Piqué sobre su rebaja de sueldo: “Es lo que tocaba; vamos todos a una”
Piqué habla de su gesto para inscribir a los fichajes y arropa a los otros capitanes, que aún no lo han hecho, en la noche de Memphis
Siempre que el Barça empieza una Liga ante la Real Sociedad, a muchos aficionados le viene a la mente el estreno de Romario (curso 1993-1994), su sensacional hat-trick que bastó para creerse que lo suyo —después de que dijera que marcaría 30 goles, cosa que cumplió— no era fanfarronería sino confianza. Y eso es lo que necesita el Barça ahora, huérfano del oráculo Messi. “También nos falta el gol”, señalan desde el área deportiva. Y puede...
Siempre que el Barça empieza una Liga ante la Real Sociedad, a muchos aficionados le viene a la mente el estreno de Romario (curso 1993-1994), su sensacional hat-trick que bastó para creerse que lo suyo —después de que dijera que marcaría 30 goles, cosa que cumplió— no era fanfarronería sino confianza. Y eso es lo que necesita el Barça ahora, huérfano del oráculo Messi. “También nos falta el gol”, señalan desde el área deportiva. Y puede que Memphis no sea el gol como Romario o Leo, por más que también lo lleve en las venas. Pero tiene mucho fútbol y fue capital en el ataque como se le exigía a un fichaje antes de que Messi llegara al Barça.
La tarde comenzó de fábula en el Camp Nou, que volvió a abrir sus puertas desde el 7 de marzo de 2020, último envite con público desde la pandemia. “Esto es otro mundo”, reconoció Koeman. Y los 20.000 aficionados tardaron poco en hacerse notar. Fue cuando los jugadores salieron a calentar, un aplauso con ganas que logró silenciar las notas de Highway to hell de AC/DC. Pero cuando llegó el minuto 10 se dio un encontronazo en las gradas (repetido a lo largo del duelo); unos se arrancaron a cantar a Messi al tiempo que otros los silbaron, negados a recordar el pasado. Pero Leo está en París y, aunque ya nunca nada será lo mismo, Memphis en el Camp Nou con Griezmann y el que pida la vez.
Ante la Real, lo hizo Braithwaite con un doblete. “Un ejemplo de profesionalidad”, expuso Koeman; “siempre trabaja para el equipo, ha mejorado en su juego, tiene velocidad y es muy difícil de defender”. Aunque también destacó Piqué, que le da al equipo en los despachos —el retoque de su contrato valió para inscribir en LaLiga a Èric García y Memphis— y en el césped. “Hice lo que tocaba”, apuntó Piqué antes de defender a Alba y Busquets, silbados por la grada; “pero quiero remarcar que esto es una familia donde todos vamos a una. Desde el primer momento, hablamos los cuatro capitanes y tuvimos la disposición de ajustarnos a lo que el club requería, por lo que lo harán en los próximos días”. Alba también dijo la suya: “Ya tengo una edad y hay cosas que no puedo controlar. Sufro más por la familia. A mí no me queda otra que dar la cara en el campo como siempre. Mi compromiso creo que es indudable. Me molesta las mentiras”.
Sin Messi el Barça es más imprevisible. Lo que no quiere decir que mejor porque Leo siempre se salía con la suya por mucho que el rival supiera de antemano qué haría. Pero este equipo ya no tiene fronteras por las que pasar a la hora de las entregas, todos libres de escoger. “No está Leo, todo pasa y hay que seguir. Quizá no tendremos el mismo talento, pero estamos todos a una”, rebatió Piqué. “Nuestro juego puede ser más colectivo que antes... Pero preferiría tener a Leo, un jugador que decide partidos”, agregó Koeman. Aunque ante la Real fue Memphis el que se convirtió en el epicentro del juego. Parte de ariete pero tiene libertad de movimientos, siempre con la idea de bajar para participar del juego porque le sobran capacidades para el primer toque —incluso se marcó un sombrero de espaldas al rival—, también visión de juego, futbolista diferencial.
Le bastó un minuto para dejar a Braithwaite ante Remiro; y le sobró con un segundo para inventarse un chut desde el medio del campo que por poco no vio puerta. También fue el encargado de lanzar las jugadas a balón parado y un centro suyo acabó en el gol de Piqué. Pero es que Memphis estaba en todos lados porque hasta cuando fue sustituido al final —Koeman propició su primera ovación—, entró al campo para festejar el gol de Sergi Roberto. Así que puede que no sea el gol, ni Romario ni Messi, solo Memphis. Pero eso, en este Barça, es mucho.
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