Un mundo sin pitos para Bale

La puerta cerrada obligada por la pandemia alivia al galés en su temporada menos productiva y más tensa con un Bernabéu desconcertado por su pasión por el golf, vía de escape mental del futbolista

Gareth Bale, a la derecha, bromea con el gesto de un 'swing' de golf después de un entrenamiento del Real Madrid.realmadrid.com

En noviembre, en lo más crudo de la temporada de desamor de Gareth Bale con un Bernabéu incendiado por el meme “Gales, golf, Madrid”, Mariano bromeó con él en un entrenamiento imitando un swing de golf. La noche siguiente, contra la Real Sociedad, Chamartín acompañó cada lance del galés, incluso los que rondaron el gol, con una estruendosa pitada. De regreso del confinamiento, ha sido Bal...

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En noviembre, en lo más crudo de la temporada de desamor de Gareth Bale con un Bernabéu incendiado por el meme “Gales, golf, Madrid”, Mariano bromeó con él en un entrenamiento imitando un swing de golf. La noche siguiente, contra la Real Sociedad, Chamartín acompañó cada lance del galés, incluso los que rondaron el gol, con una estruendosa pitada. De regreso del confinamiento, ha sido Bale quien ha posado varias veces con el gesto de quien se dispone a salir del tee para las fotografías del equipo ganador del partidillo de los entrenamientos. De tema del chiste, a contador del chiste.

“Las bromas en las fotos con su swing son una declaración de intenciones. No se va a doblegar ante las críticas de la prensa por su pasión por el golf”, dicen desde Valdebebas, donde estos días le han visto “muy relajado”. La explicación la amplían fuentes de su entorno: “Ahora sin público, sin pitos, ni jaleos, mejor”.

En sus siete temporadas en el Real Madrid, la animadversión intermitente del Santiago Bernabéu ha sido un enigma y una tortura para el galés. “Todavía está confuso con eso, y lo estará el resto de su vida”, dice su agente, Jonathan Barnett.

A finales de febrero, pocos días antes de que se decretara el confinamiento en España, Gareth Bale se explayó sobre ese desconcierto en una entrevista en el podcast de golf de Erik Anders Lang que se publicó a finales de mayo. “He tenido a 80.000 personas en el estadio silbándome porque jugaba mal. Me ha pasado unas cuantas veces. La primera fue un poco como: ‘Oh, ¿qué es esto?”, dice. “¿Por qué iban a hacer eso tus propios aficionados?”, se extraña el entrevistador. “Esa es la gran pregunta, y no lo entiendo. Porque lo que esperarías… Si no estás pasando un buen momento en el campo, esperarías que tus aficionados te apoyaran e intentaran que lo hicieras mejor, porque eso les haría a ellos más felices. Pero hacen precisamente lo contrario: solo silban, lo que te hace sentir incluso peor. Pierdes confianza y entonces juegas peor, lo que les disgusta todavía más”.

Resistencia y velocidad

El alivio de ese círculo vicioso contribuye a la activación de otro, el golf. “Es agradable estar en el campo y alejarte de todo. Algunas veces juego solo, me pongo música y juego 18 hoyos. Y me relajo. No tengo que pensar en el fútbol, especialmente si no está yendo bien. El golf me mantiene más fresco mentalmente. Porque si juegas al fútbol y llegas a casa y ves más fútbol, y oyes a gente hablar de fútbol, puede ser demasiado. Te puede provocar problemas mentales, seguro. He leído sobre lo que hace otra gente y me conozco: creo que tengo una buena rutina con la que soy capaz de alejarme de todo”, le dice a Erik. “Al día siguiente te sientes más fresco y preparado, y estás listo para concentrarte y sentirte mejor con el fútbol de nuevo”.

El confinamiento ha contribuido a ese empezar de cero mental. “Tiene una mujer maravillosa, y tres hijos maravillosos, y ha podido pasar mucho tiempo con su familia”, dice Barnett. Es una de las tres cosas que le gusta hacer en la vida a Bale, de 30 años, que le contó a Erik su plan ideal de verano: “Un viaje de golf con amigos, que pago yo, después vacaciones con la familia y vuelta a entrenar”. Hace tiempo que dejó atrás la fascinación por los coches y otros lujos. “Tengo una vida muy sencilla y soy feliz siendo muy sencillo”, dice un hombre al que su esposa compra la ropa en Zara y que no tiene la contraseña para entrar en su cuenta de Instagram de 43 millones de seguidores.

De la cuarentena no ha salido solo refrescado mentalmente, también físicamente: “Ha arrasado en todas las pruebas de resistencia y velocidad, entre otras”, dicen en Valdebebas, donde ven margen de redención a la peor temporada de blanco del galés. Es el curso en el que menos minutos ha jugado (1.160), aunque lo ha hecho en un partido más que en el 2015-16. Sin embargo, lleva solo tres goles y dos asistencias (su peor registro), frente a los 13 y 9 de aquella campaña, y los 16 y 8 de sus dos primeros años. Con el tramo final de temporada aún pendiente, el de las fotos importantes que suele colonizar, la puerta cerrada puede suponerle un empujón. “Jugar sin las muecas del Bernabéu le va a venir muy bien”, dicen en el club.

Este domingo contra el Eibar (19.30, Movistar LaLiga; Hazard y Asensio vuelven a una convocatoria), en un Alfredo di Stéfano vacío, y con la paz que otorga haber alcanzado el punto en que uno cuenta los chistes de los que antes era objeto, los silbidos más altos que oirá Bale serán los que usa Sergio Ramos para ordenar al equipo.

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