre recordaré a un profesor que nos decía: “Lo primero que tienes que hacer cuando entras en una escena es anotar qué ves, qué oyes, qué sientes”.
P. ¿Qué pasará con el periodismo en el futuro?
R. Creo que las fake news van a salvarlo y que toda disciplina orientada a separar lo verdadero de lo falso va a tener un peso muy importante, porque servirá para evitar que nos sumerjamos en una especie de locura colectiva. Cuando doy charlas en las facultades, ningún chaval quiere ser periodista. Sin embargo, yo los animo y les aseguro que esto va a resurgir.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.