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Charleroi, contra la imagen adulterada

La ciudad belga, que lucha por superar el declive industrial y su mala reputación, se encuentra detrás de la revocación del premio World Press Photo a Giovanni Troilo

Álex Vicente
Philippe, habitante de Charleroi, en otra de las imágenes contestadas de la serie La ciudad negra.
Philippe, habitante de Charleroi, en otra de las imágenes contestadas de la serie La ciudad negra.giovanni troilo (luz photo)

El paisaje no es muy distinto al de cualquier ciudad de la Valonia profunda. Charleroi emerge en medio de un tejido de antiguas fábricas de ladrillo, esqueletos de esa vetusta siderurgia que en su día empleó a toda la región, que aparecen entre una naturaleza llana y dócil. Al llegar al centro de la ciudad, se descubre un lugar de perfil humilde —el paro roza el 23%, cerca del triple de la media nacional, y la tasa de pobreza es del 28%, casi tres veces más que en Amberes—, pero menos infausto que lo que reza la leyenda. En 2008, un sondeo de un diario holandés declaró a Charleroi “la ciudad más fea del mundo”. Pero hace una década que se empeña en transformarse. “Si Brooklyn y Bilbao han podido, tal vez nosotros también”, dice su alcalde, el socialista Paul Magnette.

Este enclave postindustrial, en pleno proceso de transformación económica y urbanística, se ha situado esta semana en el centro de uno de los mayores debates que hayan sacudido al fotoperiodismo en los últimos tiempos. Hasta el punto de hacer tambalear los cimientos del premio World Press Photo, uno de los más prestigiosos del planeta, entregado anualmente desde 1955. La serie fotográfica La ciudad negra: El corazón oscuro de Europa, realizada en Charleroi por el fotógrafo italiano Giovanni Troilo, se vio desposeída el miércoles del primer premio en la categoría Asuntos contemporáneos por haber aportado información falsa sobre las condiciones en las que se hizo.

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En su presentación del proyecto, Troilo definía Charleroi como un lugar donde “solo la sexualidad perversa y retorcida, el odio racial, la obesidad neurótica y el abuso de drogas sirven de soluciones para que ese malestar endémico se vuelva aceptable”, considerando a esta urbe de 200.000 habitantes “el reflejo de algo que sucede a mayor escala en toda Europa”. Sin embargo, las irregularidades no tardaron en salir a la luz. Primero fue la evidente puesta en escena de una de sus imágenes, donde un primo del fotógrafo aparecía practicando sexo en el interior de un coche, en el que Troilo había colocado previamente un flash. La organización estudió revocar el premio, pero lo confirmó el pasado domingo al deducir que ese primo “hubiera hecho el amor en el coche, tanto si el fotógrafo estaba presente como si no”. Terminó cambiando de opinión el miércoles, después de que un reputado fotoperiodista belga, Bruno Stevens, ganador del World Press Photo en tres ocasiones, denunciara que una de las imágenes no había sido tomada en Charleroi, sino en el taller del pintor Vadim Vosters en Molenbeek, en las afueras de Bruselas. Es decir, a más de 50 kilómetros de distancia. “El fotógrafo reconoció el error, pero ya era demasiado tarde. Había cruzado la línea de lo aceptable. El fallo cambiaba el sentido de toda la historia”, apunta el director del World Press Photo, Lars Boering, desde la sede de la organización en Ámsterdam.

Para Magnette, figura ascendente del socialismo belga, la revocación del premio ha supuesto una victoria. A finales del mes pasado, el regidor inició la revuelta contra esta serie fotográfica a través de una larga misiva enviada a la organización, donde contestaba la “distorsión de la realidad” del trabajo de Troilo, que reflejaba para él “una ciudad ficticia”. “Si hubiera sido un concurso de fotografía artística, nunca hubiera dicho nada. Lo que no podíamos aceptar es que eso fuera considerado un retrato realista. Cuando alguien daña la reputación de una ciudad, está atacando la autoestima de quienes viven en ella”, señala ahora Magnette.

Escena de sexo en un coche, una de las fotos cuestionadas.
Escena de sexo en un coche, una de las fotos cuestionadas.giovanni troilo (luz photo)

Para el alcalde, los problemas a los que apunta Troilo “no son inexistentes”, pero tampoco exclusivos de Charleroi. “La delincuencia, la desocupación y las drogas forman parte de cualquier lugar de más de 50.000 habitantes. Reducir la ciudad a eso es inaceptable”, argumenta Magnette, que espera que el caso constituya una “jurisprudencia Charleroi” que logre reforzar el código deontológico de la profesión. Por su parte, la organización holandesa se plantea endurecer el examen de las imágenes a partir de la próxima edición. “36 personas se encargan de comprobar la información recibida, pero cuando recibes 100.000 imágenes en pocos días, los errores son posibles en los dos lados”, reconoce Boering.

Troilo no es el primer extranjero que fotografía la región. En las afueras de la ciudad se erigen el Museo de la Fotografía, instalado en un espectacular monasterio neogótico de ladrillo. El centro lleva seis años encargando a reputados retratistas, como Jens Olof Lasthein o Dave Anderson, que se instalen en Charleroi para elaborar series que den fe de su paisaje cambiante. “Queremos que sean extranjeros precisamente porque aportan una mirada distinta a la nuestra”, apunta la conservadora Christelle Rousseau. La mayoría dirige su mirada a las consecuencias del declive industrial, lo que no siempre gusta a los autóctonos. “A veces se les reprocha su miserabilismo, incluso cuando esa no es la voluntad del fotógrafo. Diría que los ciudadanos se ven reflejados en algo que ya no quieren ser”, opina. Sin embargo, lo acontecido esta semana no es comparable. “Lo que ha sucedido va mucho más allá”, concluye.

Giovanni Troilo: "Me han aplicado la pena máxima"

Giovanni Troilo, desposeído esta semana del premio World Press Photo, dice haber aceptado el desenlace. "Fue un error involuntario, pero debo pagar por él. No es una injusticia, pero me han aplicado la pena máxima", respondía el viernes desde Roma. "En las ediciones anteriores ha habido errores que no se han saldado con la descalificación". Troilo, fotoperiodista de 37 años, fue descalificado por un pie de foto incorrecto, que sostenía que una imagen había sido tomada en Charleroi, cuando en realidad se trataba del atelier de un pintor en Bruselas.

El autor atribuye el error a un descuido a la hora de subir las imágenes a la web del premio. “Si hubiera querido engañarles, no habría escrito el nombre del pintor, que se podía comprobar fácilmente”, apunta el fotógrafo, quien conoce bien esta ciudad: parte de su familia emigró a Charleroi en los años 50. “He dado a conocer una verdad incómoda”, dice Troilo.

La duda es si su trabajo, acusado de responder a una estudiada puesta en escena, puede considerarse fotoperiodismo. “No soy yo quien deba decirlo, sino el jurado. Si no lo era, ¿por qué no me eliminaron desde la primera ronda?”, se interroga. Troilo afirma que nunca escondió sus métodos y que mencionó las condiciones en que tomó las imágenes en cada pie de foto, incluida la instantánea donde se ve a uno de sus familiares practicando sexo en un coche. “En el pie mencionaba que era mi primo y que había aceptado que le hiciera una foto”, argumenta.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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