Poesía en escultura: Jaume Plensa, Premio Velázquez 2013
El galardón, dotado con 100.000 euros, lo concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
Tres premios de altura en solo un año. Escultor y grabador, Jaume Plensa (Barcelona, 1955) ha sumado hoy el Velázquez —que pretende ser una suerte de Cervantes de las artes— a otros dos importantes galardones: el Nacional de Artes Plásticas, concedido en noviembre del año pasado y el Nacional de Arte Gráfico, solo un mes después. “Pero este me hace una ilusión especial porque es el Velázquez y tiene una connotación particular, como de artista a artista. Por eso es especialmente agradable”, comentaba Plensa en conversación telefónica con EL PAÍS poco después de conocer la distinción.
El Premio Velázquez está dotado con 100.000 euros y lo concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte . “Lo cierto es que no he recibido todavía la comunicación completa del premio y no sé muy bien qué se valora”, añadía Plensa desde su domicilio, bastante cerca de su estudio en Sant Feliu de Llobregat, desde donde han viajado sus grandes esculturas formadas por letras y números a Dubai, Boston, Chicago, Nueva York o París, algunas de las ciudades donde se han instalado. “No sé cómo interpretar esta acumulación de premios. La creación de un artista es algo completamente personal y parece un milagro que alguien lo comparta. Que haya gente que se sienta próxima. Es un milagro que sorprende”.
El premio Velázquez nació en 2002 para premiar el conjunto de la obra de un creador de las artes plásticas en el ámbito iberoamericano. Entre los españoles que lo han recibido se encuentran Ramón Gaya, Antoni Tàpies, Pablo Palazuelo, Antonio López, Luis Gordillo y Antoni Muntadas. El año pasado, el galardón no fue concedido. “No tenía ni idea”, admite Plensa.
“La obra se puede considerar la totalidad, aunque siempre se piensa que la mejor es quizá la que todavía no has hecho”, reflexiona el escultor. En su caso, se trata de una producción muy amplia que abarca también la expresión gráfica, aunque sea menos conocida. Probablemente las intervenciones que más se recuerdan del artista son las que hace en espacios públicos, como las enormes esculturas que a veces coronan colinas, como es el caso de Dream, una cabeza de 20 metros de altura de una niña con los ojos cerrados, situada a las afueras de la localidad minera de Saint Helens, cerca de Liverpool. O sus muy reconocibles grandes esculturas formadas por letras y números.
“Siguen siendo mis dos grandes familias”, apunta el escultor, que tiene una proyección internacional de obras y exposiciones bastante más abultada que la española. ¿Por qué? “Son los flujos de la vida. Siempre he trabajado mucho más fuera que en España. Tampoco tengo prisa por tener encargos o proyectos en España”, reconoce. Plensa ha vivido años en Berlín, Bruselas y París pero desde hace unos años se estableció en Barcelona: “Me gusta vivir aquí, soy mediterráneo, aunque a la vez soy un viajero empedernido”, confiesa, e incluso admite que el estudio lo tiene cerca del aeropuerto precisamente por el constante ir y venir. Ese estudio lo define como un taller-laboratorio: “En realidad experimento intuiciones. Intento llegar al equilibrio de los proyectos”.
Una de las últimas obras del nuevo dueño del premio Velázquez es Wonderland , una escultura localizada frente al edificio Bow, en el centro de Calgary (Canadá). Una enorme cabeza de una niña —de 12 metros de altura— que se antepone a la torre de 59 pisos del edificio. Se trata de un retrato de alambre en el que se puede entrar y experimentar. Pese a que tal vez lo más llamativo —“lo más grande tiene más eco mediático”, dice— sean ese tipo de esculturas o las intervenciones en el espacio público, como la cabeza que sobresalía del mar en la bahía de Botafogo, en Río de Janeiro, o las figuras que ocuparon parte del Madison Square Park, en Nueva York, el escultor insiste en que una parte de sus creaciones es intimista. Jaume Plensa ha trabajado con múltiples materiales, como el hierro fundido, el poliéster, la fibra de vidrio, el alabastro, la madera y el inox. “A veces lo que cambia no es tanto el material como la actitud respecto a ellos. En realidad, el gran material del arte son las ideas”, subraya el artista.
Vital y dinámico, asegura que él no está en crisis: “Es la sociedad la que está en crisis económica y de valores. Yo, como artista, espero poder ayudar. Creo que hace falta tener una actitud muy responsable y yo intento tenerla”. Ahora está con dos proyectos nuevos: una exposición en 2014 en Augsburgo (Alemania) y otra intervención en el Milenium Park de Chicago, donde Plensa ya realizó la Crown Fountain, una fuente formada por dos torres en la que los ciudadanos, proyectados en pantallas, lanzan agua por la boca, un proyecto que le valió el reconocimiento internacional.
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