La tauromaquia, ¿amenazada?
Intelectuales, toreros y ganaderos analizan la fiesta y eluden la autocrítica interna
La Fundación de Estudios Taurinos, -entidad que patrocina la Real Maestranza, integrada por universitarios e investigadores y dedicada a la promoción de la tauromaquia- organizó hace unos días en Sevilla una jornada bajo el título ‘La tauromaquia, ¿amenazada?’, que contó con un amplio y selecto cartel de participantes. Todos ellos expusieron con brevedad su docta y siempre interesante opinión sobre la compleja situación de la fiesta, y todos eludieron analizar las responsabilidades de los protagonistas de la misma, toreros, ganaderos y empresarios. Prefirieron culpar a los animalistas, a los políticos y a la evolución de la propia sociedad. “Es que yo no me atrevo...”, comentó después uno de los participantes desde el anonimato de la confidencia. Ninguno se atrevió a ello, como si el análisis del ‘antitaurinismo’ de los taurinos fuera terreno vedado a la crítica. Una vez más, se demostró que la fiesta de los toros tiene difícil arreglo mientras no se aireen los trapos sucios internos que la manchan y provocan la huída de los aficionados.
Encabezados por Fátima Halcón, presidenta de la Fundación, los ponentes fueron los siguientes:
"No permitamos que los antis se adueñen del término ecología; los ecologistas somos nosotros" (Araceli Guillaume-Alonso).
Araceli Guillaume-Alonso, catedrática emérita de Historia de la universidad París-Sorbonne.
Cristina Sánchez, torera.
"Sentimos que no se oiga la voz de la afición española" (François Zumbiehl).
François Zumbiehl, antropólogo.
Francis Wolf, filósofo.
"Para muchos jóvenes, matar a un hombre o a un animal es lo mismo" (Francis Wolf).
Eduardo Miura, ganadero.
Carlos Abella, escritor taurino.
"El problema más serio de la fiesta de los toros es que es políticamente incorrecta" (Victorino Martín).
Eduardo Dávila Miura, torero.
Agustín Díaz Yanes, director de cine.
"En Barcelona hay más perros que niños" (Víctor Gómez Pin).
Y Victorino Martin, ganadero.
La primera en hacer uso de la palabra fue Araceli Guillaume-Alonso, reciente pregonera de la feria taurina de Sevilla, quien animó a los asistentes que abarrotaban el Salón de Carteles de la Maestranza, “a no avergonzarnos de nuestra afición”. “Debemos hablar de toros -continuó- siempre que tengamos oportunidad, y transmitir a los niños la cultura taurina”. “No permitamos, -recalcó-, que los antitaurinos se adueñen de términos como ecología o animalismo; los ecologistas somos nosotros”.
La torera Cristina Sánchez reconoció que la tauromaquia está amenazada y vive de espaldas a la realidad. “Debemos luchar y unir fuerzas en todos los campos”, afirmó. Dijo que es optimista para el futuro y pidió “un análisis en términos empresariales, que determine las debilidades, las amenazas, las fortalezas y las oportunidades del sector”.
El intelectual francés François Zumbiehl señaló que “nadie puede ser aficionado gratuitamente; debe ser militante”. “Sentimos que no se oiga la voz de la afición española y su sensibilidad”, añadió. A su juicio, el toreo ha llegado a la perfección plástica y he perdido espontaneidad. “Hay que reinventar La organización de la fiesta”, dijo, “y encontrar un equilibrio entre la lidia y el arte”.
El también aficionado francés Francis Wolf, filósofo, enmarcó los problemas de la fiesta “en la crisis general del humanismo, que confunde al hombre con el animal y tiene unas consecuencias nefastas sobre la ideología de la juventud”. “Para muchos jóvenes, -incidió-, matar a un hombre o a un animal es lo mismo”. A su juicio, se debe explicar a la juventud que el ser humano tiene deberes con sus semejantes, muy diferentes a los que tiene con los animales; y dividió a estos en mascotas, “a los que les damos cariño”, domésticos, “a los que debemos protección”, y salvajes, “con los que se debe respetar el equilibrio”. “El toro bravo, -añadió-, “no es doméstico ni salvaje; deben ser criados en libertad y estar convencidos de que no es inmoral lidiarlos porque viven para eso”.
El ganadero Eduardo Miura afirmó que “la fiesta de los toros ha dejado de ser el centro de la vida social de este país”, mostró sus reticencias sobre el tratamiento informativo que recibe y llamó la atención sobre la desconfianza que muestra la sociedad hacia todo lo taurino.
El escritor Carlos Abella se detuvo, primero, en las diferencias entre España y Francia, y el cambio de mentalidad que se ha producido en nuestro país en relación con los animales, “de tal modo, que estar en contra de la tauromaquia es progresista”, anfatizó. Se sumó al optimismo reinante en la mesa, y solicitó el apoyo de todos para las instituciones, las leyes y la Fundación del Toro de Lidia.
El torero Dávila Miura dijo que hay que hacer apostolado, y cada aficionado debe tener un compromiso diario con la fiesta de los toros. “Soy optimista por experiencia, y porque todo se lo debo al toreo”, añadió; y abogó por la eficacia de las jornadas de puertas abiertas y por enseñar la tauromaquia a los extranjeros.
“De cada diez extranjeros que llevas a una plaza, dos quedan enganchados para siempre”, explico el cineasta Díaz Yanes. Pidió una agilización de los tiempos de la lidia, y afirmó que la fiesta “es un espectáculo tan arcaico, que es el más moderno que existe”.
Por su parte, el ganadero Victorino Martín señaló que “la fiesta está amenazada desde que nació y su problema más serio es que es políticamente incorrecta”. En su opinión, el toro es la máxima expresión de la cultura mediterránea, un rito sacrificial que ha evolucionado con los tiempos, y una expresión del mundo rural en el seno de una sociedad que camina hacia una sociedad eminentemente urbana. “Hemos dejado pasar muchos trenes”, aseguró. “Hemos pasado de ser el principal espectáculo en los años 50 a dejarnos ganar la batalla por otros desde que apareció la televisión”, añadió. Consideró Martín que se debe establecer una organización mundial que represente y defienda los intereses taurinos en los distintos países donde se celebran festejos”.
Desde el público, hizo uso de la palabra, finalmente, el filósofo Víctor Gómez Pin, quien se refirió a la sensibilidad de la sociedad actual, y afirmó que “en Barcelona hay más perros que niños”.
Babelia
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