Pellè, el bailarín rescatado por Van Gaal y Koeman
El delantero italiano tuvo que emigrar a Holanda y no debutó con la Nazionale hasta los 29 años
“Si no se hubiese cruzado con Van Gaal, mi hijo quizás ahora estaría trabajando de carpintero o recorriendo Italia subido conmigo a una furgoneta para promocionar café”. Así hablaba Roberto, el padre de Graziano Pellè, en octubre de 2014 pocos días después de que su hijo debutara con la selección italiana. A sus 29 años, había marcado el gol de la victoria contra Malta en uno de los partidos de clasificación para la Eurocopa. Pellè, que se llama Graziano porque su padre adoraba a Ciccio Graziani (campeón del mundo con Italia en el Mundial del 82) había pasado por la sub-20 y la sub-21 pero nadie más volvió a convocarlo. Hasta que llegó Antonio Conte.
Criado en las categorías inferiores del Lecce, no llegó a explotar en el calcio. Después del Mundial sub-20 jugado en Holanda en 2005 (Pellè marcó cuatro goles e Italia fue eliminada en cuartos), Louis Van Gaal lo quiso en el Alkmaar. El delantero hizo las maletas en y se marchó a la Liga holandesa en 2007. “Lo primero que me dijo Van Gaal fue: aprende holandés. Pero yo no sabía ni el inglés, así que opté por empezar por ahí. Me iba a clase dos horas al día antes de ir a los entrenamientos”, contaba Pellè. En sus cuatro temporadas en el Alkmaar marcó 16 goles en 94 partidos. Menos de los que se esperaba Van Gaal.
Su momento no había llegado todavía. Después de un breve regreso a Italia (Parma y Sampdoria) le fichó el Feyenoord de Koeman. Pellè marcó 55 goles en 66 partidos. Los niños holandeses iban a la peluquería pidiendo un corte de pelo como el suyo y el club, para fomentar la presencia femenina en los estadios, le grabó anuncios vestido con esmoquin.
Era 2012, Pellè empezaba a recoger los frutos que había sembrado de pequeño. Primero renunció al baile –con 11 años fue campeón italiano junto a su hermana Fabiana- y luego a la moda. Le llegaban ofertas para desfilar pero él siempre decía que no, que eso le quitaba demasiado tiempo y era incompatible con el fútbol. Ahora, cada vez que tiene algún día libre, coge un avión privado junto a su novia para irse de compras a Dubai.
“Dicen que los goles en el campeonato holandés no valen lo mismo que los de las demás ligas, pero las porterías miden lo mismo y si no apuntas bien aquí tampoco entran”, se defendía Pellè cuando dio el salto a la Premier. Siguió a su mentor Koeman cuando este se marchó al Southampton.
“Holanda ha sido mi suerte porque encontré dos entrenadores que creyeron en mí y tuvieron paciencia con mis errores. En Italia no me han ido bien las cosas porque cometí algunos errores y allí con los jóvenes no tienen paciencia. Haces una tontería y te quedas fuera”, contaba el delantero de 1,94. “Van Gaal me enseñó lo importante que son determinados movimientos en la cancha y con Koeman di el salto”.
Fara fomentar la presencia femenina en los estadios, el Feyenoord le puso esmoquin y le hizo grabar anuncios
A Conte, de hecho, Pellè le gusta porque no es un típico nueve de área sino que también abre campo y se mueve por varias zonas de la cancha. Si Italia fue la selección que más corrió después de la primera jornada (119,70 kilómetros), Pellè terminó el partido con 11,5 kilómetros (y un golazo de volea). Muchos para un delantero.
Conte, que le hizo debutar en 2014, siempre le ha defendido. Incluso en este final de temporada complicado. El delantero del Southampton sólo anotó 14 goles y apenas cinco en 2016. Suficientes para el seleccionador italiano que en la lista para la Eurocopa ha preferido apostar por los que ya conocía aunque estuvieran menos en forma –los reactivó con tres semanas de trabajo muy duras- que llamar a alguien nuevo y arriesgar el ecosistema del grupo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.