Gustavo Santaolalla: “El rock, como el mundo, está en cuarentena”

El músico argentino ha producido más de 100 discos y ha triunfado en Hollywood, con dos Oscar, por ‘Brokeback Mountain’ y ‘Babel’

Gustavo Santaolalla, en el Hotel Wellington en Madrid. En vídeo, una entrevista al artista donde hace un repaso de su vida como cantante y compositor.Foto: ANDREA COMAS | Vídeo: EPV

Viene del rock. Por llevar pelo largo y guitarra lo encarcelaron varias veces en la Argentina de la dictadura. Produjo ya más de 100 discos, se metió a componer bandas sonoras y triunfó en Hollywood. Con un roncoco, su instrumento de cuerda de origen andino como bajo continuó, Gustavo Santaolalla (Buenos Aires, 70 años) ganó dos Oscar: Brokeback Mountain (2006) y Babel (2007). Anda estos días por España pa...

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Viene del rock. Por llevar pelo largo y guitarra lo encarcelaron varias veces en la Argentina de la dictadura. Produjo ya más de 100 discos, se metió a componer bandas sonoras y triunfó en Hollywood. Con un roncoco, su instrumento de cuerda de origen andino como bajo continuó, Gustavo Santaolalla (Buenos Aires, 70 años) ganó dos Oscar: Brokeback Mountain (2006) y Babel (2007). Anda estos días por España para que su música deudora de Atahualpa Yupanki y The Beatles suene con orquesta sinfónica en Málaga (día 12), Madrid (17) y Avilés (25). Ha producido la serie documental Rompan todo (Netflix), donde analiza el rock como bandera en América Latina. Cree que ese modo de expresión ni ha muerto, ni morirá: “Anda en cuarentena”, dice.

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Pregunta. No pocos se han quejado en América Latina y España por la serie Rompan todo, que usted produce. Dicen que dónde andan Miguel Ríos o Mecano, por ejemplo.

Respuesta. Mecano aparece.

P. Ya, pero poco.

R. El foco estaba puesto en los grupos de Latinoamérica. Yo soy solo uno de los productores ejecutivos, pero al ser el más conocido, me tiran todos los tomatazos. No hay problema. La idea era contar la vida de las bandas de rock en yuxtaposición con las realidades socioeconómicas y políticas de nuestros países. Esa conexión nunca se hizo. Se hizo la de la canción protesta, pero la verdad es que a mí me metieron preso en Buenos Aires en los setenta montones de veces por llevar el pelo largo y tocar rock. Ni pertenecía a ningún partido político, ni consumía drogas, pero la música me hacía sospechoso como a otros muchos en el Chile de Pinochet o el México de la época. Siempre hay detractores, aunque la serie estuvo entre los 15 títulos más vistos en Netflix en todo el mundo. Me siento muy orgulloso de haberlo hecho. Por lo menos devolvió el rock a la conversación.

P. ¿Se había ido?

R. Llevo décadas escuchando que ya murió y lo he visto resucitar tantas veces… Yo digo que el rock, ahora, como el mundo, está en cuarentena, que la vacuna viene de América Latina y lleva perfume de mujer.

P. ¿Eso es que su ojo de productor ya ha visto algo prometedor por ahí?

R. Si vamos al pop, mira el perfume que deja Rosalía, por ejemplo. Pero hay muchas. Acabo de producir a Kali Uchis, que es nacida en Estados Unidos pero colombiana. Llegó la hora para ellas, ¿no?

P. ¿Quién ha sido el peor enemigo del rock?

R. Digamos que en algún momento lo fue MTV, también el negocio, la piratería hace una década y los propios artistas. No olvidemos que muchos dejaron de responder a esa energía tribal y salvaje. Por eso en América Latina tenemos una ventaja frente al norte: sabemos quién es el enemigo, concretamente. Y eso ayuda a encauzar cierta energía, una actitud. Yo, incluso, cuando hago bandas sonoras o de videojuegos, me siento un músico de rock.

P. ¿En qué?

R. Me encanta meterme en terrenos que desconozco. Tocar instrumentos que no sé. Esa dificultad aporta, me coloca en una situación de peligro y de inocencia que me encanta. Me lleva al minimalismo e incluso al silencio, que es algo que utilizo mucho. En realidad, yo sólo sé tocar la guitarra y el ronroco: esa es mi voz.

“Alejandro González Iñárritu es un genio, un verdadero genio. Él anda varios pasos adelante del resto

P. Y tanto, ese instrumento andino que resuena en gran parte de su música. ¿Cómo se ganan dos Oscar con un ronroco en la mano?

R. En realidad, en Brokeback Mountain solo hay guitarra, y en Babel aparece un tema mío anterior, Iguazú, que está no solo ahí, sino en otras películas. Pero Alejandro González Iñárritu, el director, lo quería sí o sí, me lo pidió.

P. De hecho, usted hizo las grandes bandas sonoras del realizador mexicano: Amores perros, 21 gramos, Babel, Biutiful

R. Y… bueno, pero es que Iñárritu es un genio, un verdadero genio. Él anda varios pasos adelante del resto.

P. Luego están los videojuegos…

R. Yo no soy gamer. Se me da muy mal. Mi hijo, sí. Y de mirar y escuchar… No se habían hecho bandas como yo las hago y eso me ha proporcionado nuevos fans porque a ese público les llega muy hondo: ahora tengo admiradores desde los 16 años hasta mi edad.

P. ¿Dónde se gana más pasta? ¿Cine o videojuegos? Porque de los discos, ni hablamos.

R. En ambos se gana bien, muy bien. Pero con los discos, ya, nada. Y con el streaming, horrible. Eso se acabó.

“El productor ha crecido a base de los errores del artista. Aprendí mucho equivocándome

P. ¿El productor es descubridor de talento o solo lo debe encauzar?

R. Se dan todos los casos, yo siempre he sentido la necesidad de trabajar con artistas muy fuertes. No los que te dicen: sí, señor. Artistas de quienes te tienes que ganar su confianza, darles una función transparente y que los discos no suenen igual. Vengo de la escuela en eso de George Martin y no de Daniel Lanois o Phil Spector.

P. Muchas veces se deja de lado el aspecto creativo de un productor. ¿Molesta?

R. Es importantísimo, clave en el arte de hacer un disco. Es quien ayuda a elegir el material, quien dice que para un disco de 10 canciones tiene que escuchar 30 y, de ahí, quitar. A veces es quien toma decisiones importantes sobre una canción, quien te cambia la percepción sobre ella porque ha alterado el orden interno, el coro o el estribillo.

P. Y a usted, que ha producido todos sus discos, ¿no le habría venido bien una mirada de fuera para tomar esas decisiones?

R. ¡Ojalá! ¡Hubiera sido increíble! Pero es que el productor ha crecido a base de los errores del artista. Aprendí mucho equivocándome.

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