Absurdo
Lo más parecido a Gila que nos queda es Javier Cansado. Necesitamos surrealismo
Los tiempos más tenebrosos pueden traernos el humor más luminoso. El crac del 29 coincidió con la primera película de los Hermanos Marx, Los cuatro cocos. Siete años de depresión después, y a tres de la guerra, Charlie Chaplin retrataba la miseria de la clase obrera en Tiempos modernos. En la empobrecida e ignorante España de la postguerra surgió el genio de Gila o después el de Tip y Coll. Entonces no se podía hablar aquí de casi nada, así que la alternativa del cómico fue desnudar lo absurdo de la condición humana, sacar la risa a costa de nuestro lado ridículo. Por eso ese humor fue universal, por eso no envejece.
Lo más parecido a Gila que nos queda es Javier Cansado. Con Faemino forma un duradero dúo desde que desencajaban la mandíbula de Miriam Díaz-Aroca en uno de esos gamberros programas infantiles de los ochenta. Siguen rodando por teatros y salas, pero Cansado, además, ahora cuaja como extravagante tertuliano en la SER (con Gemma Nierga en Hoy por hoy y con Javier del Pino en A vivir que son dos días). Su torrente de disparates choca tras el bloque de noticias, pero es una saludable sacudida intelectual.
Cansado no para, porque también es protagonista de Ilustres Ignorantes, un programa de Canal+ que transcurre por su quinta temporada sin que sus propios responsables entiendan cómo se ha consolidado esta tertulia de locos, media hora de desmadre que no conecta con la actualidad, sino con nuestros miedos y debilidades. El conductor, Javier Coronas, lanza al aire uno de esos temas eternos (el amor, el arte, la suegra o la rivalidad) y abre un diálogo con Cansado, que se explayará en anécdotas siempre inverosímiles; Pepe Colubi, que aporta un punto más procaz, y dos invitados retados a competir en ingenio a cambio de baratísimos regalos de un bazar chino.
Delirante, sí. No querrán que hagan chistes sobre la epidemia de desahucios, sobre la caída súbita en la pobreza, sobre los enfermos que ya no pueden pagarse los cuidados, sobre los eres por doquier, sobre las tasas que cierran la puerta de la justicia, sobre estas navidades de escasez sin paga extra, ni mula ni buey. No, por favor. Necesitamos surrealismo, ahora que París expone lo mejor de Dalí. Con Cansado tampoco entendemos nada pero nos hace reír. Y, a menudo, pensar.
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