El Bayern respira fútbol; el PSG, no
Un jugador descomunal en un día inspirado puede destruir un plan con tres jugadas. Pero también sabemos que un equipo organizado no necesita de la inspiración
Mbappé y Messi tienen más talento que nadie, pero no más que la suma de talentos de la plantilla del Bayern. Por otra parte, como vimos en la final del último Mundial, un jugador descomunal en un día inspirado puede destruir un plan con tres jugadas. Pero también sabemos que un equipo organizado no necesita de la inspiración, sino que le basta con esperar a que el partido caiga por su propio peso. En Múnich el partido estuvo bien repartido durante la primera parte: tiempo...
Un partido bien repartido
Mbappé y Messi tienen más talento que nadie, pero no más que la suma de talentos de la plantilla del Bayern. Por otra parte, como vimos en la final del último Mundial, un jugador descomunal en un día inspirado puede destruir un plan con tres jugadas. Pero también sabemos que un equipo organizado no necesita de la inspiración, sino que le basta con esperar a que el partido caiga por su propio peso. En Múnich el partido estuvo bien repartido durante la primera parte: tiempo de posesión y número de oportunidades parecidos. En la cabeza de los aficionados los partidos también se juegan con la imaginación y la mía decía que en cualquier momento se encontrarían Leo y Kylian y todo saltaría por los aires. Con esa esperanza esperé la segunda mitad, donde la lógica ayudaba a la imaginación: al PSG no le alcanzaba el empate y tendría que jugar a todo o nada cada apasionante minuto.
Vida y muerte
Pero ni imaginación ni lógica. El PSG salió a jugar el segundo tiempo como si fuera un partido cualquiera y si algo sabe el Bayern es explotar debilidades. La lección que el PSG debería haber aprendido ya es la siguiente: si no sabes jugar a vida o muerte, olvídate de la Champions. Llegó el gol del Bayern y empezó otro partido. El Bayern enjauló a Messi y Mbappé, solo, desamparado y melancólico, se puso a pensar si había sido una buena idea renovar por el PSG. Si a esta hora se lo sigue preguntando, habrá que preocuparse por su salud mental. Porque el PSG, sin historia y sin contexto competitivo, no está en condiciones de brindarle apoyo. El talento es un don que necesita de exigencia, de un lugar, de una confianza, de otros talentos… Necesita de un ámbito, en definitiva, en el que el dinero no es lo más importante.
¿Qué será, será…?
Por contraste, el Bayern es un buen lugar. Durante años cuidó su portería con Neuer, uno de los mejores porteros del mundo; y amenazó la portería contraria con Lewandowski, uno de los mejores delanteros del mundo. Ahora no están ninguno de los dos, pero sigue siendo un gran equipo porque le sobra plantilla para ocupar todo el campo y no solamente las áreas. Y porque le sobra tradición, exigencia y estabilidad. Es muy fácil encontrar la diferencia: en el Bayern se respira fútbol; en el PSG, no. Es precisamente en los momentos de crisis donde las diferencias se hacen más patentes. El Bayern tiene una cultura a la que abrazarse desde donde puede apoyar la recuperación. El PSG vivirá en un conflicto permanente de aquí a final de temporada. ¿Qué será de Messi? ¿Qué será de Mbappé? ¿Qué será de Galtier? Solo sabemos que la próxima temporada habrá que empezar todo de nuevo…
Espabilados
Hay que reconocer que el fútbol es una incertidumbre andante incluso para aquellos que tienen una historia de la que presumir. El Liverpool fue un muñeco de trapo hace veinte días frente al Madrid y desde entonces pidió un respeto con actuaciones memorables. Un 7 a 0 ante el Manchester United lo es. El Madrid, en cambio, no encuentra el gol desde entonces. Como por arte de magia, lo que parecía un caso cerrado, en tres semanas se ha abierto. ¿Cómo no te va a gustar este juego? Esta semana me crucé con alguien que pudo ser aficionado de cualquier equipo, incluso del Madrid, y se sintió con derecho a decirme: “A ver si espabila el Madrid”. Me dieron ganas de contestarle que el Madrid hace 120 años que está espabilado. Pero el Liverpool también. Uno de los dos perderá, pero no será por falta de consistencia ni de historia.
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