Sainz, dos horas perdidas dando vueltas en bucle
Al-Attiyah refuerza su condición de favorito en una segunda jornada de compleja navegación en la que el español pierde unos minutos que parecen imposibles de recuperar
Perderse está a la orden del día en el Rally Dakar. Perderse en Arabia Saudí empieza a ser más común de lo deseado.
Una indicación aparentemente confusa en el libro de ruta dejó una estampa curiosa en la jornada de ayer. En una zona en medio de la nada, tierra clara, pista plana, cinco motos se paran en seco para comprobar sus notas. Están en el kilómetro 257. Nada parece tener sentido. Después de unas cuantas vacilaciones, uno de ellos da media vuelta. Es Joan Barreda, que había acelerado de lo lindo para remontar e...
Perderse está a la orden del día en el Rally Dakar. Perderse en Arabia Saudí empieza a ser más común de lo deseado.
Una indicación aparentemente confusa en el libro de ruta dejó una estampa curiosa en la jornada de ayer. En una zona en medio de la nada, tierra clara, pista plana, cinco motos se paran en seco para comprobar sus notas. Están en el kilómetro 257. Nada parece tener sentido. Después de unas cuantas vacilaciones, uno de ellos da media vuelta. Es Joan Barreda, que había acelerado de lo lindo para remontar e intentar ganar la etapa. Pero ahora está perdido. Le siguen su compañero de equipo en Honda Ricky Brabec, los pilotos de KTM Toby Price y Kevin Benavides, ganador de la última edición del Dakar, y Andrew Short, de Yamaha. Juntos y por separado, se las ven y se las desean para encontrar el rumbo correcto. Aunque salvan la papeleta lo mejor que pueden: Benavides cede 34 minutos, Barreda, 38, Price, 44. Son los primeros en tropezar con la trampa. Habrá otros que vendrán por detrás y lo pasarán mucho peor.
Es el caso de Carlos Sainz. “Estoy muy decepcionado”, se confiesa. Su desesperación ejemplifica el caos más absoluto vivido en la que es solo la primera etapa del Dakar 2022.
El de Audi, que arrancó con algunas dudas sobre la fiabilidad de su nuevo coche, un vehículo híbrido con falta de rodaje, ya no piensa tanto en si le aguantará el Audi como en lo imposible que parece remontar las dos horas que se dejó buscando una pista en medio de la nada.
Faltaban apenas unos kilómetros para completar la especial (334 km de una etapa en bucle en torno a Hail, al norte del país) cuando Sainz se encontró con el mismo problema que Barreda unas horas antes. “Había un punto en el que el libro de ruta marcaba un camino con un rumbo medio de 10, pero ese mismo camino a veces cambiaba y marcaba 300; pensábamos que estaba mal, no podíamos encontrar el rumbo. Íbamos y volvíamos, una y otra vez. Éramos un montón de gente allí, había infinidad de coches haciendo lo mismo, de motos, de quads... Cuando tanta gente comete el mismo error, debe ser que algo está mal, no puede ser que seamos todos idiotas”.
Como siempre, los hubo que pasaron por aquel punto sin dudar ni un segundo. Así lo hizo, por ejemplo, Nasser Al-Attiyah (Toyota), cuya estrategia del día anterior se demostró, además, acertadísima. Había sido el más rápido el sábado, lo que le permitía (como excepción por las condiciones especiales impuestas en aquella etapa prólogo) salir en una posición lo suficientemente retrasada como para evitar abrir el camino a sus rivales. Y el catarí voló, como lo hizo también Sebastien Loeb, uno de los pocos que tampoco vaciló al pasar por aquel punto crítico de difícil navegación: terminó segundo, a 12 minutos de Al-Attiyah, cuyo Toyota cuenta ya dos victorias de etapa. Y su etiqueta de favorito luce más reluciente todavía. Especialmente después de que sus dos principales rivales vivieran un día para olvidar.
Accidente de Peterhansel
Nadie puede aventurar lo que nos deparará el Dakar, pero Sainz podría haber perdido la carrera en la primera etapa. Cuando Al-Attiyah llegó a la meta con el mejor tiempo, el de Audi seguía perdido –terminó a 2h,06s de aquel– y su compañero, Peterhansel, esperaba, desesperanzado, a que las asistencias le ayudaran a reparar una de las ruedas traseras, que había sido literalmente arrancada de las entrañas de su vehículo provocando un auténtico desastre. Cedió más de cinco horas. El campeón del 2022, Monsieur Dakar, está fuera de la competición.
Ocupaba la segunda posición en el kilómetro 120 por detrás del catarí cuando sufrió un accidente tremendo y vio cómo se le desgajaba la suspensión trasera de su coche. Se vio obligado, la rueda y la suspensión hecha pedazos en el suelo, en medio del desierto, a detenerse a la espera de las asistencias. Estaba sólo en el kilómetro 153 de una especial de 334 km.
En la categoría de motos, también la suerte sonrió al ganador de la etapa prólogo, Daniel Sanders. El australiano salió en una beneficiosa 15ª posición y dio gas a tope para terminar, de nuevo, con el mejor tiempo tras una genial remontada. Pablo Quintanilla (Honda) y Matthias Walkner (KTM), que salían justo por delante de él, terminaron segundo y tercero, respectivamente. Fueron de los pocos que escaparon a la difícil navegación. La guía de quienes habían abierto pista por delante de ellos les ayudó. Como ayudó al debutante Danilo Petrucci, un piloto de MotoGP que se ha liado la manta a la cabeza al cambiar el asfalto por la arena: terminó la primera etapa seria de este 2022 en 13ª posición. Nada mal para un novato que está, además, tan alejado de su hábitat natural.
La velocidad marcó la primera edición del Rally Dakar en Arabia Saudí, en 2020. Estrenarse en un nuevo escenario, prácticamente desconocido, fue complicado incluso para los organizadores de una carrera que andaban sobre el terreno con los ojos vendados. Y se les fue la mano con la planificación de las etapas, marcadas por una elevada velocidad media. El año pasado, en su segunda edición, ya no solo había que pisar el acelerador. La navegación ganó peso. La multiplicidad de pistas, la difícil elección de la dirección correcta, puso el aliciente que le faltaba a una carrera que recordó a muchos a la era dorada de aquello que un día se llamó París-Dakar.
Este domingo la navegación ha vuelto a poner contra las cuerdas a los competidores. Demasiado contra las cuerdas. En su intento por complicar la carrera, a ASO puede que se le haya vuelto a ir la mano.
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