El empeño de un pueblo para redescubrir el primer dolmen de Andalucía
El Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán consigue una subvención para poner en valor el monumento megalítico de Montelirio después de décadas abandonado a su suerte
A primera vista es solo una parcela cubierta de maleza y florecillas silvestres amarillas, coronada por un pequeño montículo. Pero a tan solo 40 centímetros de la superficie de este terreno —a la entrada de Castilleja de Guzmán, un municipio del Aljarafe sevillano de 2.860 habitantes— yace el monumento megalítico más importante del mayor asentamiento de la Edad del Cobre de la península Ibérica. El dolmen o tholos de Montelirio, datado entre el 2850 y el 2700 antes de Cristo, lleva décadas abandonado a su suerte y a merced de la inclemencia de la lluvia que arrastra y esparce sin control sus lascas prehistóricas, casi la única evidencia física de su existencia para los pocos que conocen su valor subterráneo. Una desidia que tiene los días contados porque su Ayuntamiento, de la mano de la Diputación de Sevilla, ha conseguido una subvención de fondos europeos de casi medio millón de euros para poner en valor un enclave de extraordinario valor científico e histórico-patrimonial.
“Aquí se puede decir que vinieron, abrieron, rescataron lo que había en su interior y cerraron, dejando el mantenimiento a la administración más débil”, resume de una manera cruda pero elocuente su alcaldesa, María del Mar Rodríguez, que desde que llegó al Gobierno municipal en 2019 ha peleado por cualquier subvención por recuperar en lo posible el dolmen de Montelirio. Solo la subvención supone una tercera parte del presupuesto local, de 1,8 millones de euros. “Si no nos da para reivindicar toda su importancia, al menos nos servirá para conservar la zona y dar a conocer la maravilla que tenemos aquí”.
El primer paso es el proyecto técnico gracias al que se ha conseguido la subvención con cargo a los fondos europeos Feder-Edusi, al que ha tenido acceso este diario. Los 500.000 euros serán licitados y ejecutados en un plazo de cuatro meses por la Diputación de Sevilla, una vez que se obtenga el visto bueno de la Comisión de Patrimonio de la Junta, que ha estado muy involucrada a través de la Consejería de Cultura. La intervención propone recrear con tecnología 3D y 4D y realidad virtual y aumentada el corredor y las cámaras funerarias que integran el monolito, conforme el visitante pasee por su superficie. El plan incluye el cercado del perímetro, caminos que marquen el recorrido y un mirador que permita integrar el dolmen de Montelirio con los otros cuatro que integran el yacimiento —el de La Pastora, el de Ontiveros, bajo un cortijo, y el de Matarrubilla, todos en la vecina Valencina de la Concepción―.
“El objetivo es poner en valor el elemento patrimonial del dolmen y preservar el yacimiento y lo hemos hecho bajo la supervisión de Álvaro Fernández Flores, el arqueólogo que dirigió los trabajos de excavación, y su equipo”, señala José Gutiérrez, jefe de la sección de infraestructura de cohesión territorial de la Diputación de Sevilla, que ha dirigido la redacción del proyecto. A diferencia del dolmen de La Pastora, que sí se puede visitar, los corredores del de Montelirio son tan estrechos que no permiten el paso a humanos.
Por eso, como destaca Fernández Flores, lo esencial era “asegurar que el proyecto de puesta en valor no afecte a las estructuras excavadas y evite impactar sobre las que pueda haber aun soterradas”. Al abordar la iniciativa como una experiencia inmersiva se garantiza su preservación y, además, se permite contemplar el monumento de la misma manera que lo hacían los hombres prehistóricos coetáneos, que, casi como ahora, solo podían apreciar un pequeño túmulo sobresaliendo de una pradera. “Los arqueólogos tenemos la visión de que cuanto más se parezca el enclave a la realidad, mejor”, abunda Fernández Flores. Por eso también cobra especial importancia la conservación paisajística del entorno que se quiere acometer y que busca recrear la flora que existía en el calcolítico y a la vez impida que las raíces puedan dañar el yacimiento.
Referente patrimonial
En el Aljarafe, la Asociación Los Dólmenes lleva desde 2004 batallando por preservar e impulsar el conocimiento del asentamiento, un conjunto que abarca con los cuatro dólmenes 450 hectáreas. Una de sus integrantes, Isabel Medrano, recibe con expectación que se haya dotado económicamente un proyecto para poner en valor el enclave y reclama que “se tenga en cuenta la comunión de todos los dólmenes”. “En el museo de Valencina debe hablarse de Montelirio y en Castilleja de La Pastora”, puntualiza. “Ambos tholos estarán unidos por un camino para bicicletas”, indica Gutiérrez, para quien esa unidad es un elemento esencial, dado que el proyecto incluye financiación para los municipios que forman parte del asentamiento.
Fernández Flores ha ayudado a facilitar los conocimientos científicos de un enclave que él y su compañero, el profesor de Prehistoria de la Universidad de Sevilla Leonardo García Sanjuán, recogieron profusamente en varias publicaciones cuando terminaron con las excavaciones que comenzaron en 2007 —ante la amenaza de edificar sobre el terreno una promoción de viviendas― y concluyeron en 2010. “El tholos de Montelirio es uno de los descubrimientos más importantes de los últimos 20 años dentro de arqueología española, y también a nivel europeo, pues ha expandido de forma muy considerable el conocimiento que teníamos del megasitio de la Edad del Cobre de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán, y del desarrollo tecnológico de las sociedades que lo frecuentaban y habitaban, ampliando su alcance y relevancia”, explica García Sanjuán.
Entre los extraordinarios tesoros arqueológicos que hallaron se encuentran una daga de cristal de roca y marfil o el grupo de restos de 17 mujeres, probablemente sacerdotisas, vestidas con trajes de cuentas de nácar —cuyas esquirlas se pueden encontrar actualmente entre los matojos que cubren el tholos―. La estructura funeraria cuenta con un corredor de 30 metros de longitud y dos cámaras funerarias revestidas de lajas de pizarra decoradas con pinturas. La mayoría de los objetos encontrados se depositaron en el Museo Arqueológico de Sevilla y aún no han sido expuestos. “Es incomprensible que 17 años después del descubrimiento y seis después de la publicación de esa importante monografía, ni el monumento en sí ni los impresionantes ajuares recuperados en su interior hayan sido objeto de una musealización a la altura de lo que se merecen, sino que incluso el monumento de Montelirio ha quedado abandonado a su suerte, sin protección de ninguna clase”, se lamenta García Sanjuán.
El siguiente objetivo del Ayuntamiento será buscar un lugar donde exponer una recreación de los objetos recuperados en el dolmen. “De todos los tholos del yacimiento de Valencina-Castilleja, este es el más antiguo y sus piezas son únicas en toda Europa. Y está en Guzmán y ni los guzmareños lo saben”, enuncia su alcaldesa. Para ella, como para Medrano, la conservación y puesta en valor del dolmen de Montelirio “es una oportunidad para llamar la atención sobre una zona arqueológica de incalculable valor desde el punto de vista científico”. “Al ser tratada como una ciudad dormitorio, solo se ha pensado en la construcción y no en el interés patrimonial y turístico”, abunda Medrano.
Los objetos hallados en el dolmen de Montelirio permiten asegurar a García Sanjuán que el asentamiento de Castilleja de Guzmán es el más antiguo de Andalucía, por delante de Cádiz. “Esperemos que con esta actuación empecemos a escuchar el nombre de Castilleja como referencia patrimonial y arqueológica y como cuna de esta comunidad autónoma”, apunta su alcaldesa.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.