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Solari en la tempestad

El técnico del Castilla debuta en Liga en una de las peores crisis del Madrid en este siglo, mientras vestuario y directiva expresan su desencuentro en la búsqueda de entrenador

Diego Torres
Solari se dirige a los jugadores del Madrid durante la última práctica.
Solari se dirige a los jugadores del Madrid durante la última práctica.Emilio Naranjo (EFE)

Alarmados ante las noticias que situaban a Antonio Conte o a José Mourinho en la caseta del Madrid, los jugadores más representativos del vestuario se pusieron en contacto con la directiva la semana pasada, en vísperas del clásico, última aparición pública de Julen Lopetegui al frente del equipo. El intermediario fue un viejo empleado del club. Los futbolistas le dieron un mensaje para la junta. Constó de tres argumentos contra el fichaje de un tipo de entrenador que los veteranos consideran perjudicial para un equipo necesitado de “soluciones futbolísticas” y no de un líder autoritario.

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Con el cartel de “provisional” impuesto desde los despachos, el debut de Santiago Solari en el banquillo del Madrid en Liga es un rompecabezas. La brecha entre los jugadores más influyentes de la plantilla y el presidente Florentino Pérez se agranda desde el verano. El Madrid ha despedido a Lopetegui, el técnico contratado para conducir la transición tras la salida de Cristiano, y las negociaciones con Conte se han parado. Mientras se descartan otros técnicos, la enfermería se llena de jugadores importantes. Varane, el segundo central, es baja junto con Mariano, el único nueve puro; Marcelo y Carvajal, los futbolistas más desequilibrantes en ataque, tampoco se recuperan y el tiempo precipita la visita del Valladolid, este sábado en el Bernabéu (16:15 horas, Movistar), con el imperativo de frenar la caída. El equipo marcha noveno en la clasificación de la Liga y los dirigentes consultados coinciden en señalar que el título está perdido.

Los tiempos son tormentosos. Casi tanto como la última vez que Solari pisó la hierba de Chamartín, el 10 de abril de 2005, sustituyendo a Raúl en el minuto 85 de un clásico que el Madrid ganó 4-2 sin que sirviera para nada más que asegurar el billete para la siguiente Champions. El entrenador era Luxemburgo y la fórmula de los galácticos se degradaba.

Aquel fue el final traumático de una era. Florentino Pérez, que no halló el modo de resolver la crisis sin presentar la dimisión en 2006, ahora busca una salida al atolladero. Fuentes de la directiva indican que ya ningún camino es bueno y que el entrenador que más le gusta al presidente en estos momentos —dicen sus colaboradores— sigue siendo Mourinho. Mientras no lo echen del United, cosa improbable a corto plazo, comentan que lo mejor que pueden hacer es ganar tiempo. Estas fuentes aseguran que lo que piensen los jugadores no condicionará la estrategia. “Les ha faltado profesionalismo”, dicen.

El mensaje de la plantilla

La posición de la mayoría del vestuario se refleja en el mensaje que trasladaron los jugadores a la directiva la semana pasada. Primero, que no tienen nada contra Mourinho pero creen por experiencia que la naturaleza vindicativa del portugués no cambiará ya que, además, se siente traicionado por jugadores que formaban el tronco de la plantilla cuando se marchó al Chelsea, en 2013. Segundo, que ni Mourinho ni Conte han ganado nada con grupos tan exitosos como el del Madrid, conquistador de cuatro Champions. Y tercero y último, que los jugadores del Madrid no necesitan sargentos de mano dura, especialistas en guerras psicológicas, sino un entrenador que les ofrezca estímulos y soluciones futbolísticas sobre el terreno.

El capitán Ramos reafirmó esta postura cuando, tras el 5-1 del Camp Nou, le preguntaron qué le parecía que el Madrid negociara el fichaje de un mastín como Conte: “El respeto se gana, no se impone. Hemos ganado todo con entrenadores que no hace falta que nombre ahora. La gestión del vestuario es más importante que el conocimiento táctico”.

Solari responde al patrón que describen los capitanes. Si la directiva madridista alberga dudas respecto a su idoneidad tienen que ver con su carácter. Se trata de un hombre educado, incapaz de tratar a nadie con crueldad, sin el punto arbitrario que tanto entusiasma al sector del palco que pide “mano dura”. Admirador de Vicente del Bosque —el más legendario de los manoblanda— la mano dura de Solari en las categorías inferiores solo se impuso por celo disciplinario. Como cuando mandó que el autobús del Castilla se saltara la tradicional parada gastronómica en el Parador de Lerma —excelente asador de corderos— cada vez que jugaban en el País Vasco.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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