Dos excelentes Pasiones en el templo modernista de Bach
Meunier y Herreweghe dirigen en días sucesivos las dos narraciones evangélicas de Mateo y Juan del compositor alemán al frente de Vox Luminis, la Orquesta Barroca de Friburgo y Collegium Vocale Gent
Si levantamos la mirada antes de entrar en el Palau de la Música Catalana, por su antigua puerta principal, es probable que veamos a Johann Sebastian Bach. El busto del compositor barroco alemán, realizado por el escultor Eusebi Arnau, preside el segundo piso de la fachada sobre una columna, entre Palestrina y Beethoven. Un detalle que refleja la relación de este bellísimo edificio modernista, proyectado como sede del Orfeó Català por el arquitecto Lluís Domènech i ...
Si levantamos la mirada antes de entrar en el Palau de la Música Catalana, por su antigua puerta principal, es probable que veamos a Johann Sebastian Bach. El busto del compositor barroco alemán, realizado por el escultor Eusebi Arnau, preside el segundo piso de la fachada sobre una columna, entre Palestrina y Beethoven. Un detalle que refleja la relación de este bellísimo edificio modernista, proyectado como sede del Orfeó Català por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, con la música de Bach. No por casualidad, lo primero que se escuchó en su auditorio fue el órgano de la Tocata y fuga en re menor, en febrero de 1908. Pocos días más tarde, el Orfeó Català interpretó el Magníficat y, tres años después, la primera audición de la Misa en si menor.
Pero el principal evento bachiano en el Palau llegó, en 1921, con el estreno en España de la Pasión según san Mateo. En aquella ocasión participó el organista Albert Schweitzer, que trajo un tenor y dos oboístas de Berlín. Incluso asesoró al director del orfeón catalán, Lluís Millet, en la incorporación de un centenar de voces infantiles a su coro de más de doscientas voces mixtas. Otra solemne y masiva lectura de esa Pasión de Bach se escuchó, en 1958, para conmemorar el cincuentenario del edificio, de la que existe un testimonio fonográfico.
La Pasión según san Mateo ha vuelto muchas veces a este templo bachiano que tiene una acústica ideal para esta música. Incluso, hace dos años, se consiguió conmemorar el centenario de su estreno, en medio de los rigores pandémicos, con el Orfeó Català y dos solistas de oboe de la Filarmónica de Berlín. Pero estos días previos a una Semana Santa completamente normal ha regresado acompañada de la Pasión según san Juan. Dos conciertos, el pasado 30 y 31 de marzo, protagonizados por dos conjuntos especializados, como Vox Luminis y Collegium Vocale Gent, y hasta cierto punto conectados.
Bach escribió “cinco pasiones, entre las que se encuentra una a dos coros”, según su hijo Carl Philip Emmanuel y su discípulo Agricola, en la nota necrológica de 1754. Es probable que Bach escribiera su primera pasión, en 1717, para la corte de Gotha que hemos perdido. La más temprana conservada es la Pasión según san Juan, BWV 245, que estrenó, durante su primer Viernes Santo como Cantor en Leipzig, en 1724. De las otras tres, la referencia a dos coros se corresponde con la Pasión según san Mateo, BWV 244, de 1727. Si escribió una pasión basada en el evangelio de Lucas también se ha perdido (el ejemplar copiado y retocado por Bach, en 1730, no es de su autoría) y la de san Marcos, de 1731, se puede reconstruir en parte, pues conservamos el libreto y la mayor parte de su música fue reutilizada por Bach de composiciones anteriores.
Varias fuentes transmiten diferentes versiones de las dos pasiones conservadas, pues Bach las programó y revisó en múltiples ocasiones hasta 1750. Para la Pasión según san Mateo, del pasado jueves, el director de Vox Luminis, el bajo francés Lionel Meunier (Clamecy, 41 años), optó por la revisión de 1736, que es la más habitual y conocemos por un autógrafo del compositor. Lo pudimos comprobar por la presencia de un coro de niños, en el número coral que abre la obra, y también en la fantasía coral O Mensch, bewein dein Sünde groß (Oh, hombre, llora tu gran pecado) que cierra la primera parte, y que Bach añadió en su revisión. Precisamente, ninguna de las dos fueron momentos relevantes.
Meunier optó por dirigir con gestos mínimos, como siempre, desde su ubicación habitual como bajo dentro del coro. Hizo la excepción de marcar al coro de niños, 22 excelentes chicas y chicos del Cor Infantil del’Orfeó Català. Pero la monumentalidad de Bach en su revisión, donde fortalece el doble coro y la doble orquesta, quizá precisen una guía más definida, aparte del nivel de excelencia del conjunto. Daniel R. Melamed recuerda, en Hearing Bach’s Passions, que el compositor solía dirigir desde el órgano o desde el primer violín, y nunca se colocó delante del conjunto subido a un podio. Pero admite que quizá hizo alguna excepción para dirigir esta obra.
El resto de las decisiones de Meunier fueron ideales. Tanto la idea de disponer de dos coros con 12 voces, y tres cantantes por parte, como también extraer de sus integrantes a los ocho solistas. Tal como aclara Melamed, el estudio de las partichelas manuscritas conservadas permite distinguir, dentro del coro de Bach, entre “concertistas” (solistas) y “ripienistas” (voces de relleno), por lo que la moda de reducir los dos coros en esta obra a los ocho solistas quizá no sea tan acertada. Por lo demás, la Orquesta Barroca de Friburgo se dividió en dos grupos de 17 instrumentistas con dos concertinos y los vientos por delante de la cuerda, como se hacía en la época.
Pero lo más interesante de la interpretación de Meunier fue la fluidez que adquirieron las tres capas de la obra. Me refiero a la combinación de la narración de la pasión de Cristo, las respuestas devotas en forma de intervenciones solistas de recitativos con arias y los himnos corales que representan a la congregación. El tenor Raphael Höhn fue un excelente evangelista, de entonación atractiva, segura y diáfana, aunque resultase demasiado austero en los momentos más intensos y teatrales. Esa austeridad resultó, por el contrario, ideal en el Jesús refinado y natural, del bajo Sebastian Myrus, que cantó también como solista.
En los recitativos y las arias devotas destacó el duelo entre los dos contraltos, protagonizado por los contratenores Alexander Chance y William Shelton. El primero afrontó con brillantez el modelo paterno (es hijo de Michael Chance) y convirtió la famosa aria Erbarme dich, mein Gott (Ten piedad de mí, Dios mío) en uno de los momentos más emotivos de la velada, al que se añadió el magnífico solo de violín de Petra Müllejans. La voz incisiva y contemplativa de Shelton destacó, a su vez, en Können Tränen meiner Wangen Nichts erlangen (Si las lágrimas de mis mejillas son impotentes). La soprano Zsuzsi Tóth cedió su primera aria a Viola Blache y cantó mucho mejor junto a Chance, en So ist mein Jesus nun gefangen (Así es hecho preso mi Jesús), que en la bellísima Aus Liebe (Por Amor). Entre los tenores destacó Raffaele Giordani, acompañado por la virtuosa viola da gamba de Hille Perl, en Geduld, Geduld, (¡Paciencia, paciencia!). Y subrayar también la ductilidad del bajo Felix Schwandtke, en Gebt mir meinen Jesum wieder! (¡Devolvedme a mi Jesús!), junto al imponente solo de violín de Peter Barczi.
Finalmente, los corales fueron, un elemento distintivo en la interpretación de Meunier. El bajo francés sabe impulsarlos desde dentro de Vox Luminis. Y, uno tras otro, elevaron espiritualmente el discurrir de la obra, al entrelazarse admirablemente con las otras dos capas de la narración evangélica y las efusiones líricas.
Conviene recordar que Meunier fue discípulo del bajo solista de Collegium Vocale Gent, Peter Kooij, y sus discos con Philippe Herreweghe de cantatas y pasiones de Bach le animaron a dedicarse a la música antigua. Esto permite conectar ambos conciertos y ahondar tanto en sus puntos en común como en las divergencias.
Para empezar, Herreweghe (Gante, 75 años) dirige frente a su grupo de voces e instrumentos, a diferencia de Meunier. Ello facilitó que la tensión invadiese el inicio de la Pasión según san Juan, del pasado viernes, con un impresionante coro inicial Herr, unser Herrscher, dessen Ruhm (Señor, nuestro dueño, cuya gloria). El director de Collegium Vocale Gent también acertó con su versión de la obra, al decantarse por la habitual combinación de las cuatro variantes conocidas (1724, 1725, 1732 y 1749). En su caso, que ha grabado la obra en tres ocasiones, lo hace por convencimiento personal, tras elegir para su segundo registro la versión de 1725, donde Bach suprimió precisamente el referido coro inicial. Por lo demás, comparte con Meunier la misma idea de disponer un magnífico conjunto vocal, en su caso de 16 voces con cuatro cantantes por parte, del que extrae los cuatro solistas, en los recitativos y arias, al igual que la mayoría de los personajes de la narración evangélica.
No obstante, en Herreweghe las tres capas de la pasión están mucho más separadas que en Meunier. Por ejemplo, en la narración de la pasión se decanta por voces más teatrales. El tenor Reinoud Van Mechelen fue un excelente evangelista con un rango vocal rico y variado que le permitió, por ejemplo, subrayar la catástrofe natural que siguió a la muerte de Jesús y que Bach tomó aquí del evangelio de Mateo. El bajo-barítono Krešimir Stražanac fue un Jesús mucho más imponente y menos austero. De hecho, la gravedad la puso Herreweghe hasta en su negativa a que el público aplaudiera entre las dos partes, pues prosiguió sin descanso y tras una brevísima pausa.
Entre sus cuatro solistas volvió a destacar un contratenor como contralto. Alex Potter necesitó encontrar el espíritu, en Von den Stricken meiner Sünden (Para liberarme de las ligaduras de mis pecados). Después restalló su brío y musicalidad en una maravillosa Es ist vollbracht! (¡Se ha consumado!), que le acompañó con sencillez la violagambista Romina Lischka. El lustre de la soprano Dorothee Mields se elevó hasta lo conmovedor en Zerfließe, mein Herze, in Fluten der Zähren (Corazón mío, mientras el mundo entero). Y el histórico bajo Peter Kooij mantiene una voz clara y fluida, que lució en Eilt, ihr angefochtnen Seelen (Apresuraos, almas atribuladas).
Herreweghe aseguró una versión exquisita de la obra y trató de penetrar en cada número por separado. La prueba más evidente la tuvimos al final. El público aplaudió, tras su bellísima y contemplativa interpretación del coro Ruht wohl, ihr heiligen Gebeine (Descansad, restos sagrados), pero faltaba el coral Ach Herr, laß dein lieb Engelein (Ah, Señor, deja que tus amados querubines) que cierra la obra. Concluida la Pasión, el director belga saludó casi uno por uno a todos los integrantes de Collegium Vocale Gent, donde escuchamos a lujosos instrumentistas como la violinista Christine Busch, el flautista Patrick Beuckels y el oboísta Taka Kitazato.
La fiesta de Bach en el Palau de la Música Catalana proseguirá en diez días con John Eliot Gardiner. El director inglés celebrará su 80º cumpleaños dirigiendo la Misa en si menor al Coro Monteverdi y los English Baroque Solists.
Palau de la Música de Barcelona. Temporada 2022-23
Pasión según San Mateo, dirigida por Lionel Meunier y Pasión según San Juan, dirigida por Philippe Herreweghe. Palau de la Música de Barcelona, 30 y 31 de marzo, respectivamente.