¿La traición de Ricardo Gareca?
Al entrenador le construyeron una estatua en Perú y dos padres bautizaron a sus hijos con su nombre; sin embargo, ahora se ha ido a entrenar a Chile, el rival histórico
En siete años y medio, como ilustre habitante del Perú, a Ricardo Gareca le construyeron una estatua; dos padres bautizaron a sus hijos con su apellido como nombre de pila; lo perfilaron en un arsenal de libros y no pocas películas; le otorgaron un Documento Nacional de Identidad simbólico, distinguiéndolo como un “peruano de corazón”; y su popularidad rondó el 100% de aceptación en un país donde los presidentes son tan queridos que los jalonean de los cabellos o acaban en prisión.
El argentino se hizo merecedor de este cúmulo de homenajes en vida en patria ajena por una gesta deportiva: clasificar a la selección peruana de fútbol a una Copa del mundo después de 36 años. Rusia 2018 puso en pausa la tortura de ver los mismos resúmenes de España 82 para remontarnos a la última vez que deambulamos en la fiesta más esperada por los futboleros y aquellos que no lo son tanto. Pero además produjo sentimientos que creíamos olvidados. Según una encuesta de Ipsos, de mayo de 2018, el 85% de peruanos consideraba que el fútbol los hacía sentirse más patriotas y que ver a la ‘Blanquirroja’ les generaba alegría (64%), orgullo (53%) y esperanza (30%).
Por esos días, los niños y los grandes vestían más camisetas de Perú que la azulgrana o la albiceleste de Messi. Experimentamos un inusitado apego por lo nuestro. Y por algunas noches pactamos una tregua no escrita para dejar de atacarnos por los múltiples asuntos que nos dividen: la piel, la política, la religión, la identidad sexual y la memoria. Dimos la impresión de ser un pueblo reconciliado, que había levantado su autoestima y que podía sentarse en la misma mesa frente al televisor. La ilusión duró un suspiro, desde luego, pero el recuerdo quedó anidado en nuestras páginas más felices.
Todo eso se lo debemos en gran parte a Ricardo Gareca, el nuevo entrenador de Chile, el país con el que protagonizamos una guerra en 1879 que se ha prolongado hasta hoy mediante disputas diversas: desde la delimitación marítima hasta el origen del pisco, un aguardiente de uvas, pasando por la eliminación del mundial de Francia 98 con goleada y agresiones de por medio. La noticia ha sido una auténtica bomba cuya onda expansiva ha provocado diversos impactos. De un bando están quienes señalan que se trata de un profesional que se encontraba sin trabajo y tenía todo el derecho de escoger la mejor opción y del otro aquellos que lo han tomado como una traición en medio de una ruptura amorosa. “Si bien es ético rehacer tu vida, no te puedes ir a vivir con la vecina. Chile es nuestro rival futbolístico y por eso yo lo bajo del póster”, dijo afiebradamente el periodista Pedro García, panelista de un canal de cable. Su compañero, Diego Rebagliati también le deseó lo mejor al argentino: “Yo quiero que pierda el primer amistoso contra Francia y el último de los partidos que vaya a disputar, que pierda todo y que Chile no gane un solo punto nunca más”.
El periódico Perú 21 colocó en portada a Gareca sosteniendo la camiseta de Chile con un titular que suena a despecho: “nos duele mucho a todos”. Scotiabank, auspiciador del ‘Tigre’ tras su no continuidad en la ‘Blanquirroja’, comenzó a retirar gigantografías y afiches con su rostro. Y uno que otro streamer pidió un minuto de silencio, confesando tener el corazón roto.
El periodista Pedro Ortiz Bisso da un análisis más equilibrado, pero sin dejar de lado los apasionamientos: “Soy de los que creen que la avenida más importante del país debería llevar el nombre de Ricardo Gareca, que cualquier homenaje que se le haga será poco frente a lo que consiguió. Pero Gareca es un profesional y si no era Chile, pudo haber sido la selección de Gabón. Llamarlo traidor o tirarle un epíteto es absurdo. En todo caso, si hay un culpable es Agustín Lozano que nunca lo quiso y no le renovó contrato tras el repechaje en Qatar. La tragedia de Lozano es que los millones que se ahorró por no extender el contrato del ‘Tigre’ luego tuvo que gastarlos en la resolución del vínculo con Juan Reynoso. Más que llamarlo karma es el castigo a una gigantesca estupidez”.
Como se recuerda, Agustín Lozano, el cuestionado presidente de la Federación Peruana de Fútbol, no le renovó el contrato a Gareca después de perder el repechaje hacia Qatar 2022 ante Australia. La excusa: que era muy caro. En su lugar nombró a Juan Reynoso, un técnico peruano con fama de obsesivo que había logrado títulos en el fútbol nacional y también en la liga mexicana. Su falta de autocrítica y su tozudez en sistemas que nunca cuajaron y en elementos que no dieron la talla, sumado al peso de los años del equipo que clasificó a Rusia, obtuvieron un resultado catastrófico en las presentes Eliminatorias: Perú es colero en Sudamérica, con dos puntos, y apenas un gol a favor. Chile está dos puestos por delante con tres puntos más.
El periodista Kike La Hoz, director de la revista Sudor destaca que si bien “desde la visión reduccionista y peligrosamente belicista que coloca al fútbol como una versión edulcorada de la guerra, Gareca sería un traidor por cruzar las líneas enemigas” ha sido consecuente consigo mismo. “Nadie podrá reclamarle no ser coherente con sus principios: si fue capaz de irse de Boca Juniors a River Plate en 1985, en búsqueda de una mejora para su carrera en su época de jugador; lo de ahora (incluso con un margen de tiempo) es un reflejo de la lealtad que se tiene a sí mismo y sus convicciones. ¿En la FPF podrán decir lo mismo los que impidieron su renovación en 2022? Si queremos buscar un traidor, habría que buscar en otro lado”, señala, dejando entrever la responsabilidad dirigencial.
Andrea Closa, periodista de Radio Programas del Perú, tampoco califica como una traición la llegada de Gareca al Complejo Juan Pinto Durán, remarca que al fin y al cabo no es peruano y da su punto de vista sobre un escenario inevitable: el ‘Tigre’ enfrentará al Perú, en Lima, el 14 de noviembre, en una fecha decisiva para las aspiraciones de ambos. Antes chocarán en junio, en los Estados Unidos, por la Copa América. “Los sentimentalismos quedan a un lado cuando entendemos que su vínculo con la ‘Blanquirroja’ ya había terminado y que, además, él no es peruano, más allá de lo vivido. Cuando le toque llegar al Nacional, creo que el recibimiento estará dividido: algunos aplaudirán y otros pifiarán. Lo cierto es que, más allá de mostrar el agradecimiento por el retorno a un Mundial, considero que la hinchada le debe hacer sentir la presión: a partir de ahora, en la cancha, Gareca será nuestro rival”.
En 96 partidos como entrenador de Perú, Ricardo Gareca consiguió un boleto a un Mundial, un repechaje, una final de Copa América luego de 44 años, y varias hazañas: ganarle dos veces a Brasil y derrotar a Ecuador y a Paraguay de visita por primera vez en Eliminatorias y, como queda constancia, de bastante más. Lo cierto es que Gareca ya supo ser nuestro verdugo cuando vestía de corto: con un gol suyo, Argentina nos dejó fuera de México 86. De villano a héroe y nuevamente a villano. No está de más seguir los consejos del narrador Jesús ‘Tanke’ Arias: contratar a un imitador de Marc Anthony y uniformar a bailarines de verde para noviembre. Cabulero como buen argentino, el ‘Tigre’ rehúye del color verde y de la salsa pop del nuyorican por supuestamente darle mala suerte. Es la verdad: “así como él nos conoce, nosotros también lo conocemos”.
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