Egan Bernal, el llanto que emociona a Colombia
Así se vivió el triunfo del 'hijo amado de Zipaquirá' en varios rincones del país
Egan Bernal ha llorado tres veces desde que se subió al podio y recibió la camiseta amarilla de líder del Tour de Francia. Lo ha hecho cuando recibió el león en sus manos y cuando abrazó a su papá. Han llorado también en Zipaquirá, el pueblo a una hora de Bogotá donde nació hace 22 años, cuna de ciclistas como Efraín El Zipa Forero, un escarabajo —apodo con el que se conoce a los corredores colombianos— de los años cincuenta; y se han emocionado, frente a radios y televisores, en muchos rincones de Colombia, donde se vive el ciclismo como el verdadero deporte nacional.
“Colombia lo merece, ha dado muy buenos ciclistas durante toda su historia y muy pocos han podido llevar la camiseta amarilla, no hemos ganado nunca un Tour. Estamos a un día de ganarlo. No me lo puedo creer”, dice Bernal. Niega con la cabeza porque sigue sin creerlo. Rompe en llanto y emociona.
“Zipaquirá está en lo más alto del ciclismo mundial”, dicen exultantes por teléfono desde la alcaldía del municipio. Allí, donde ya hay preparativos para este sábado —transmisión en pantalla gigante en la plaza principal—, Egan es el hijo mimado aunque también viven orgullosos de Gabriel García Márquez, otro grande de Colombia que estudió la secundaria en este pueblo.
En Bogotá, la hora de la etapa y la jornada laboral no impidieron que la carrera se siguiera con emoción. La radio, que ha sido el medio histórico del ciclismo en Colombia, sirvió para que muchos no perdieran detalle de la narración: “Atención, vuela el colombiano. !Vamos! Recordemos que coronaremos el premio de montaña fuera de categoría, un descenso de 30 kilómetros y después vendremos al último ascenso en el que queremos no solo ganar la etapa sino ponernos la amarilla. !Egan es el rey, el rey de Francia! Va Egan pedaleando fuerte sobre su máquina, rostro tranquilo, en su mirada se dibuja ya una capacidad de victoria extraordinaria”, relataban emocionados los periodistas de Colmundo Radio.
Otros más afortunados detuvieron sus actividades y lo vieron en cafés o en los computadores de las oficinas. Al medio día, una pareja en un restaurante del barrio La Soledad, de Bogotá, se pidió un vino para celebrar. “Tenemos motivos: ayer ganó Nairo, hoy Egan, y por los doscientos años de la Independencia”, dice Luis Lancheros. “En medio de la violencia, la alegría del ciclismo”, agrega.
En el norte de la ciudad, Ricardo Jiménez, dueño de Escarabajos, un bar dedicado al ciclismo, celebra la hazaña de Egan. “Ese muchacho es pura berraquera”, dice y utiliza esa palabra tan colombiana que alude a perseverancia, fuerza y coraje.
“Nosotros empezamos a verla en la casa y terminamos de escuchar en el carro. Estamos felices, esos muchachos nos dan lecciones de humildad sobre una bicicleta”, explica. Jiménez es de los que piensa que el ciclismo y no el fútbol es el deporte que más define a los colombianos: revela lo escarpado de la geografía, el carácter rural del territorio, el esfuerzo y el sufrimiento como sello y el optimismo a pesar de las múltiples caídas.
Y así lo ha dicho también Mauricio Silva, autor del libro La leyenda de los escarabajos: 100 grandes momentos del ciclismo colombiano: “Primero, porque los ciclistas, al ser campesinos o hijos de campesinos, nos han dado un cierto sentido de territorio posible, cierto sentido de paz. Ellos, me parece, representan la república soñada, esa patria sin violencia; personifican de cierta manera el país rural en armonía con el urbano. Segundo, al practicar uno de los deportes más rudos y bonitos del mundo, no es difícil que nos conmuevan profundamente con sus hazañas. Entonces, cuando llegan lejos, cuando ganan por fuera, nos unen hasta el llanto”.
Egan Bernal ha dejado emocionado a todo el país y a la expectativa de lo que ocurra este fin de semana: "Voy a dar la vida en esa última subida. Si me quitan este amarillo tienen que sufrirla".
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