‘Nosotros no nos mataremos con pistolas’: el fracaso generacional de la España de la crisis
María Ripoll reúne a un grupo de treintañeros en una casa de pueblo valenciana donde, en torno a una paella, buscan su identidad perdida
En uno de los diálogos de Nosotros no nos mataremos con pistolas, crónica generacional de la directora catalana María Ripoll, un trabajador le vende en una verbena a una de las treintañeras protagonistas una rifa en solidaridad por el cierre de la fábrica del pueblo. La joven, ya no tan joven y pasada de rosca, solo da saltos en la pista y, mientras el hombre intenta convencerla, su amiga remata la faena con un pragmatismo tan oportuno como terrible sobre la adicción a la cocaína de su amiga: “Mira, así ya tienes pa...
En uno de los diálogos de Nosotros no nos mataremos con pistolas, crónica generacional de la directora catalana María Ripoll, un trabajador le vende en una verbena a una de las treintañeras protagonistas una rifa en solidaridad por el cierre de la fábrica del pueblo. La joven, ya no tan joven y pasada de rosca, solo da saltos en la pista y, mientras el hombre intenta convencerla, su amiga remata la faena con un pragmatismo tan oportuno como terrible sobre la adicción a la cocaína de su amiga: “Mira, así ya tienes papel para el turulo”.
Nosotros no nos mataremos con pistolas, filme cuyos destellos la sitúan entre lo mejor de la filmografía de Ripoll, se inscribe en ese maravilloso subgénero del reencuentro de viejos amigos cuando al peterpanismo le salen las primeras calvas. Los amigos de Peter, de Kenneth Branagh y, sobre todo, diez años antes, la grandiosa The Big Chill (Reencuentro), de Lawrence Kasdan, pusieron sobre la mesa una nueva forma de drama familiar en el que la consanguinidad venía determinada por las aulas de la universidad o del colegio. Como en The Big Chill en Nosotros no nos mataremos con pistolas, hay un elefante en la habitación: la ausencia de uno de los pilares del grupo de amigos que ahora decide volver a encontrarse. Una ausencia cuya presencia amordaza unas relaciones erosionadas por el paso del tiempo y el desencanto de una generación, la de la eterna crisis económica, marcada por la falta de expectativas.
Las actrices Ingrid García Jonsson, Elena Martin y Lorena López y los actores Joe Manjón y Carlos Troya conforman ese grupo de amigos que acude a la llamada de una de ellos (García Jonsson) para celebrar en la abandonada casa del pueblo de su abuela una inesperada reunión en plenas fiestas locales. La paella que se empeña en preparar para sus amigos García Jonsson, actriz que junto a Elena Martin destaca en su retrato de una mujer perfeccionista empeñada en ocultar su fiasco vital, representa esa necesidad de comunidad (exprimida en la era poscovid), mezclada con la búsqueda de una identidad perdida volviendo a las raíces. Es decir, a un pueblo de cuatro calles en el que ya solo quedan las pintadas de los que se han quedado sin trabajo y, caiga quien caiga, la verbena de cada verano.
Es una pena que el colofón de la fiesta, ese destino tan alienante como liberador, con su cansino electro pop y su sudorosa euforia, no encuentre una forma propia más allá de ese aire de anuncio de cerveza que parece impregnar todo cada vez que se habla de juventud española. Sin la fuerza de esa catarsis final, la película pierde pie. Pero Ripoll acierta con el tono tragicómico, con el valor emocional de la vieja casa y sus significados y con una historia que mezcla esas dos palabras tan comunes entre la juventud española: fiesta y fracaso.
NOSOTROS NO NOS MATAREMOS CON PISTOLAS
Dirección: María Ripoll.
Intérpretes: Ingrid García Jonsson, Elena Martin, Joe Manjón, Lorena López, Carlos Troya, Carlos Gorbe.
Género: drama. España, 2022.
Duración: 88 minutos.
Estreno: 17 de junio.