Juan Antonio Giraldo, forjador de la luz y el espacio

La vida del artista canario, que falleció a los 85 años, se centraba en el taller, como un alquimista, con horarios interminables, alejado de las relaciones políticas que se manejaban en el entramado cultural

El artista Juan Antonio Giraldo en su exposición en el Museo de Arte Contemporáneo ‘El Mercado’ de Villanueva de los Infantes en 2016.Archivo familiar

El pasado 19 de enero fallecía en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria el polifacético artista Juan Antonio Giraldo Fernández de Sevilla (Villanueva de los Infantes, 1937). Aunque su obra más reconocida es en el ámbito de la escultura y las vidrieras, cultivó otros géneros como el dibujo, la pintura, la decoración, la fotografía, etc.

De formación autodidacta, su primer acercamiento a la pintura fue en la juventud de la mano del pintor manchego Antonio Iniesta, en la localidad de Manzanares (Ciudad Real). Pero sería un viaje por Europa a principios de los años sesenta lo que le lleva...

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El pasado 19 de enero fallecía en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria el polifacético artista Juan Antonio Giraldo Fernández de Sevilla (Villanueva de los Infantes, 1937). Aunque su obra más reconocida es en el ámbito de la escultura y las vidrieras, cultivó otros géneros como el dibujo, la pintura, la decoración, la fotografía, etc.

De formación autodidacta, su primer acercamiento a la pintura fue en la juventud de la mano del pintor manchego Antonio Iniesta, en la localidad de Manzanares (Ciudad Real). Pero sería un viaje por Europa a principios de los años sesenta lo que le llevaría a utilizar la escultura como principal medio de expresión. Allí descubrió la obra de la artista Marta Pan, la de Brancusi y Max Bill. En ese mismo viaje nace su interés por las formas escultóricas, por el modelado del espacio a través de la forja. En 1962 Giraldo contacta con Luis Garrido, fundador de Estampa Popular, y se relaciona con algunos de los miembros de este movimiento artístico, como fueron José Ortega, Javier Clavo y Ricardo Zamorano.

Monumento homenaje a la Vela Latina realizado por Giraldo y se encuentra en la Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria.Archivo familiar

En 1963 decide instalarse en Madrid. Comparte estudio a finales de los sesenta con varios jóvenes, entre los que se encontraba Julián Gil, reconocido pintor constructivista. Allí conoce al escultor José Luis Sánchez, incorporándose al taller en prácticas. Con él aprendió la técnica de los murales en hormigón, así como el trabajo en bronce, de los que realizó años después varios ejemplos en su estancia en las Islas Canarias, fijando su residencia en Gran Canaria a partir de 1968. En estos años, Giraldo ensaya una figuración abstracta en bronce de sesgo informalista. En 1967 viaja a Holanda y es admitido en el Ateliers Academie 63 de Haarlem.

Aquí coincidiría con el escultor Nicolaas Visser, representante del constructivismo abstracto minimalista. Algunas obras del escultor manchego de finales de los setenta, como Siete (1976), Demos (1976), Oulu I (1978), recuerdan formalmente a las de Visser: una base de mármol sirve de bandeja para soportar figuras de hierro. La calidad de las obras llevó a la crítica del momento a interesarse por su producción. Críticos y escritores como Eduardo Westerdahl, José Hierro, Ignacio Vasallo, Giralt-Miracle, Rodríguez Aguilera, Zaya, Hernández Perera, etc. dedicaron artículos al estudio y análisis sobre sus creaciones. Una de las revistas más importante de aquellos años, Guadalimar, situó la obra de Giraldo, a partir del rotundo éxito de la exposición en la Galería Rayuela (Madrid, 1979), junto a la de los grandes escultores españoles del momento: Chillida, Serrano, Chirino y José Luis Sánchez. De esta exposición surge también un primer contacto con la publicación Cambio 16, que dos años después le haría un encargo para celebrar el aniversario del rotativo (1981). Para esta obra, realizó uno de sus reconocidos múltiples.

Templo Ecuménico de Playa del Inglés, de cuyas vidrieras es autor Giraldo.Archivo familiar

En las siguientes décadas que cierran el siglo XX, el trabajo de Giraldo llega a unas cotas de producción inimaginables que solo pueden entenderse por tres características que, a nuestro modo de ver, definen la manera de trabajar del artista: dedicación, disciplina y exigencia. Su vida se centraba en el taller, como un alquimista, con horarios interminables, alejado de las relaciones políticas que se manejaban en el entramado cultural de aquellos años.

La participación en la mayor feria de arte contemporáneo en España, no es más que otro ejemplo de la trayectoria del escultor. Así, la Galería Vegueta en ARCO 83, entre los artistas que representó, además del propio Giraldo, estuvieron presentes Juan Bordes, Cruz Prendes y García Álvarez. Cuatro años más tarde, en ARCO 87, volvería a participar a través de la Galería Attiir, junto al pintor Jorge Ortega. En 1987 recibe el primer premio de escultura del Certamen Regional de Artes Plásticas de Castilla la Mancha con la obra Titus Copérnico II. En Villanueva de los Infantes dejó para la posteridad, situado en la Plaza Mayor del pueblo, su reconocible conjunto escultórico del Quijote. Además de la escultura, las vidrieras, especialmente en edificios religiosos, marcan un hito en la arquitectura de esta tipología, como la realizada en el Templo Ecuménico (San Bartolomé de Tirajana) o el Banco de España (Santa Cruz de Tenerife). Sin duda, se ha ido uno de los grandes escultores de nuestro país, y especialmente, en el ámbito insular canario.

Antonio S. Almeida Aguiar es historiador licenciado en la Universidad de La Laguna y profesor en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

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