Adiós a la ‘Messidependencia’
A partir de un juego muy coral y valiente, el Barça de Memphis derrota a la Real Sociedad en el primer partido tras la marcha del argentino a París
A Messi jamás se le olvidará mientras se juegue a fútbol, siempre pegado a la pelota, santo y seña del mejor Barça. El 10 ha sido el mejor solista y también el punto final del equipo campeón de Guardiola y Luis Enrique. Nadie ha conseguido desbancarle del puesto de número uno como se advirtió en París. No tiene sustituto posible y así se ha entendido en el Camp Nou después de que el club quebrara por su quimera por dar con el relevo de Neymar. La alternativa es armar un equipo porque una cosa es Messi y otra muy distinta la Messidependencia en la que había caído el Barcelona.
Nadie reniega de Messi sino que se trata de aprender a jugar sin Messi. El plan es especialmente sugerente para sus excompañeros, que exigen un respeto, ninguno como Braithwaite, y también para delanteros necesitados de gloria, pocos como Memphis. Ambos sobresalieron en un plantel ambicioso, de juego coral excelente, equilibrado, vibrante en su presentación en la Liga.
Vuelve la afición al Camp Nou cuando se ha ido Messi. Nadie había previsto un escenario tan maquiavélico. El desencuentro ha sido sorprendente y forzoso, sin que haya mediado la hinchada ni el jugador hoy del PSG. Aunque minoritaria, la apertura del estadio fue tan celebrada que daban ganas de saltar al campo para abrazar incluso al speaker que destroza los oídos e ir en busca de Messi. No queda rastro del rosarino en la propaganda del club y, sin embargo, había quien estaba convencido de que le encontraría en algún rincón, dispuesto a rescatar al equipo en la adversidad o a sublimar lo colectivo en la bonanza, genio y figura del Barça.
A nadie le extrañó que al minuto 10 se coreara el nombre de Messi. También se escucharon algunos pitos, supuestamente de barcelonistas que piden apoyo incondicional al equipo, nada o poco que reprochar a Messi. La melancolía dependerá de los goles porque, a diferencia del sueldo, los resultados no se pueden diferir, como sabe el generoso Piqué, hoy bandera del barcelonismo, entregado al club y al equipo, aclamado por el Camp Nou. Aunque fue casual, resultó poético que el central inaugurara el marcador en el primer partido post Messi, el día después también de que Piqué ayudara con su dinero a rebajar la masa salarial para que pudieran jugar Memphis y Èric García.
Memphis botó una falta lateral y Piqué cabeceó a la red para después besar el escudo y señalar al palco en una imagen de gran carga simbólica y en un momento de excitación por el juego del equipo de Koeman. Hubo media hora de fútbol tan soberbia que la gent blaugrana se olvidó de buscar a Messi. Apretaban los barcelonistas, solidarios con y sin balón, más atrevidos que nunca, y también virtuosos por los gestos técnicos de Memphis y los remates de Griezmann. Muy dinámico y hasta profundo, el Barça presionaba de forma sincronizada y su fútbol tenía ritmo y chispa ante el asombro de la Real. Acostumbrados a presionar, los donostiarras tardaron en levantar la cabeza, y todavía más en rematar ante Neto.
Atractivo con la pelota, el Barcelona también mejoró en el repliegue por la implicación de los once futbolistas alineados, juntos en cancha ajena y propia, esforzados en reducir espacios y rápidos en la recuperación, como se advirtió en el 2-0. Èric le puso el pie a Januzaj en una acción en que los realistas pidieron falta, el cuero partió hacia De Jong y el centro del holandés fue cabeceado en el segundo palo por Braithwaite. La quietud, y también la impotencia de la Real, contrastaba con la agresividad de un Barça que remató la victoria con un tercer gol, segundo de Braithwaite, después de un rechazo de Remiro.
La rueda de cambios confundió entonces al Barcelona, que reculó después de haber aprendido a descansar con la pelota, fiero en campo de la Real y blando en el suyo a pesar de que funcionó la mezcla Piqué-Èric. La Real se metió en el partido en un abrir y cerrar de ojos, en dos jugadas, una del debutante Lobete y la segunda en una falta magistral de Oyarzabal. Y entonces, en un momento de tensión, Piqué y Lenglet se aplicaron en la presión y llegó el tanto de Sergi Roberto, asistido por Braithwaite, una vez sustituido Memphis, el jugador que deslumbró a falta de Messi. La consigna es acabar con la messidependencia, no olvidar al 10.
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