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"Lo único que he hecho bien en mi vida ha sido interpretar"

El actor Ian McKellen, nuevo premio Donostia, se defiende como un amante de su trabajo y le gusta que la gente le asocie con Gandalf

"Delante de ustedes sólo hay un actor británico con una gran ignorancia cultural". Menuda autodefinición para un premio Donostia. Sir Ian McKellen (Burnley, 1939), puede decir eso y más. "Me gustaría hacer algún papel de mujer. Alguna vez ya lo he hecho, pero siempre como algo cómico. Llego tarde para interpretar a Cleopatra; por edad encarnaría a su abuela... O podría rodar alguna película en la que me casara con Meryl Streep y ella fuera mi marido".

En su encuentro con la prensa horas antes de recibir, de manos de Josep María Pou, el galardón a una carrera -"me gusta que sea un reconocimiento no a un trabajo puntual, sino a una labor, aunque aún me quedan cosas por aportar"-, McKellen habló del activismo gay, de su infancia en un pequeño pueblo del norte de Inglaterra, de cocina y de su gran pasión: el amor por su oficio. "Lo único que he hecho bien en mi vida ha sido interpretar lo mejor posible". Atrás quedan trabajos como Dioses y monstruos, Verano de corrupción, Ricardo III, Bent, o El escándalo Profumo. Su flechazo con Hollywood con las sagas El Señor de los Anillos ("Gandalf es maravilloso; me gusta estar asociado a un personaje tan positivo que es un clásico de la literatura y del cine") y X-men. También décadas de teatro que le han llevado a que en el Reino Unido sea considerado el sucesor de Laurence Olivier como intérprete shakespiriano... "Los actores están muy abajo en la escala de contribución a una película. Y en el teatro es más importante el dramaturgo. ¿Yo, una estrella? Me es una idea muy ajena. Me siento feliz si el director está contento con mi labor, muy feliz si les gusto a los críticos y extremadamente feliz si el público aprecia mi esfuerzo".

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McKellen, delgado, fibroso, con clase, y vestido con una americana negra y una camiseta de apoyo a la candidatura de San Sebastián como capital cultural europea ("¿No es del festival? Como estaba en su bolsa... Pues, miren, ya que la llevo les apoyo absolutamente") desgranó las diferentes clases de intérpretes que existen, y dónde se coloca él. "Simplificando, hay dos tipos de intérpretes. Uno, muy confiado en sí mismo, que sólo quieren ser ellos mismos. Claro, que quién querría que mutaran Humphrey Bogart o Cary Grant. Otros somos no más modestos pero sí más tímidos, que actuamos para escondernos. No es una contradicción: me gusta vestirme de otros, y así empecé". En Wigan, el pequeño pueblo en el que se crió, había siete cines y tres teatros profesionales. "Me apasioné. Coleccionaba libros de teoría de la interpretación, de cómo se hacían las películas... Lo que ocurre es que la única cámara era la de mi tío, que no grababa mas que tres minutos, y el teatro era el paso natural". Pensó en ser chef o periodista hasta que en la universidad de Cambridge recibió una buena crítica en un periódico nacional. "Y un amigo me dijo: 'Estarás ya buscando agente, ¿no?'. Ése fue el momento en que supe que me ganaría la vida así".

La interpretación como instinto

McKellen defiende que "la interpretación está en el alma del ser humano". "Shakespeare dijo aquello de que el mundo es un gran escenario y todos actuamos en él, y era cierto. Nos vestimos de diferente manera según lo que vayamos a hacer. Un perro es siempre un perro en cualquier situación, y por eso son tan divertidos. Entre los animales, sólo los seres humanos nos disfrazamos. Aunque hay actores más famosos por su belleza y por la atracción sexual que emanan -por cierto, sospecho que en mi caso no es así-. Pero lo importante, lo necesario, sigue ahí, y es contar historias. Nadie escribió los versos de Homero, sino que los transmitieron los actores".

En cuanto a su activismo por los derechos gays, recordó: "en mi adolescencia no había ninguna noción de la homosexualidad". "Crecí pensando que era el único que se sentía atraído por el mismo género. El cine me descubrió imágenes negativas de la homosexualidad, que en realidad reflejaban lo que pensaba la sociedad. Hollywood no está para ser un motor de cambio social, pero al menos sí ha variado su concepción. Yo he trabajado en algunos valiosos intentos, como Dioses y monstruos y me pareció muy importante el triunfo en los oscars de Mi nombre es Harvey Milk. Aún hay países, y no muy lejos de aquí, donde matan a la gente por ser homosexual. Yo quiero vivir en un mundo donde la gente sea honesta, y eso incluye poder hablar y disfrutar de tu sexualidad". Y volviendo a su infancia, rememora cuando en el colegio sufrió acoso por su homosexualidad: "Probablemente me acosaban porque a los seres humanos nos ponen nerviosos la gente rara. Y yo allí lo era. Yo sabía que en el teatro británico había gente desviada, rara, ¡y gracias a Dios era cierto!".

McKellen domina su voz en cualquier registro, modulando y matizando su inglés, y acentuando cada idea importante con gestos. Define al hombre como un animal social, se incluye a sí mismo, y pone un ejemplo de la importancia del grupo. "Ayer vi Máscaras, el documental sobre Josep María Pou. Y lo vi en una sala llena, con gente en silencio, riendo o disfrutando. En casa la concentración no es parecida. El cine y el teatro demuestra que somos sociales, allí formamos un órgano entero, un conjunto. ¿Mi método de actuación? La respuesta está en mi libro... que nunca escribiré. Cada uno tiene su manera que te funciona sólo a ti, y viendo Máscaras, a Josep María contando lo mismo, no puedo estar más de acuerdo. La responsabilidad de un actor estriba en mantener la fuerza de su personaje. Y no enjuiciarlo. ¿Tú te crees que Magneto (el villano al que interpreta en X Men piensa de sí mismo que es malo? No, nadie se cree horrible, sino que es el resto de la gente -el público en el caso de mi arte- quien lo valorará". ¿Su personaje favorito? "Guardo cariño a todos mis papeles. Pero he de confesar que mi personaje favorito es siempre el último que hago. Y como ahora no estoy trabajando, mi papel favorito hoy soy yo".

EFE
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