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Bergara: “Paso el control de metales por los pelos”

El centrocampista vasco, de 33 años, era un pilar del Getafe de Bordalás, pero siete operaciones en dos años han forzado su retirada. Charla sobre su década en la Real Sociedad y defiende el ‘estilo Bordalás’

Alejandro Ciriza
Bergara posa para la entrevista en el campo de la Chopera, situado en El Retiro de Madrid.
Bergara posa para la entrevista en el campo de la Chopera, situado en El Retiro de Madrid.JULIÁN ROJAS

“Sin sacarina, por favor”. Pese a que acaba de colgar las botas, Markel Bergara (Elgoibar, 33 años) sigue cuidándose como el primer día. Ahora le pega a regañadientes a la bicicleta y al gimnasio porque el fútbol, demasiadas veces inmisericorde, ha cerrado su carrera con una bofetada a palma abierta: siete lesiones y otros tantos pasos por el quirófano en los dos últimos años.

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“Cuando en la última lesión volví a romperme el menisco externo, los médicos me dijeron que iba a tener muchas dificultades para seguir jugando. Al principio yo no quería verlo, pero enseguida, a poco que hacía, no podía. A la tercera intentona vi que no podía ser y se me cayó el mundo un poco encima, porque mi idea no era dejarlo a estas alturas, y menos así”, cuenta en una cafetería anexa al parque del Retiro, contrariado por el adiós inmerecido y brusco, pero feliz por el recorrido, “pleno”, y un porvenir que continuará en Donostia.

Bergara, un pivote de oficio que defendió a la Real Sociedad durante una década (2007-2017) y luego encontró acomodo al sur de Madrid, era uno de los lugartenientes del Getafe de José Bordalas, pero su cuerpo le ha frenado justo cuando el proyecto azulón ha cogido más vuelo. “Lo tengo bastante machacado”, precisa. “Aunque en el fondo tengo suerte porque todo esto me ha ocurrido tarde. Puede sonar raro, pero he tenido mucha suerte. He ido tirando hacia adelante, pero cuando empezamos la última pretemporada me di cuenta de que ya no era tan rápido, ni tan resistente, ni tan duro”, prolonga.

La cuesta abajo comenzó en diciembre de 2017. Entonces se rompió el menisco externo y después, a los dos partidos de reaparecer, sufrió una fisura en el quinto metatarsiano del pie izquierdo; cuando iba a regresar, se fracturó la nariz y en el siguiente retorno, luciendo una máscara en Mendizorroza, recayó de la lesión en el pie; al año siguiente se rompió el húmero durante la pretemporada y poco después el gemelo, y posteriormente la rodilla volvió a hacer de las suyas. Balance: cinco partidos jugados en dos cursos. Antes, lo jugaba prácticamente todo.

La espina de EE UU y el ‘soccer’

“Tengo dos clavos en la tibia, otros dos en el pie, otro en el hombro con un montón de pinzas… La verdad es que paso el control de metales de los aeropuertos por los pelos”, bromea el gipuzcoano, a la vez que compara su caso con el de Imanol Agirretxe, estiloso ariete de la Real que también fue devorado por las lesiones. “Todos sabemos que el fútbol es un deporte bastante mercantil, pero he tenido la gran suerte de que se me ha valorado mucho como persona”, valora mientras dice que ahora ve más partidos y que el jugador moderno es más narcisista.

Bergara intenta marcar durante un Getafe-Real Sociedad de 2017.
Bergara intenta marcar durante un Getafe-Real Sociedad de 2017.EFE

“Están creciendo de otra manera, con Instagram, y debemos entenderlo… El yo, el yo y el yo todo el rato. Yo me siento poco identificado, pero los viejos debemos aprender a comprenderlo”, expone Bergara, que tras salir de Anoeta y antes de embarcarse en el Getafe hubiera deseado, lamenta durante el transcurso de la conversación, haber probado el soccer en los Estados Unidos. “Quería vivir alguna experiencia en el extranjero e ir allí me motivaba especialmente. Sentía que ya había palpado lo suficiente la Liga y tenía una historia bastante encarrilada, pero al final no se dio”.

No emigró, le firmó el presidente Ángel Torres y finalmente recaló en el Coliseum. “Desde mi punto de vista, el Getafe juega de una forma espectacular. Se está infravalorando su forma de jugar, pero en los últimos cuatro años ha sido muy regular. “El año que llegué, era uno de los presupuestos más bajos y quedamos octavos, y eso es brutal; el pasado terminamos quintos y peleamos por entrar en la Champions, y en este volvemos a estar arriba”, defiende en medio del debate que rodea al equipo madrileño, quinto clasificado a falta de 13 jornadas para el desenlace.

De Messi a Xabi Alonso

“Yo soy un poco escéptico. ¿Qué es jugar bien al fútbol? Lógicamente, el tiki-taka de Guardiola era brillante, pero tú también puedes hacer muchos pases y no generar ocasiones, y eso no es jugar bien”, agrega el vasco, que en sus inicios desfiló por el Eibar (2005-2006) y el Vecindario (2006-2007) antes de ingresar en el primer equipo de la Real Sociedad; “el nuestro es un fútbol de llegada en el que se creamos muchas oportunidades y mucha gente pisa área, y también se defiende muy bien. Es muy completo. Seguro que la gente que entiende de esto y no tiene ningún interés por detrás, lo valora”.

Atrás quedan ya 17 años como profesional, citando a Messi como el mejor rival —“con él, normalizamos algo que es anormal”—, a Old Trafford como escenario predilecto —“jugué allí con la Real en 2013”— y a Aranburu, Xabi Prieto y Jorge Molina como referencias en el vestuario, “porque lideran sin alzar la voz y trabajan de verdad”. En su puesto se queda con Xabi Alonso —“hacía muy fácil lo más difícil y es el mejor jugador vasco de la historia”— y antes de regresar a casa, en junio, ya se ha sacado el curso de entrenador y el de director deportivo, y ultima otro en gestión patrimonial y finanzas: “No me pica el gusanillo de entrenar. Eso de gestionar 25 egos… Ahora mismo me atrae más la secretaría técnica que el banquillo. De todos modos, quiero disfrutar de mis dos hijas, y no es bueno precipitarse”.

“ME QUEDO CON AQUELLA NOCHE DE RIAZOR”

Pese al cambio de rutinas, Bergara dice sentirse preparado para la vida tras el fútbol. “Lo que más miedo me daba era eso, perder ese día a día: el despertarse, ir al entrenamiento, vivir el vestuario y todo lo que ello conlleva, las risas, las tensiones, los enfados… Tenía miedo de echarlo de menos. Eso es lo que me producía más vértigo. A mí me encanta el olor a hierba, a vestuario, pero tengo bonitos proyectos por delante”, razona.

Creció en Elgoibar, en Zubieta fue haciéndose un hombretón y logró lo que siempre quiso. “Tengo unas vivencias que la gran mayoría de niños hubieran soñado, porque he sentido qué significa ser futbolista”, dice, “aunque me toca la otra cara, porque tengo una lesión de rodilla que va a impedirme hacer todo el deporte que quisiera y otras marcas de guerra que van a lastrarme el día de mañana. Eso también me lo llevo”, precisa.

Aunque no podrá cumplir su deseo de retirarse vistiendo la camiseta txuri-urdin, tendrá grabada para siempre la noche del 1 de junio de 2013, en Riazor. Ese día, con Claudio Bravo en la portería y Griezmann en el ataque, la Real venció al Deportivo y logró un billete para la Champions gracias a un gol del francés, ahora en el Barcelona. "Me expulsaron a falta de ocho minutos y no he sufrido tanto en mi vida", evoca el centrocampista.

Puestos a olvidar, prescindiría de una velada europea. "Tengo un recuerdo horrible de un partido contra el Krasnodar, en la UEFA. Nos eliminaron y a mí me echaron, y después me hicieron el control antidoping. Fue un día de tierra y trágame…", cierra Bergara, que el pasado fin de semana fue homenajeado por el club en Anoeta.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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