El vals de Alex Rins, el piloto perfecto para una dulce Suzuki
El español, ganador en Austin y segundo de la general, ha crecido al tiempo que lo ha hecho su moto, tan fina como siempre y más potente
Hace unos años, cuando todavía no había dejado total libertad a sus rizos, que hoy asoman por debajo de gorras y cascos, sus recién estrenados colegas de MotoGP le adjudicaron el apodo de Mr. Bean. Alex Rins (Barcelona, 23 años) nunca entendió el porqué –¿por la nariz? ¿por la mirada? ¿por el lunar?– de su supuesto parecido con el actor Rowan Atkinson. Quienes trabajaban con él advertían que, aunque a veces parecía estar en la luna –“Es un sosaina. Mejor dicho, parece un sosaina”–, siempre fue un chaval listo y avispado. También tiene sus peculiaridades: por ejemplo, asegura no llevar ropa interior debajo del mono, así lo confesó hace poco ante el asombro de su jovencísimo compañero de equipo, Joan Mir: “¡Ostras, ¿a pelo?!”, respondió el mallorquín, estupefacto.
Campeón de España de 125cc el 2011, año en que terminó segundo en el campeonato de Europa de la misma categoría, empezó a competir en moto con seis años y debutó en el Mundial con 16. Al año siguiente peleó por el título de Moto3 hasta la última curva de la última carrera. Le ganó Viñales. Hoy, en su tercera temporada en MotoGP, heredero como fue de aquella Suzuki a la que dio vuelo su compatriota, es una de las grandes atracciones del campeonato. Se acercó al podio en las dos primeras carreras, ganó en Austin (su primer triunfo en MotoGP) y terminó segundo en Jerez. Llega a Le Mans como segundo de la general, a un punto de Márquez, que este domingo saldrá desde la pole (DAZN, 14.00). Su crecimiento como piloto acompaña la fantástica evolución de la GSX-RR, una moto que siempre presumió de chasis y que hoy es también capaz de defenderse en las rectas más exigentes.
“Alex empezó en MotoGP con esta moto, debutó con una Suzuki, por eso quizá ha construido su estilo en la categoría tratando de adaptarse a ella. Es una moto con la que tienes que aprovechar mucho el paso por curva, es manejable porque tiene un muy buen chasis, y él lo está haciendo muy bien. La potencia no es nuestro punto fuerte, pero hemos mejorado un poco el rendimiento del motor durante este invierno. Además, creo que exige un estilo de pilotaje que se parece al de la Moto2. Digamos que, en su caso, la Moto2 resultó muy propedéutica”, explica Davide Brivio, director del equipo Suzuki Ecstar.
Rins es, probablemente, el piloto más elegante de la parrilla. En ocasiones, especialmente cuando traza curvas enlazadas, pareciera que bailara un vals: los brazos bien abiertos, la cabeza erguida, muy alejada del centro de gravedad que establecen moto y piloto. “Tiene un estilo de conducción muy fino y la Suzuki tiene un chasis que te permite eso: ser fino, poder hacer las trazadas que tienes en mente y que te permiten sacar un buen tiempo sin poner mucho estrés en los neumáticos”, ahonda su jefe técnico, Manu Cazeaux, que asegura que el piloto hoy afincado en Andorra –lo mismo que sus padres y su hermana pequeña, a quienes tiene bien cerca– es “un tío muy positivo”, lo que ayuda a trabajar en equipo.
Si hay que ponerle un pero a Rins es necesario mirar a su rendimiento en los libres. No trabaja para firmar una vuelta rápida, sino para preparar la carrera y eso es lo ideal. Claro que no lo es tanto que, paciente como es en los libres, acabe clasificándose lejos de los primeros (16º en Argentina, por ejemplo; séptimo en Austin, su mejor clasificación hasta la fecha; 19º este sábado en Francia). “Estamos trabajando para encontrar esa vuelta rápida que nos permita salir desde las primeras filas”, asume Cazeaux. Aunque al piloto eso le preocupa lo justo, capaz como ha sido de brindar remontadas geniales: de Qatar a Jerez ha recuperado 30 posiciones en carrera, 11 de ellas en Termas del Río Hondo para terminar quinto. “Sé que en los entrenamientos no soy tan competitivo como en carrera, pero no estoy nada preocupado y el equipo tampoco”, dijo en Le Mans tras una malísima clasificación.
La victoria en Austin y el podio en Jerez han cargado de confianza a Rins y a Suzuki, un equipo que ya se mide con los mejores con una moto dulce, perfecta para los circuitos de curvas fluidas, no tanto para zonas de fuertes frenadas y aceleraciones, como las que dibuja Le Mans entre los parciales dos y tres. Sea como fuere, la victoria era el objetivo y ha llegado incluso antes de tiempo. Ahora, la imaginación vuela. “En invierno, antes de que empezara el campeonato, en el equipo ya pensábamos que ganaríamos una carrera. Lo hemos conseguido ya en el tercer GP, así que ¿por qué no intentar conseguirlo más veces?”, cierra Brivio.
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