La Roja no halla al Niño
Del Bosque insiste con Torres, que empezó jugando por fuera, pegado a la banda derecha, y terminó perdido por dentro
Le costó tanto a España encontrar el primer pase para iniciar la construcción del juego desde la salida del balón que en la primera parte se convirtió en una sombra de sí misma, tan irreconocible como Fernando Torres. Absolutamente imposible resultó conectar con Torres y así le fue a La Roja, vestida ayer de azul. Imprecisa desde la creación por la asfixia de un equipo que le apretó más de lo esperado, le fue del todo imposible hacer daño a la zaga paraguaya, tan solvente como de costumbre. Si faltó toque, por lo imprecisos que fueron los centrocampistas en la combinación, tampoco encontró España la referencia delante que retuviera el balón y permitiera a la segunda línea dar un paso al frente.
Suplente en el primer partido, Torres llegó a la concentración en Las Rozas sin un minuto de juego en las piernas en los últimos dos meses. Fuera de tono, España perdió al Niño de entrada, así que cuando más le necesitó el equipo más le echó de menos. Le buscó, pero no estaba. Torres empezó buscando por fuera, pegado a la banda derecha, y terminó perdido por dentro, cuando trato de fijar a los centrales paraguayos y lo único que consiguió fue anclarse él y anclar el ataque español durante la peor primera parte que se recuerda al conjunto de Del Bosque. Fuera de cacho, lo mejor que se ha podido decir de Torres en este Mundial hasta ahora es que trabajó mucho, casi una ofensa cuando se habla de uno de los mejores delanteros del mundo.
Por lo que significa El Niño, fue justo, seguramente, que Vicente del Bosque le renovara la confianza otorgándole de nuevo un puesto en el equipo titular. Es cierto que de su compromiso no se puede dudar, pero no es menos cierto que no le alcanza con eso para romper una defensa tan aguerrida como la que ayer se encontró España camino del sueño de meterse en las semifinales de un Mundial por vez primera en su historia.
Tres tiros a puerta en todo el Mundial y ningún gol en la buchaca hablan de su decepcionante actuación. Y él, un ganador desde la cuna, bien que lo sabe.
Con Torres en el campo, España chutó una vez en 55 minutos y desde lejos. Fue media ocasión de gol, como mucho, porque el disparo de Xavi salió por encima del larguero. O sea, más que poco, nada. Nada para un equipo acostumbrado a martillear la portería rival, nada para un equipo que perdió al Niño que tanto buscó porque tanto le necesita.
Resultaría injusto culparle de todos los males del equipo, pero no es menos cierto que, cuando Torres se fue y entró Cesc, España se revolucionó y se asomó al área. Solo faltó que apareciera Pedrito: un remate al palo del canario lo terminó metiendo dentro Villa. Van cinco. También le llaman niño, pero en bable. Y aparece sin que le busquen.
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