Olga Casado, una tarde soñada

El festival organizado por el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid ha ofrecido algunas buenas noticias y una desagradable sorpresa para Onetoro, la plataforma que retransmitió el festejo.

La primera es que la plaza se llenó, lo que dice mucho y bien de la generosidad del público, pues los festivales han perdido el abolengo de antaño y carece de interés ver a las figuras delante de novilletes despuntados. Se colgó el cartel de ‘no hay billetes’ para una buena causa, y esa es una gran noticia.

La segunda es que una chiquilla desconocida para la mayoría, alumna de la escuela José Cubero Yiyo, llamada Olga Casado, ha podido vivir una tarde soñada, calificada por ella misma como “la más importante de mi vida”. Era la estrella del festejo, sin duda; prueba de ello es que antes de que se abriera la puerta de toriles se vio obligada a saludar a la concurrencia, que la animó con una cerrada ovación. Es verdad, también, que eligieron para ella un novillo con pintas de becerrote que acudió dos veces al caballo, pero no le hicieron sangre, y que demostró una nobleza rayana en la beatitud.

Casado demostró, no obstante, que le adornan condiciones más que aceptables para abrirse camino en la profesión. Al menos, así lo dejó patente en las verónicas y chicuelinas con las que recibió a su oponente, y en la gracia, el garbo, la naturalidad, el sentimiento y el temple con los que dibujó una larga faena de muleta, ligada toda ella y con monumentales pases de pecho, y culminó con una estocada algo contraria que desató el lógico entusiasmo. Sus compañeros de la escuela se la llevaron a hombros con todo merecimiento.

Otra buena noticia fue la actuación pundonorosa, comprometida y de altos vuelos de Fernando Adrián ante el animal mejor presentado del festejo, de la ganadería del Domingo Hernández, codicioso, encastado y noble, que embestía con prontitud y fijeza. Y destacó también Talavante por naturales ante otro buen novillo de El Freixo. A este y al de Hernández, se les dio la vuelta al ruedo sin motivos suficientes, pero entre el alborozo general.

Ponce, insípido ante un novillo bobo, al igual que Castella con otro rajado. Manzanares se las vio sin gracia con un animal de ánimo muy corto, y Roca Rey se mostró poderoso y falló con la espada.

La sorpresa desagradable se le llevó Onetoro. Cuando a la muerte de su novillo entrevistaron a Castella, el torero francés dijo, más o menos, que “vergüenza le tiene que dar a Onetoro televisar este festejo con el dinero que debe a toreros y empresarios”; minutos después, la plataforma emitió un comunicado en el que señalaba que “respetamos las palabras del maestro Castella, aunque lamentamos que no era ni el sitio ni el momento, cuando hemos hecho un importante esfuerzo para retransmitir el festival y donar una cantidad importante para los damnificados de la dana”.

“En dos temporadas hemos invertido en el mundo del toro más de 20 millones de euros en derechos en cerca de 200 festejos”, continuaba, y “estamos pendientes de liquidar una parte del dinero de los últimos 20 festejos de la temporada 2024, y hay un plan de pago con las respectivas empresas, que se está cumpliendo a rajatabla”.